Su nombramiento como consejera de Bienestar Social, Juventud y Vivienda del Gobierno de Canarias fue una sorpresa, aunque quizás no tanto porque su trayectoria política en distintos cargos públicos en Lanzarote le ha dado la experiencia necesaria para afrontar un cargo tan complicado y siempre con problemas como son los servicios sociales. Tuvo en su momento la confianza de Paulino Rivero y no le ha defraudado. Mes a mes se ha enfrentado a los datos negativos que desde Madrid se enviaban sobre el cumplimiento de la Ley de Dependencia. De ser considerada la cola del ratón, Rojas ha pasado a vender las excelencias del sistema canario de atención a los dependientes. Un servicio en que se aportan anualmente 96 millones por parte del Gobierno regional.