José Miguel Pérez García (Las Palmas de GC, 1957) es presidente del Cabildo grancanario, pero también historiador y catedrático de Historia Contemporánea de la ULPGC. Más allá de su papel institucional, siente, por tanto, una gran felicidad intelectual al ser uno de los firmantes del acuerdo que puso fin al exilio parisino del Archivo Negrín, que vuelve a su tierra.

- ¿A quién hay que atribuir el éxito para llevar a buen término el fin del exilio del Archivo Negrín?

- Es una solución muy compartida, y un largo proceso que tiene un claro origen en el hecho de que se desvelara que había un fondo Negrín. Si nos vamos a los años setenta y vemos los trabajos de algunos historiadores de prestigio sobre la II República y la Guerra Civil, observamos como siempre aludían a la inexistencia, o al menos al desconocimiento, de fuentes primarias. Hoy afortunadamente ya no ocurre eso. Yo creo que tuvo mucho que ver en su día la tarea que se hizo desde Gran Canaria con Juan Negrín júnior, el hijo de Juan Negrín, y su disposición para en un momento determinado sacar a la luz parte de aquel archivo documental. Evidentemente, los protagonistas esenciales han sido los nietos, en concreto Carmen Negrín, con un papel relevante, junto con la Fundación Juan Negrín, y con personas que en las instituciones creyeron en este proyecto.

- No fueron ni han sido todos, ¿no?

- En su día, el Cabildo de Gran Canaria, bajo la presidencia de María Eugenia Márquez. También el Gobierno de Canarias colaboró en aquella época facilitando recursos humanos. En esta última etapa yo creo que ha sido decisiva la Consejería de Cultura, su consejera [Luz Caballero], y los miembros de su equipo. Sus gestiones han permitido un trabajo eficaz con el Ministerio y los organismos franceses.

- ¿Ha existido algún momento de peligro en las negociaciones de la cesión?

- Más que peligro, lo que sí hubo fue un momento decisivo en el fragor de la batalla que surgió con motivo de los famosos papeles de Cataluña y el lío de Salamanca. Es decir, podía darse la cuestión de que el gobierno de la nación optara por condicionar todo ello, y por tanto colaborar para la colocación de los papeles de Negrín en los archivos centrales del Estado. Yo creo que ahí hay que reconocer que se hizo una tarea muy efectiva. Recuerdo aquí el papel muy positivo de la ministra de Cultura Carmen Calvo, sobre todo en las reuniones que tuvimos en Gran Canaria con personas de la Fundación. La tarea nuestra fue mantener con toda la claridad del mundo que Gran Canaria era el sitio idóneo, cuestión que por otra parte ya había decidido la familia de Negrín. En todo el proceso, claro está, se aclararon todas las dudas que iban surgiendo...

- ¿Por ejemplo?

- Bueno, ayer [en la firma el pasado jueves de la cesión del Archivo Negrín en la Casa de Colón] me comentaban que tratándose de quien se trata, y de los contenidos que se recogen, pues lógicamente algunos consideraban que debía tener categoría de gran archivo de Estado, y por tanto debía ubicarse en la capital... Bien, lo importante es que los papeles están en España, en Gran Canaria, y están a disposición de todo el mundo, porque incluso su digitalización permite tenerlos en muchos lugares. Otra cosa es que desde el punto de vista más sentimental y de más valor patrimonial estén en la tierra de Negrín.

- Al parecer, también dentro del PSOE hubo una negociación sobre la sede final.

- Había alguna discrepancia, pero no como Partido, sino entre algunos de sus miembros y dirigentes porque, lógicamente, tenían interés de que los papeles de Negrín estuviesen depositados en alguna Fundación. De hecho, ayer [el pasado jueves] también se dijo que el lugar más idóneo hubiese sido el de la Fundación Pablo Iglesias. Pero en todo caso ello no se debía a una postura de Partido, sino de algunos dirigentes y responsables de fundaciones.

- ¿Cuál es su visión de la superación de la cuestión histórica del contencioso Negrín en el seno del PSOE?

- Lo relevante y lo notable fue cómo en el último Congreso del PSOE [julio 2008], y a raíz de una iniciativa de las organizaciones canarias, se auspicio el reencuentro y el reconocimiento al valor de Negrín [devolución póstuma de su carné socialista] y de muchos militantes, mucha gente que en su día fueron expulsados del Partido, como ocurrió, por ejemplo, con Max Aub. Aquel Congreso fue emocionante, tuve el honor de hacer la presentación. Entre todos los representantes de las comunidades autónomas había ya un deseo de que esto fuese así, hasta tal punto que fue aprobada por unanimidad. Yo creo que a partir de ahí el Partido hizo su particular ejercicio de reconciliación, y sobre todo desde posiciones que ya nos habían adelantado muchos historiadores rigurosos.

- Carmen Negrín se posicionó de manera pública en el proceso judicial contra el juez Garzón por sus decisiones sobre el franquismo. Es conocido que recusó a los magistrados del Supremo por tomar posesión y jurar en la Dictadura. ¿Parece que en aquel momento ella se hizo una reflexión sobre la oportunidad o no de traer los papeles de su abuelo a España?

