El Ministerio del Interior hizo ayer feliz a Abdoulaye Coulibaly, un africano albino de Malí que llegó el 29 de marzo a la isla de Tenerife a bordo de un cayuco y que solicitó asilo en España ante la persecución que sufría en su país por el color de su piel. Después de más de seis meses de gestiones por parte de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Interior ha concedido el asilo o estatuto de refugiado a Abdoulaye, que ya puede respirar tranquilo después de todo este tiempo en el que ha vivido en un centro de refugiados de Tenerife con el apoyo de la Cruz Roja.

La abogada que ha gestionado los trámites, Rocío Cuéllar, señala a este periódico que esta concesión de asilo sirve de "precedente" para otros casos ya que es difícil demostrar que la persecución de los albinos en África no es un problema de determinados países, sino de todo el continente. Cuéllar reconoce que la predisposición de Interior ha sido favorable a dar el asilo al joven albino desde el primer momento.

El propio Abdoulaye Coulibaly relata que huyó de su país porque "tenía mucho miedo" ya que los albinos están condenados a ser asesinados, sufren maldiciones y son discriminados por el color de su piel. "A los albinos les cortan los pelos, los dedos, los brazos, la cabeza y otras partes del cuerpo. Sufrimos mucho", aseguró ayer en unas declaraciones emitidas por la Cadena Ser. Las noticias que se tienen sobre la persecución que sufren los albinos en el continente africano son estremecedoras ya que se les utiliza en rituales de brujería.Tener un hijo albino en África se considera una de las mayores desgracias y a eso hay que sumarle que son "piezas codiciadas" por los brujos. Las piernas, brazos, piel, lengua y el cabello de los albinos valen miles de dólares. Los curanderos los utilizan para "curar enfermedades" y para prometer fortuna. Por suerte, Abdoulaye ha logrado salir de ese infierno.