Son apenas 5 metros de distancia pero que marcan un abismo. A este lado de la puerta, 700 clientes en cuarentena. Situación asumida con resignación. Y poco a poco superada. Los nervios de ayer se van apaciguando. Aunque las horas se hacen eternas. Hoy no hay restricciones de movimientos dentro del hotel para los pacientes sin síntomas. Con mascarillas, eso sí, pueden bajar a recepción o incluso disfrutar de las instalaciones. Hay los ven, por ejemplo, tomando el sol en bañador con la mascarilla puesta. Las personas con síntomas, muy pocas, están en esta otra ala y deben permanecer en el interior de sus cuartos. Se ha tomado la temperatura a todos los clientes y se han repartido termómetros individuales para que ellos mismos se hagan el seguimiento. Por delante les queda aún un horizonte de 14 días de aislamiento.