- No, o por lo menos ella no lo ha comentado así. Claro, todos tenemos la lógica preocupación por ver hasta qué punto es difícil para la reconciliación, la auténtica, que se asiente sobre el ocultamiento de lo que ocurrió... Resulta complejo comprender cómo ante un fenómeno como la Dictadura se mantienen determinadas líneas de protección, incluso algunas que tienen que ver con alguna defensa oficial incomprensible desde fuera y desde dentro. Y esto, claro, lo que hace es no favorecer la propia imagen de la democracia española. Pero, en cualquier caso, es un empeño en el que hay que seguir, pese a lo que pese, y respetando las decisiones de cualquier ámbito. Y entiendo que Carmen Negrín, que tiene una opinión muy sólida sobre estas cuestiones, y un activismo reconocido, exprese su opinión sobre el tema Garzón. En todo caso, no creo que eso haya tenido que ver ni que le haya hecho dudar para el traslado.

- ¿Qué Negrín cree usted que emergerá de los 200.000 documentos?

- Yo tengo una opinión de Negrín formada desde hace mucho tiempo. A mí me parece que fue un estadista de primera categoría en relación a otros estadistas europeos. Creo, además, que fue una persona, como otras que colaboraron con él, que revela un hecho que no fue frecuente en aquel momento tan convulso y tan violento de la historia española, y es que mantuvo una postura de enorme objetividad para comprender lo que estaba ocurriendo, y desde luego de enorme honradez en las decisiones que adoptó. Independientemente de la fortaleza, que la tuvo de forma admirable, creo que el rasgo es esencial. Y no sólo ocurrió con Negrín, sino con el propio general Vicente Rojo. A través de ellos se puede entender hasta qué punto se distanciaban de extremismos de fenómenos de generación de violencia radical, y hasta qué punto pugnaban por mantener un orden democrático. En definitiva, el conocimiento de los papeles y su traslado a Gran Canaria generarán aprecio. Es lo que yo tengo por Negrín desde hace muchos años...

- Sin embargo, ha sido algo por lo que los historiadores han tenido que luchar de manera denodada, casi en un verdadero estado de guerra.

- Negrín tiene dos clarísimas facetas. Una es la del hombre de ciencia, un individuo que tempranamente descubre una vocación, con una gran solidez desde el punto de vista intelectual y científico. Se revela además como una persona que lidera equipos que son innovadores. Por ejemplo, cuando expresa, ya en España, algunos trabajos que había hecho en Alemania, como el relativo a las glándulas suprarrenales. Las grandes figuras del país en el campo de la ciencia española le van a decir que dichas líneas de trabajo no son nada ortodoxas.... Es decir, es un avanzado en su época, además dinamiza y es por tanto uno de los grandes líderes en el ámbito universitario.

- Quizás sea su cambio de científico a político el aspecto que más intriga de su personalidad.

- Es una persona inquieta, forjada en las ideas que se llevó desde Canarias y que estaban vinculadas al republicanismo federal, y luego, más adelante, ya vinculado a las tendencias de la socialdemocracia alemana. No olvidemos que en aquellos tiempos conoció, de primera mano, una experiencia extraordinaria como fue la república de Weimar, y que marcó historia en el constitucionalismo mundial y europeo, donde democracia y política social quedan fundidas. Esa preocupación e influencia le llevan a Negrín a ir inclinando cada vez más su propia dedicación a una actividad pública por compromiso. Él era un hombre que pertenecía a un grupo social muy acomodado en Canarias, y que además tenía un gran prestigio en su tierra, como se puede ver cada vez que venía de vacaciones, y recibía el reconocimiento de toda la burguesía insular. Luego llega la Segunda República, y de los discursos de su campaña electoral en 1931 en las Islas se desprende un hombre con una claridad de ideas y con un enorme aprecio por la libertad individual. A él le toca asumir papeles delicados y muy fuertes que no buscó, como dijo, sino a los que fue llamado. Quizás el más destacado de todos sea su condición de ministro de Hacienda, donde se rodea de colaboradores extraordinarios y donde pone orden en aquellas cuentas y actuaciones públicas, y luego ya cuando se le eleva a la presidencia del Consejo de Ministros y tiene que dirigir nada menos que a una España en guerra. Como decía Azaña, era el hombre necesario del momento, incluso cuando concluye la guerra sabe siempre dónde está su posición. De hecho, cuando se va a Londres, al principio de su exilio, lo hace porque sabe que es el lugar que representa la resistencia de su gobierno al fascismo.

- ¿De qué manera entiende usted el sacrificio de Negrín por la política?

- Desde el punto de vista personal surge de una decisión voluntaria, más allá de que tenga costes o ventajas. Yo también creo que esa dedicación no es eterna, sino circunstancial. En todo caso, tiene un lado, o al menos así lo miro yo siempre que, en palabras de Azaña, consiste en esa faceta de la política que es la mejor manera de poder realizar la condición humana. Esa vertiente, que luego grandes pensadores, y cito siempre a una admirada Hanna Arendt, destacan sobremanera.

- ¿Es consciente esta sociedad del alcance de tener los papeles de Negrín?

- Para los historiadores, un acontecimiento es algo que marca dos tiempos. Y el acto de ayer [la firma de la cesión] lo hace. Yo recuerdo que en los 50, cuando se abrió la Casa Pérez Galdós, muchos entendieron que algo importante iba a ocurrir. Claro, no se desató una guerra contra su obra, sino todo lo contrario: se pudo disponer de una herramienta extraordinaria con una gran trascendencia internacional. Ocurrirá lo mismo con Negrín.