Delicado y enérgico a la vez sobre el teclado, Murray Perahia parece meditar mientras interpreta al piano. Lo suyo no es tanto una labor de perfeccionamiento técnico como una búsqueda, una inquisición. "No me interesa la perfección. Quiero entender por qué Bach escribió en un determinado pasaje un si bemol y no un si natural. Quiero entender los procesos de pensamiento de los grandes compositores, es mi reto, la posibilidad de sentir toda la pieza como una sola afirmación", explica.

Perahia se presentó en la tarde de ayer en el auditorio Alfredo Kraus junto a la Academy of St. Martin in the Fields, a la que también dirigió en la que fue la última cita grancanaria del 28ª Festival de Música. Unas horas antes, en un encuentro con periodistas, desgranó sus impresiones sobre las composiciones que componían el programa.

Del Concierto para piano nº 27 de Mozart, destacó que "es el último que escribió. Es básicamente feliz, pero como siempre ocurre con él, todo tiene sus matices. Fue uno de los primeros conciertos que yo toqué, y ahora es un reto constante, porque lo toco a menudo, el tratar de captar la atmósfera especial de esta composición, que tiene una cualidad como cantada".

Perahia se extendió a propósito de la música de este compositor, que conoce en profundidad. "Yo he tocado todos los conciertos de Mozart, que demandan una técnica sutil y delicada, pero que al mismo tiempo debe cantar, así que es un reto interesante. Su música requiere un cierto estilo, lo que significa que cada nota es importante, pero a la vez tienes que tener toda la estructura en la mente. Él dijo que veía toda la obra en una especie de flash, y yo creo que eso es importante. Su música quizá no sea tan dramática como la de Beethoven, obviamente, pero en el interior no es tan pacífica como parece en la superficie", dijo.

El pianista se refirió en especial a las óperas mozartianas: "Para interpretar a Mozart tienes que conocer su música, las óperas en particular, que tienen tanta psicología, tanto pensamiento respecto a los personajes. Él amaba a todo los personajes de las obras, los buenos, los malos...".

Ayer también interpretó la Sinfonía nº 101 de Haydn, a la que "se la llama la sinfonía del reloj, porque el segundo movimiento parece el tic tac de un mecanismo de relojería". Ese motivo es tenido muy en cuenta por el Perahia director que, a veces, durante la interpretación mira al segundero del reloj, "para cerciorarme de cuál debe ser el tempo, porque ahora a menudo se toca muy despacio". Completó el programa la Obertura Alcina, de Haendel.

Tuvo palabras de elogio para la Academy St. Martin in the Fields. "Tengo una larga asociación con ellos, desde hace 15 años hacemos al menos dos giras anuales. Me resulta muy fácil trabajar con ellos, responden como si fuéramos una familia. Ellos entienden lo que quiero y juntos trabajamos muy duro, con mucho detalle. Quedo muy contento", explicó Perahia, que quiso restar algo de importancia a su labor como director. "No me veo a mí mismo siguiendo una carrera de director. No voy a ser un director, pero tengo una especial relación con esta orquesta", dijo.

Mucha más importancia le dio a interpretar al piano. "Durante dos años no pude tocar, tenía un problema en un dedo, fue algo muy triste para mí. Tocar el piano es un modo de hablar, es como hablar. Necesito tocar, no disfruto si no lo hago", aseguró.

Director y formación ofrecerán hoy en Tenerife otro concierto, también en el marco del 28 Festival de Música, con la Obertura Liska o Die Hexe von Gyllensteen de Ries, el Concierto para piano nº 2 de Beethoven y la Sonata para piano Gran Duo de Schubert.