La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, bajo la dirección de Günther Herbig, estrenó ayer, en el auditorio Alfredo Kraus, Aura de Gran Canaria, de Juan José Falcón Sanabria, una obra inspirada en la naturaleza de la Isla que surge como un encargo del Patronato de Turismo del Cabildo de Gran Canaria por el Día de Canarias y que servirá de promoción de la Isla con imágenes de su paisaje. Coincide además con el 75 aniversario del compositor grancanario.

La obra, dividida en tres partes, con los títulos de Arena, Laurisilva y Acantilado, incluye "un avance en la estructuración tímbrica muy importante", señaló el propio compositor durante una presentación en la que estuvo acompañado por el gerente de la OFGC, Tilman Kuttenkeuler, "ya que ésta es la que dibuja el sonido y es la que hace que se sienta la obra, con lo que he llegado a un punto muy avanzado en este sentido".

Naturaleza

Falcón Sanabria aclaró que esta obra "no es obra sinfónica, sino una suite" en la que "el timbre es el que lleva la estructura" y que está impregnada de imágenes de la naturaleza de Canarias al modo de una contemplación subjetiva. "El aura", comentó "es lo que se ve y lo que sale, la fuerza y el germen", por lo que la esta pieza "no describe lugares físicos como el barranco o la playa de la Isla, sino la energía que emana" y aclaró que sólo hay un tema popular de El Hierro con el objetivo de hacerlo todo mucho más ancestral.

El compositor fue describiendo cada una de las partes y destacando algunas de sus características. Así, la primera, Arena, está basada en la complejidad, ya que "es muy rítmica y llena de variantes", una obra repleta de objetos sonoros que juegan dentro de la misma obra y que representan el viento y el mar con una mezcla de sonidos que contrasta entre ellos. "El viento entre flautas y clarinetes", señaló, " va creciendo hasta llegar al elemento popular, que es el elemento sorpresa de la obra, y que rompe con todo lo que estaba pasando hasta ese momento".

La segunda parte, La laurisilva, ha sido "un homenaje a nuestro pequeño bosque" en donde las percusiones dan la bienvenida. "El clarinete aparece como un elemento sorpresa", señaló, "ya que se queda solo y se expresa de forma muy romántica" ya que es en realidad un poema agnóstico "que muestra que mi vida es un interrogante".

La última parte, El acantilado, es una pieza majestuosa en la que adquiere todo el protagonismo la tuba, "un instrumento que expresa el sonido grande, los golpes de viento y de mar", aclaró Falcón Sanabria. "Es lo más cercano a la profundidad absoluta que parece un acantilado y que termina con un interrogante filosófico", añadió.

El compositor grancanario reconoció estar muy contento con el trabajo del director Günther Herbig que, "comprendió perfectamente el sentido de la obra", y de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria que también interpretó obras de Brahms y Chaikovski.