El guardia civil Rafael Campanalunga es en sí un testimonio de la evolución positiva que ha disfrutado la seguridad vial. Hace 24 años se integró en la Agrupación de Tráfico, cuando "los ciudadanos no estaban aún muy concienciados", lo que le obligaba a acudir a varios accidentes con resultado de muerte a lo largo de un solo mes.

"Con mucho orgullo y emocionado" por el granito de arena que ha podido aportar durante los últimos dos decenios y medio, aseguró ayer tras recibir la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con Distintivo Blanco que el ciudadano canario, cuando se pone a los mandos del coche, es un "conductor serio, atento a las normas y comprometido con la seguridad vial". Su contribución a lograr esta mejora es lo que han querido premiar sus mandos.

De origen italiano, aunque desde muy pequeño está afincado en el Archipiélago, ha cumplido los 56 años y hace ya 36 que decidió unir su destino al del Instituto Armado. Campanalunga afirmó que nunca ha tenido que enfrentarse al desprecio de un residente en las Islas y eso que, como él reconoció, su labor es a veces "delicada", en referencia a las sanciones. Quizá también por eso anida el dolor en él viendo cómo lo pasan sus compañeros en Cataluña. "Solo están velando por el cumplimiento de la ley", enfatiza.