En una entrevista concedida a Efe, Pinilla confiesa: "La novela negra fue una pequeña devoción de mi juventud, un género que veía por encima de la regularidad, de lo normal, incluso de otros géneros".

La novela policíaca le permitía asimismo seguir múltiples caminos: "más humor, más extravagancia, más comicidad sin abandonar la tragedia y el crimen".

Atribuye esa inclinación por la serie negra a que iba mucho al cine y allí devoraba los grandes clásicos, que fructificaban en su cabeza en un magma alimentado también por su inclinación por la gran comedia norteamericana".

Como algo premeditado, en su monumental trilogía "Verdes valles, colinas rojas" Pinilla dejó un crimen sin resolver, que ahora ha retomado el protagonista de "Sólo un muerto más" (Tusquets), el joven Sancho Bordaberri, un librero, "vocacional y frustrado escritor de novela policíaca, que, ante la falta de imaginación, decide inspirarse en la propia realidad".

Con la perspectiva que dan los casi setenta años transcurridos desde que escribiera diez novelas negras y publicara sólo una en edición de quiosco, "Misterio de la pensión Florrie" (1944), Pinilla, que entonces se ocultaba bajo el extranjerizado seudónimo de Romo P. Girca, considera que "el género policíaco no ha cambiado mucho desde entonces".

"Quizá hoy -añade el escritor vasco-, las novelas son más humanas y más pausadas, y han abandonado aquel vértigo que tenían las novelas y las mismas películas de la época".

El autor de "La higuera" no esconde cierta contrariedad por la irrupción de las nuevas tecnologías en las tramas policíacas: "Es verdad que hoy con el análisis de un pelo en el laboratorio casi se encuentra al asesino, pero al lector no le gusta que la tecnología resuelva los casos y prefiere que el investigador se encuentre con dificultades y que las resoluciones sean más humanas que científicas".

Con "Sólo un muerto más", Pinilla ha querido brindar un "modesto homenaje" a algunos de sus autores preferidos, "los clásicos Dashiell Hammett y Raymond Chandler, o la Agatha Christie de sus inicios con un Poirot que acabó defraudándome por ridículo".

Evoca con cariño la colección de libros populares "Biblioteca Oro", en la que a 60 céntimos cada libro se publicaron algunos títulos de estos escritores junto a su admirado S.S. Van Dine, creador de Philo Vance, un investigador aristócrata que gozó de cierta popularidad desde los años 20 hasta finales de los 40.

Aquella iniciática carrera chandleriana se truncó: "La vida te lleva por otros derroteros y me hice marino: eran tiempos muy difíciles para sentarse a escribir y además la única novela que publiqué fue un fracaso de ventas", recuerda.

En "Sólo un muerto más", que está ambientada en 1945, "se ve en qué mundo viven los personajes, aplastados por los falangistas, que son los que aportan uno de los elementos de la serie negra, la violencia".

El ambiente en el que se desarrolla la historia de Sancho Bordaberri, que se hace llamar Samuel Esparta en homenaje a Sam Spade, es "el principio de la posguerra, la dictadura y el genocidio.

"Un término al que tenemos que acostumbrarnos", dice Pinilla, que está de acuerdo en "pasar página, como dice la derecha, pero después de leerla".

El escritor vasco ya está preparando un nuevo libro, que volverá a ser novela negra y será una nueva entrega de Samuel Esparta, a quien encargan "demostrar la inocencia de un 'maqueto' acusado de un crimen que no ha cometido".