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Medalla de Oro de Canarias 2017

Al compás del tambor herreño

Ramón Padrón potenció la agrupación Tejeguate en los años 70

Al compás del tambor herreño

La sequía asolaba a El Hierro y los pastores de la Isla estaban desesparados. No podían hacer nada por el campo, su campo, que poco a poco se marchitaba. Esa escasez de lluvias fue la que les empujó a acudir a La Villa -nombre con el que se llamaba antiguamente a Valverde al acortar la denominación Villa de Santa María de Valverde- para pedir que la Virgen de los Reyes fuese llevada hasta allí para dedicarle un novenario que lograra revertir la situación metereológica. La petición fue denegada, pero los pastores no se rindieron y, de noche, entraron en la ermita para conducir la imagen de la Virgen hasta la iglesia. Antes de que cruzara las puertas, un manto de lluvia cubrió la tierra de la isla del meridiano.

El próximo 1 de julio, El Hierro celebrará la LXIX edición de La Bajada de La Virgen de los Reyes después de que en 1745 tuviese lugar la primera tras la promesa hecha por el pueblo en 1741. El Voto, documento que recoge la voluntad de los herreños, marca el origen de esta tradición cuatrienal. Desde entonces, los habitantes de la Isla se vuelcan con esta cita. Ramón Padrón (La Frontera, 1945), conocido como Ramón el de Tejeguate, es uno de ellos. Amante del folclore, historia y cultura de su pueblo, ha llevado a cabo una esmerada tarea de investigación y recuperación de las tradiciones herreñas para evitar que caigan en el olvido. Su labor no ha pasado desapercibida para el Ejecutivo regional. El próximo 30 de Mayo, Día de Canarias, Padrón recogerá sobre el escenario del Teatro Pérez Galdós la Medalla de Oro de Canarias.

"Raza folclorista"

Padrón solo señala una razón para explicar la enorme inquietud que ha mostrado a lo largo de su vida por la conservación de las costumbres de su tierra: "Vengo de raza folclorista". Y como buen heredero del legado de sus antepasados, en él nunca ha cesado el empeño de potenciar el conocimiento de la cultura musical de la Isla.

Todo comenzó con su bisabuelo, quien transmitió su pasión por la tradición herreña a su hijo. "Lo conocí ya viejito, cuando mi abuela me mandaba a que le llevara comida a su casa", rememora. De su abuelo sí atesora más recuerdos. "Él tenía un casino y hacía bailes de tango. Quiso enseñarlo, pero los chiquillos no le hicimos mucho caso", comenta. Pese a ello, su aprecio por la etnografía de la Isla afloró y pronto se puso manos a la obra para que las costumbres de su pueblo no se perdieran. Como ejemplo también tenía a su padre, Benito, que rescató una de las celebraciones más antiguas del Carnaval del Archipiélago: los carneros de Tigaday.

En 1976 Ramón Padrón impulsó la agrupación folclórica Tejeguate, uno de los grupos de música tradicional más veteranos e importantes de El Hierro por su contribución a la difusión de la cultura musical de la isla en el resto del Archipiélago, la Península y en otros países como Venezuela.

El compromiso que adquirieron los herreños en 1741 llevaba aparejado un esfuerzo: trasladar a la Virgen desde su ermita, ubicada en La Dehesa, hasta Valverde. Cada pueblo la porta durante un tramo, cuyos límites están marcados por las rayas. En esos puntos, cada comarca entrega o recoge la imagen con su bandera y patrón al son de su toque. Un instante especial para los vecinos de cada rincón de la Isla, al igual que todo el trayecto durante el que acompañan a la Virgen de los Reyes con su grupo de bailarines.

En total eran seis puntos de entrega porque en los años 30 El Golfo -situado en el término municipal de La Frontera- perdió la raya. Pero en 1977, un año después de que Tejeguate emprendiera su andadura, Padrón pidió recuperar la raya para la bajada de ese año: "Hablé con la gente de El Pinar y le dije que esto ya había cambiado, que La Frontera ya tenía más habitantes". Su petición fue aceptada y logró un tramo, pero esa decisión suscitó un gran revuelo en aquella época. "El problema era que siempre un pueblo entrega a la Virgen y otro es el que quita, pero en nuestro caso no era así: El Pinar entrega y El Pinar vuelve a quitar. Lo criticaron, pero yo digo que si voy a tu casa a pedirte un plato de comida y me das medio, lo cojo. Por eso estoy muy agradecido con El Pinar", sostiene.

El entusiasmo del pueblo era máximo tras la recuperación de la raya. Padrón señala que las ancianas hilaban la lana para confeccionar los trajes al mismo tiempo que él encargaba tintes en Barcelona para teñir las prendas. La emoción cuando recuerda la entrega de sus vecinos, tras ver colmados sus deseos, es inevitable.

Padrón creció al son del tambor herreño, moldeando un espíritu que no cesa en su empeño de transmitir a las generaciones venideras la cultura herreña. Cada vez son más los niños que se implican en la agrupación. Los "tejeguatitos", como él les llama, sienten una mayor curiosidad por su tierra a medida que estudian su historia con mayor profundidad. "Antes no se preocupaban mucho. Pasaba igual que cuando yo era pequeño y no quise aprender el tango -pieza musical que se caracteriza por la variedad de resacas- que bailaba mi abuelo. Después tuve que buscar a gente mayor para que me enseñara", apunta.

Además de actuar como uno de los guardianes de las tradiciones de El Hierro, el hijo de Benito Padrón ha encadenado una intensa vida laboral en diferentes sectores. Fue guía y conservador de Guinea, caminero y labrador de tierras. Se jubiló al frente de un supermercado y con su cámara también capturó los momentos más emotivos en bodas y bautizos, pero también los paisajes más impresionantes de la Isla para mostrárselos a los más pequeños. Esta faceta de videógrafo también explica que atesore numerosas cintas de las bajadas.

La silenciosa labor que Padrón ha llevado a cabo en beneficio del patrimonio cultural será reconocida el 30 de Mayo. Un hombre hecho a sí mismo -"yo no fui a ninguna universidad, fui a la universidad de la vida"- que ha elevado la tradición de El Hierro a lo más alto.

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