A Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) vino Dios a verle un día de finales de los años 50 cuando conoció en Madrid a Nelson Rockefeller durante una visita que el entonces considerado hombre más rico del mundo realizaba a nuestro país. Entre el millonario y el artista se estableció una cordial relación que culminaría algún tiempo después en Nueva York. Rockefeller, ya gobernador de la ciudad, le propició los contactos necesarios para exponer en el MOMA, lo que le abriría las puertas de las mejores galerías neoyorquinas.

Escultor consagrado y uno de los fundadores del grupo El Paso, está entusiasmado con el com-plejo cultural As Quintas de La Caridad, en el municipio asturiano de El Franco, en cuya sala de exposiciones muestra este vera-no sus dibujos su hija Marta Chirino Argenta. El complejo cuenta con todos los elogios del artista, que retoma mentalmente su fa-ceta de gestor de centros de arte, para decir que el apoyo que As Quintas tiene de un grupo de ve-cinos de La Caridad es un ejem-plo de lo que debe ser la implicación de la sociedad civil en el mundo de la cultura.

¿Cómo consiguió atraer al gran público a un centro de arte contemporáneo como el Centro Atlántico de Arte moderno (CAAM), que dirigió durante diez años?

Fue el momento histórico, la tierra baldía en la que vivíamos. El Centro nació en los años 80 cuando hubo una gran explosión y un gran amor por todo lo vinculado al mundo cultural. El CAAM tuvo sobre todo un gran beneplácito en las grandes plazas de la cultura como podían ser Nueva York o París. También funciona- ba muy bien como entidad regional y era muy visitado por los tu-ristas. Allí se contaba con el parecer de los artistas locales y con sus exposiciones, pero ellos también querían un centro internacional que resonara.

¿Qué ha cambiado desde entonces en el mundo del arte?

A partir de la famosa globalización y de toda la dinámica de los años noventa hay un cambio radical, con un tipo de gente que ya realmente vive dentro de la alta tecnología. Es evidente que tener toda la información que ofrece hoy la Red influye y origina una nueva manera de entender, el problema es que estos creadores tienen un proceso de hibridación. Si bien es verdad que lo anterior les interesa, desde el punto de vista intelectual lo rechazan.

¿Se puede alcanzar el éxito al margen de las exigencias del mercado?

Hoy el éxito se entiende de otra manera. Se habla de artistas famosos, pero la palabra fama no tiene que ver hoy en día con el éxito sino con la apariencia. Hoy el triunfo no está necesariamente unido a un pensamiento intelectual. El arte pertenece a la excelencia y ésta no es asequible a todo el mundo. Se sabe perfectamente la diferencia que hay entre lo bueno y lo mejor, lo mejor puede ser lo más interesante pero no precisamente lo bueno. Siempre hemos dicho del arte que es bueno, ésa era la síntesis, pero cuando ya realmente nos entusiasmábamos, decíamos buenísimo, y nos referíamos a toda la pasión, a todo lo que eso conlleva, a una línea de pensamiento. Hoy en día todo va en función del mercado, de lo que está sucediendo, pero además no lo estamos entendiendo. Yo nunca pensé que iba a estar preocupado de una prima de riesgo y de una agencia de calificación, que además no sé lo que es.

¿Cómo influye un momento complicado como el que vivimos en la creación?

Todo influye. El artista siem- pre es un exponente de su tiempo y de manera inconsciente se va contaminando. Superar esa presencia, ese tipo de realidad es muy difícil porque vives en el entorno en que vives. Hoy se trabaja para el ahora y el discurso ha tenido que adaptarse también a los tiempos, ya no se dice que es excelente sino que es interesante. Hablar del arte de hoy es muy difícil porque no tienes datos suficientes para saber cómo es. Ha cambiado todo el sistema en el que estamos viviendo. Se puede hablar del arte de los años 50 ó 60 cuando todavía el artista miraba la naturaleza, se recreaba ...

¿Qué queda de la herencia de El Paso?

Los jóvenes me ven como un referente pero siempre estamos hablando de cosas diferentes. Toda mi obra es muy musical, soy un gran aficionado a la música porque toda esa belleza que me entra por los oídos en mis manos se convierte en lo que hago. El arte es pensamiento y nosotros siempre dijimos que hay que ser cultos, tener un gran conocimiento porque a nosotros nos escamotearon 40 años de vida y crecimos como pudimos, pero cuando llegamos a un punto nos dimos cuenta de que teníamos que tener un conocimiento culto y universal. Pronto entendimos que se iba de lo particular a lo universal, de ahí vino nuestra pasión por Goya. Yo le he arrancado a mi tierra canaria un símbolo que es una espiral, una espiral que me ha llevado por el mundo. Toda mi obra gira alrededor de esa espiral a la que vas añadiendo el poso de toda la cultura que tú tienes.

Siempre presumió de independencia, de ser fiel a sí mismo.

Cuando entras en el estudio y cierras la puerta eres tú y la obra. Hoy hay otras preocupaciones. Para nosotros vender o no vender no era lo importante, teníamos una pasión y todo nuestro mundo se redondeaba a su alrededor, hoy los jóvenes lo tienen más difícil porque todo entra dentro de esa catalogación económica que les va a permitir seguir o quedarse en el camino y además son muchos.

En marzo cumplió 87 años, ¿sigue trabajando?

La imaginación no para. Ya no tengo la misma energía que hace años pero tengo la ayuda suficiente para seguir adelante. Cuando ya te has dedicado tantos años a tu obra desarrollas una pasión que se convierte en todo tu mundo. Mi obra es hoy más reflexiva, más sobria. Vivo en la frontera de dos mundos, lo que está sucediendo en el mundo del arte me interesa, son las nuevas generaciones, pe-ro es su mundo, nosotros ya hemos pasado ese momento. Nuestra fama hoy viene fundamentalmente de los mercados, del valor que alcanza nuestra obra en las subastas.

En alguna ocasión manifestó que se siente más reconocido en Nueva York que en España.

Sí. Para mí moverme en Estados Unidos fue muy fácil porque hablaba inglés y pude integrarme pronto. Me quedé allí muchos años dando clases en universidades y exponiendo en la galería Grace Borgenitch durante 30 años. Me sentí bien en la ciudad porque el idioma me facilitó las cosas a diferencia de lo que les pasó a otros compañeros, pero mi pasión era España y en los años ochenta decidí volver aunque seguí realizando exposiciones en Nueva York. En España el interés por el arte era una cosa minoritaria, estaba Juana Mordó, pero era un circuito reducido.

¿Qué diría a los jóvenes que empiezan hoy en este mundo?

Solo les diría que sin pasión no hay vida. La pasión es lo que te puede llevar a ser lo que quieres ser. Hoy en día no existen fórmulas porque realmente estamos bajo la presión de otra filosofía, de un cambio de los tiempos y realmente no sabemos cómo tienen que ser las cosas. No sería capaz de aconsejar nada. Únicamente que vivan y aprendan.

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