La vida en Londres recupera la normalidad y también la de los canarios que residen en la capital británica tras el atentado terrorista del pasado miércoles en el puente de Wenstminster.

"No tenemos miedo, los londinenses seguimos sonriendo y trabajando por integrar nuestras comunidades. Nadie va a dañar nuestros valores ni nuestro tipo de vida", rezan "un montón" de mensajes en los transportes públicos de los que se percató ayer el lanzaroteño Luis Alvarado de camino a su trabajo en la Fundación Rockefeller, situado en la zona de la estación de King's Cross, otro de los lugares estratégicos de Londres, "a unas tres o cuatro paradas" del lugar en el que murieron cuatro personas, una de ellas de origen español.

Luis estaba trabajando cuando se produjo el ataque. "De repente saltaron las alarmas en todos los dispositivos, en la prensa... y se pusieron en marcha una serie de protocolos recomendando que nadie saliera de los edificios", relató. "Londres al ser una macrociudad siempre está en el punto de mira", admitió el conejero, que es director asociado del Programa de Acción de Ciudades Resilientes de la Fundación Rockefeller en Londres y presidente del Foro Europeo de Juventud, con sede en Bruselas.

Aplicada a las ciudades, la resiliencia consiste en que éstas tengan la capacidad para prepararse, resistir y recuperarse frente a una crisis, como puede ser una amenaza terrorista o un desastre natural. "Ayudamos a las ciudades de todo el mundo a cambiar la forma en la que se gobierna, a mejorar sus servicios y a estar preparadas para los retos del siglo XXI", explicó Luis.

El lanzaroteño detalló que "Londres trabaja mucho en temas de compartir información, inteligencia con otras ciudades y otros gobiernos y también en muchos asuntos de seguridad cibernética", pero cree que al final el problema del terrorismo "no se resuelve poniendo más policías ni más controles, sino integrando muchísimo más los servicios de información y de seguridad que tenemos, sobre todo, en la Unión Europea, y trabajando en la base para integrar esas comunidades y a los grupos minoritarios". Destacó que "lo que hemos aprendido después de trabajar en ciudades por todo el mundo, es que no importa que inviertas en seguridad si no inviertes en temas sociales y en integración. Esa es la fórmula mágica".

La grancanaria Nayra Sosa reside en Londres desde hace cinco años, donde trabaja de encargada en un hotel. Tras conocer la noticia del atentado lo primero que pensó fue en llamar a su madre. "En la lejanía y sin noticias mías directamente se hubiera preocupado muchísimo. Tuve suerte que lo supiera por mi antes de enterarse por las noticias", señaló. Sintió "impotencia y mucha tristeza, pues parece mentira que sigan sucediendo estas cosas", pero admitió que no sintió miedo. "No hay que sentirlo. Sé que vivo en una gran ciudad y que esto puede ocurrir", aseveró.

Este jueves fue "un día normal" para Nayra, "con otra mala noticia que digerir", pero en una ciudad en la que se respira "valentía" en el ambiente. "No se debe sentir miedo y los londinenses lo saben. El día ha transcurrido con normalidad", reiteró. Dijo además que "hace tiempo que vienen amenazando y, desgraciadamente, tengo el pensamiento de que no se van a quedar tranquilos. Comparando otros trágicos acontecimientos en otras grandes ciudades, la magnitud es muy distinta. Ojalá, me equivoque".

El director teatral de Una Hora Menos Producciones Mario Vega llegó a Londres en la tarde del miércoles por motivos profesionales. En el mediodía de este jueves se desplazó a la zona de Wenstminster tras una reunión matinal que se desarrolló "sin ningún problema". "Hay policía, ambulancias, muchos medios de comunicación y una absoluta normalidad en la calle. La única zona cortada al tráfico es la del Big Ben y la abadía de Westminster y el resto está abierto a todo el tráfico en general y a los peatones", indicó desde el área del atentado. "Me siento seguro. Tal vez haya más expectación que sensación de inseguridad", puntualizó.

La arquitecta grancanaria Bianca Valido es directora del estudio InsideOut Architecture. Estaba en su despacho cuando ocurrió el desastre. "Vimos los helicópteros desde aquí. Alguien recibió un mensaje de un familiar y empezamos a chequear lo que había pasado". Aún así, mantuvo los planes de despedida a una compañera. "Mucha gente optó por no volver a casa utilizando estaciones principales del metro o lo hizo caminando por el miedo de que cuando ocurren este tipo de ataques pueden suceder varios el mismo día", recordó.

Es consciente de que "con todo lo que está pasando a nivel global uno siempre tiene presente en la cabeza que vive en una gran ciudad y piensa cuándo nos va a tocar a nosotros y la primera sensación fue: ésta es la nuestra. Pero hay que seguir viviendo el día a día porque uno no se puede regir por esos miedos", concluyó.