La compañía Asami Ballet Tokyo estrenó Duke Ellington Ballet en Japón en julio de 2003. Para aquella ocasión especial Roland Petit contó con su bailarina estrella, la española Lucía Lacarra, y el preciso y dinámico conjunto dibujó figuras perfectas en todas las direcciones del escenario.

El espectáculo llega hoy al escenario del parque de Santa Catalina, en el marco de la decimotercera edición del Festival Internacional de Teatro y Danza de Las Palmas de Gran Canaria, para dar una función a partir de las 22.00 horas que repite mañana a la misma hora en el mismo escenario.

Tras su parada canaria, el grupo seguirá su gira con este montaje austero en su escenografía -una caja en blanco y negro- por los festivales de Pamplona, Perelada, San Sebastián, Santander y Madrid.

Ayer Lienz Chang y Lucía Lacarra, bailarines de la compañía, comparecieron ayer ante los medios informativos locales junto a Luigi Bonino, maestro repetidor; Kyozo Mitani, director artístico de la formación; Juan Carlos Cameán, representante de Telefónica, empresa que patrocina el espectáculo, y Antonio Garde, director general de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Lacónico en sus comentarios, Kyozo Mitani expresó su satisfacción por actuar en Las Palmas y explicó que el repertorio de la compañía incluye ballets clásicos como Romeo y Julieta o El lago de los cisnes y montajes contemporáneos como los de Roland Petit.

Lucía Lacarra por su parte destacó la originalidad del ballet. "Es la primera vez que un coreógrafo se atreve a hacer un espectáculo entero con jazz", destacó la artista.

Para los bailarines, aseguró más adelante Lacarra, los montajes de Roland Petit "motivan por las vivencias de las historias que mete en sus pasos", por lo que es un "honor" poder interpretarlas.

Duke Ellington, que se creó en 2003, es un espectáculo "bien hecho, fluido y entretenido", explicó Lacarra, quien comentó también que el "efecto sorpresa domina" y que en la hora y media que dura "va subiendo el ritmo y no para" en esta pieza, que fue calificada por Lienz Chang como "muy elegante" y que hará disfrutar al público de una "noche mágica". Lucía Lacarra, que recibió en 2005 el Premio Nacional de Danza en la modalidad de interpretación, manifestó que "los bailarines, que son la esencia de la danza pura", son los que constituyen el decorado de esta obra, que permite ver representados temas de Duke Ellington como Solitude, Sophisticated Lady, I Don't Mean a Thing, Satin Doll o Take the 'A' Train.

Explicó que Duke Ellington se compone de catorce piezas que no guardan relación unas con otras, con unos ritmos muy diferentes: lentos y rápidos e improvisaciones propias del jazz que conjugan los sonidos melódicos con la percusión.

Además, apuntó Luigi Bonino, se produce algo "muy original", pues los bailarines japoneses de la compañía cantan en inglés.

Lacarra explicó también que en este ballet hay piezas separadas, de grupo y pases a dos, y que el escenario es "muy sobrio", donde predominan el blanco y el negro.

El decorado, aparte de en los bailarines, se fundamenta en la "caja negra", que en ocasiones se acompaña de accesorios que necesitan.