"Las plantaciones de aceite de palma y sus molinos están degradando las aguas del río (Kinabatangan) y el rico ecosistema que recorre con sus vertidos de herbicidas y la construcción de caminos que atraviesan la selva", señaló a Efe un ecologista que trabaja en la zona pero que prefirió no revelar su identidad por motivos de seguridad.

Cerca de su desembocadura al Mar de Joló, el río Kibabatangan alimenta miles de hectáreas de bosque tropical y manglares donde habitan hasta 50 especies de mamíferos como monos narigudos, orangutanes, elefantes enanos y rinocerontes de Sumatra, así como 200 tipos de aves.

La fuente aclaró que hay en la actualidad hasta cinco molinos de aceite de palma en la Ribera Baja del Kinabatangan que, ubicada en la parte oriental del estado malasio de Sabah, supone uno de las llanuras fluviales más importantes del Sudeste Asiático.

Las plantaciones pueden producir en total 75 millones de toneladas al año de aceite de palma, cuya demanda está al alza por su uso como biocombustible.

El activista indicó que en la región "casi 600.000 hectáreas consisten en selva tropical, piedra caliza y pantanos, lo que ofrece una biodiversidad muy importante para su estudio ecológico, si bien, tras años de persuasión, sólo 27.000 hectáreas están protegidas dentro de la Reserva Natural de Kinabatangan (KWS)".

En 1997, las autoridades malasias declararon "área protegida" a estas 27.000 hectáreas y en 2001 elevaron su categoría a "reserva de aves".

Los intereses de los hacendados y las madereras impidieron que se declarase "refugio natural" o "parque nacional" a esa área del Kinabatangan.

El ecologista afirmó que "las plantaciones y las almazaras de aceite de palma se encuentran demasiado cerca de las reservas ribereñas y del curso del río, que también sufre la contaminación producida por las viviendas destinadas para los trabajadores de las plantaciones y el turismo".

Acusó al Gobierno de Sabah de no tomar medidas para evitar "el descontrol del uso de sustancias químicas en las plantaciones, el mal sistema de drenaje y el vertido de basura y residuos al río".

"El Gobierno hace promesas y asegura que las plantaciones y las tala de árboles están controladas, pero yo he podido ver que siguen comiendo terreno a la selva tropical", aseveró el ecologista.

En los casos en que las autoridades inspeccionan la contaminación producida por las empresas y hallan infracciones, éstas no encuentran mucha dificultad en pagar los 6.000 dólares, o 4.000 euros, a que ascienden las multas.

El deterioro del río Kinabatangan también perjudica el hábitat de los indígenas "orang sungai", de los que hay unos 15.000 en pequeñas poblaciones en la Ribera Baja.

"La mayoría de los indígenas es gente que no sabe ni leer ni escribir, no tiene recursos para enfrentarse contra la explotación de estas tierras que han habitado desde hace milenios", manifestó el activista, quien lleva más de siete años estudiando las aves de esa zona.

El río Kinabatangan y su llanura fluvial forman parte de un proyecto, impulsado por Malasia, Indonesia y Brunei, para la protección del llamado "Corazón de Borneo", uno de los lugares más importantes en el mundo en cuanto a su diversidad biológica.

Esta iniciativa pretende proteger más de 2 millones de hectáreas de bosque tropical habitados por 220 especies de mamífero y 620 tipos de aves.