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Entre la inexperiencia y la falta de liderazgo

La escisión del acuerdo entre Coalición y el PSOE deja en evidencia la ausencia de una dirección sólida en los principales partidos

La reconciliación entre Coalición Canaria y el Partido Socialista no fue posible. La ruptura de la alianza, tras constantes desencuentros, era el desenlace inevitable de una historia agónica que no ha encontrado un final antes por la inexperiencia de la mayoría de los actores y una demostrada falta de liderazgo que dejan a la Comunidad Autónoma en una encrucijada.

La línea de partida no es la misma para los tres -Fernando Clavijo, Asier Antona y Patricia Hernández- pero la meta para todos ellos pasa por la confirmación por parte de sus respectivas formaciones. La líder del PSOE lo tiene complicado y en el PP hay voces que en alto cuestionan su continuidad y su capacidad para timonear en solitario el partido sin la tutela de Madrid. Pese a ello, no se oculta que para poner fin a los tiras y afloja de nacionalistas y socialistas, garantizar la gobernabilidad y lograr una salida al enredo la mediación de Antona ha sido fundamental en las últimas semanas.

Del PP partió la solución con Clavijo para repartir los 160 millones anuales del Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan), que se nutre del extinto Impuesto General sobre el Tráfico de Empresas (ITE). Su propuesta de distribuir el dinero en función del criterio que se sigue con los recursos del Régimen Económico y Fiscal (REF), y no por la triple paridad, fue aceptada por los socialistas, pero no fue suficiente para cerrar todas las heridas que ya había abiertas en el acuerdo con Coalición.

El papel jugado por Antona deja entrever que acudirá en auxilio de los nacionalistas en el Parlamento canario para dar estabilidad.

Al frágil liderazgo se une las batallas partidarias internas, especialmente virulentas en el seno del PSOE y en las últimas semanas también en el PP, donde el exdelegado del Gobierno, Enrique Hernández Bento, abrió la caja de Pandora y arremetió contra Antona después de su cese como representante de la Administración estatal. Bento asegura que no está solo, sino que cuenta con el respaldo de dirigentes del PP en todas las Islas, "sin excepción".

Por su parte, los socialistas arrastran meses de división, especialmente desde las primarias celebradas en octubre de 2014 en las que Patricia Hernández fue elegida candidata a la presidencia de la Comunidad Autónoma para las elecciones de mayo de 2015. La exvicepresidenta, que aspira a ser la nueva secretaria general del PSOE, ha recibido en distintas ocasiones reproches de la dirección regional de los socialistas por respaldar acuerdos en el Gobierno sin consultar antes a su partido.

Además, la decisión de José Miguel Pérez de alejarse cada vez más de la vida orgánica del PSOE y de sus funciones como secretario general hizo que cargos y militantes sintieran que la formación en Canarias iba a la deriva, sin dirección. Pérez dimitió el 16 de noviembre, pero ya desde antes era evidente que los socialistas carecían que una estrategia clara para afrontar cada choque con Coalición. Han tenido una visión cortoplacista y fragmentada para hacer frente a cada problema.

La debilidad de las cúpulas de las fuerzas nacionales en las Islas hacen que el futuro de Canarias se juegue a los dados en Madrid. En ausencia de liderazgos sólidos en el Archipiélago las sedes del PP, en la calle Génova, y del PSOE, en Ferraz, asumen el mando.

Por su parte, en las filas nacionalistas, tras la marcha de Paulino Rivero de la primera línea, CC de Tenerife ha vuelto a ganar protagonismo en la estructura interna, ya que dos de los exponentes más importantes están en el Gobierno regional, como son el secretario insular, Fernando Clavijo, y la consejera de Hacienda y secretaria de Organización de CC en Tenerife, Rosa Dávila. Con todo, se aprecian diferencias ideológicas, ante la predilección de Coalición en Lanzarote y Fuerteventura por pactar con el PSOE y no con el PP. De hecho, en los cabildos domina esa unión.

La aritmética parlamentaria entra ahora en juego y todas las piezas se encuentran en el tablero, a la espera de que alguien mueva ficha. Nadie quiere dar un paso en falso.

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