El último concierto de nuestra Orquesta Filarmónica sirvió para mostrarnos algo curioso y es que el país europeo musical por excelencia no es Alemania, Austria o Italia, sino Bohemia ya que si hoy tiene algo más de un millón de habitantes, es un verdadero prodigio que haya sido capaz de dar tal cantidad de compositores en épocas anteriores, pues los tres del programa no son los únicos grandes músicos que esta nación ha dado. Se explica el éxito y reconocimiento que Mozart recibió en Praga y que le negó en bastantes ocasiones Viena.

Con este preámbulo la crítica del concierto es fácil, pues si añadimos que director y solista también son checos podemos deducir que las obras interpretadas tuvieron una versión acorde con su carácter de música nacionalista, y así la obertura tan conocida de La novia vendida de Smetana ya nos entró en situación con ese arranque tan rítmico y danzante que toda la música checa posee y de la que puede decirse que este compositor es su creador. El director Libor Pesek nos dio una versión contrastada y colorista de tan famosa obertura.

El "inconformista" (como lo define el programa de mano) violinista Pavel Sporcl ya nos sorprendió con el oscuro color de su instrumento (para unos, verde; para otros, azul) y nos dio una versión auténticamente virtuosística del bello Concierto en la menor de Dvorák, que debería ser más interpretado, con un bello aunque algo escaso sonido y una frialdad interpretativa notable, lo que se notó sobre todo en los bellos diálogos que en el Adagio sostiene con el viento de la orquesta en los que faltó algo de expresión, y se lució en el rítmico y danzante Allegro giocoso final, en el que lo mismo que en el resto de la obra, la orquesta estuvo algo mejor que el solista que lució, eso sí, una magnífica técnica, admirada después en el regalo con que nos obsequió ante la ovación del público (¿un Capricho de Paganini?).

La segunda parte del programa justifica plenamente el lema de esta temporada, Música Descriptiva, pues ambas obras responden a ello, y así El duende de las aguas, de Dvorák, tan parecida a su ópera Rusalka recientemente vista aquí, en su forma de rondó con ese tema del duende tan juguetón y omnipresente, nos mostró casi lo mejor de la noche con la Orquesta que presentó, muy bien dirigida, todos los estados de ánimo y situaciones del poema musical con gran intervención de todas sus familias.

Cerró el programa de tan interesante concierto la rapsodia que sobre Taras Bulba compuso Janácek y en la que va narrando las tres muertes del relato de Gogol, tan distintas y tan bien tratadas musicalmente, con especial mención para la muerte de Andrei, magníficamente declamada, con gran expresividad, y la de Taras que cerró brillantemente el concierto, y siendo la de Ostap, la más fría e inexpresiva.

El público, yo incluido, salió muy contento del concierto, que nos mostró el gran momento de nuestra Orquesta Filarmónica.