Profetas de Mueble Bar nació en una época en la que el teatro era una utopía por estas tierras. Después de más de tres décadas la situación no ha mejorado mucho por lo que, a falta de espacios estables donde desarrollar su actividad, los aplausos del público se convierten en el mayor aliciente para continuar un trabajo que, a pesar de todos los inconvenientes, les ha traído grandes alegrías y éxitos.

Juan Ramón Pérez, Fernando Navas y Carmelo Alcántara son los creadores y directores de esta compañía que vuelve a la Isla para preparar el próximo montaje tras triunfar con Los juegos de amor y de azar en dos de las mecas del teatro clásico español, los festivales de Almagro y Peñíscola, "ciudades donde sí se aprovechan los espacios para crear teatro", apunta Fernando.

La obra más conocida de Pierre de Marivaux se llevó grandes aplausos gracias a la sencilla interpretación realizada por esta compañía, que enamoró con su humor y su acento canario al público de Almagro y Peñíscola, que, casi con pasión "rockera", se resistía a abandonar las butacas después de no poder reprimir las carcajadas durante todo el espectáculo.

Gracias a ello y a las buenas críticas cosechadas tanto en los periódicos locales como por parte de los encargados de dichos festivales, donde les aseguran tener las puertas abiertas para futuras ediciones, Profetas puede preparar con ganas su próximo proyecto: La boda de los pequeños burgueses, de Bertolt Brecht, que se podrá ver entre el 13 y el 19 de octubre de este año, incluida en la nueva programación del Teatro Cuyás.

Pero esas ganas de hacerlo bien, esa ilusión por acercar el teatro a todos los sectores de la población, puede desvanecerse ante la desidia de las autoridades canarias con el mundo de las artes escénicas. "El público es nuestra fuerza, es lo que nos empuja y nos mantiene porque el resto del entorno no es ni cómodo ni sencillo", afirma Carmelo, que tiene claro que para poder comer hay que salir de aquí.

"Dicen que somos los que más lloramos", continúa Carmelo, "pero lloraremos hasta que tengamos la teta bien hinchada y podamos comer toda la profesión de esto". Y es que la situación es para echar más de una lágrima, con un teatro Guiniguada que sólo sobrevive en nuestros recuerdos (y en las vagas promesas de algunos) y una Sala Insular de Teatro que permanece en el ostracismo debido a la falta de promoción y de una buena estructura técnica.

"Sólo pedimos tener un lugar de trabajo, aunque tengamos que arriesgar y no cobrar nada", dicen los Profetas, "que nos encarguen proyectos y luego, si quieren, que nos critiquen. Somos capaces y lo hemos demostrado".

Esta compañía lamenta no hacer temporadas, aunque han demostrado que funciona y que sobra población para ello: "No da tiempo a que se corra el boca a boca, para cuando te enteras, la obra ya no se encuentra".

A pesar de todo, Profetas continuará con ilusión cada montaje, a la espera de que el problema "se resuelva algún siglo de estos", concluye Fernando.