Donde llamaban Los Chorros se iba a lavar y se formaban unos tendederos ricos de ropa, blanqueada con agua hirviendo y ceniza porque no se usaba lejía. Además, en casa no había agua de beber y la buscábamos en Fuente Vieja, tan fuerte que no se podía ni tragar porque escardaba la garganta de tanto gas que tenía". Feliciana Arencibia Marrero, de Cuevas de Mato, Firgas, y 77 años, es una de los decenas de voluntarios que participan en la I Guía Canaria de Sabios Intérpretes, una propuesta de la Fundación Lidia García e impulsada por el Gobierno autónomo para realizar en las siete islas otras tantas rutas de la mano de los propios mayores del lugar, los que atesoran la memoria de los usos y secretos de los lugares emblemáticos de Canarias.

Presentada ayer en Firgas, lugar donde comienza esta experiencia con la Ruta del Agua entre la villa y Arucas a través del barranco de Las Madres, o Río de Afyrgad, como recuerda en su vieja denominación el cronista Manuel Perdomo Cerpa, la primera guía tendrá soporte documental a partir de mayo.

Luego, grupos de visitantes podrán disfrutar de los caminos con los verdaderos testigos de sus antiguos trajines, tal como quedó ayer en evidencia con la narración y los cuentos de los sabios que acudieron ayer, junto a la consejera de Cultura, Milagros Luis Brito, y el alcalde de Firgas, Manuel Báez, a la primera toma de contacto con el proyecto.

Así, y mientras en Gran Canaria se centrará en el citado sendero, en Lanzarote se centrará en la ribera capitalina de Arrecife; en Fuerteventura en torno a la tahona, las tenerías y los hornos de cal de Corral del Consejo y su Noria, cerca de Ajui; en Tenerife por los pajares de La Orotava; en La Gomera entre los palmerales y la artesanía del guarapo: en La Palma entre los Montes de Luna, Tigalate y Barranco Hondo, en una inmersión en la arquitectura popular; y en El Hierro en Frontera, entre aguardientes y vinos.

Una propuesta deliciosa que se reflejaba ayer en la cara del presidente de la Fundación Lidia García, Francisco Martín Suárez, entidad a la que corresponde la ocurrencia, que partió en su origen sólo para Gran Canaria.

Martín explicaba que daba así salida a "la demanda de unas personas llenas de experiencia que quieren compartir, que tienen la conciencia clara de servir a la comunidad". "Un logro importante", añadió, "de servicio publico, de lo que nuestra tierra tiene que dar". Y, para dar, tienen mucho. Un rápido repaso al anecdotario de esta ruta inicial de acequias, cantoneras, barrancos, balnearios, maretas, pozos, pilares y acequias relatado por los hoy sabios que saltapericaron desde niños en la que se considera como una de las más complejas redes hidráulicas de Canarias es un margullo de historia y sorpresa.

El cronista relataba ayer la cuenta de una señora de 85 años que se acordaba de más de 200 manantiales.

La ahora guía Guillermina Hernández Guerra, de 74 años, resumía una infancia de soga, teje y boliche, y de fábrica de tanques de barro, apelmazados con tierra y de sutiles agujeros en sus paredes para soltar el agua en los riegos.

Y de los paletones, unas barras de palo "para que el agua llegara al filo del lavadero". Imaginar en plena ruta los años pasados con la voz en directo de los guías, su experiencia, sus penalidades y también sus juegos y alegrías son dos caminos al fin: el físico y el que proporciona la memoria.