La Fundación Juan Negrín presentó ayer viernes la primera exposición realizada a partir de la colección de fotografías incluidas en el archivo del último jefe de Gobierno de la República. Las obras que integran esta muestra, son una variopinta selección de 32 imágenes escogidas por los comisarios de esta exposición, que son la fotógrafa Teresa Correa y el experto en arte Franck González entre una colección que supera las 3.000 fotografías y que se conserva en la Fundación Juan Negrín con sede en la calle Reyes Católicos.

Esta miscelánea está organizada agrupando fotografías dentro de siete epígrafes: la sanidad, la mujer, el futuro, la frontera, el frente, las letras y el patrimonio. De esta forma vemos imágenes que pertenecen a la guerra en las que los rostros de los milicianos sonrientes transmiten un sorprendente idealismo que ahora sabemos que estaba condenado a la derrota. Precisamente la derrota y la huida están representadas en otro conjunto de fotografías en las que somos testigos de la desbandada de los restos del ejército derrotado y de los civiles, que parten hacia la frontera francesa camino del exilio. De este modo también contemplamos las infraestructuras hospitalarias de la República, acompañadas de imágenes vinculadas a la infancia y la educación, así de los esfuerzos para la salvación del patrimonio artístico víctima colateral de los bombardeos. Sorprende especialmente una foto de las ruinas del Palacio de Liria, residencia de los Duques de Alba, después de haber sido bombardeada y de los preparativos para la evacuación de los fondos del Museo del Prado.

Entre todas las imágenes que retratan a personas destacan tres por la fuerza que trasmiten, la de un hombre sentado que muestra dos piernas ortopédicas y a pesar de la tragedia que le ha convertido en un tullido de por vida muestra una entereza y serenidad imperturbables, la de un niño aupado por un soldado que lleva en la mano una hogaza durante el día del pan en el que los soldados de la república entregaban a los niños el pan de su ración, y finalmente la de una joven miliciana que seguramente debió de formar parte de una proyecto propagandístico de la República que no llegó a realizarse. Esta foto está presentada por partida doble, en una se muestra con las líneas de corte pintadas, que es como fue hecha y al lado aquella parte de la fotografía que se seleccionó para formar parte de algún reportaje.

La exposición refleja el cambio que se produjo en la fotografía durante la guerra civil española, a través de la obra de la pareja de fotoperiodistas Robert Capa y Gerda Taro, que pasaron de centrarse en el espectáculo bélico, para preocuparse más en retratar el drama humano dando un paso de gigante en periodismo gráfico en una época que es conocida como la edad dorada del fotoperiodismo. No se sabe quiénes fueron los autores de estas fotografías pero se trata de auténticas obras de arte que demuestran que sus autores conocían las últimas tendencias en el campo del periodismo gráfico. Por lo tanto estas fotografías no sólo son parte de la historia de nuestro país, sino de lo que ha merecido el título de octavo arte. Se trata de momentos congelados por la tecnología, cargados de una profunda carga poética, en muchos casos dramática, alegre en otros, pero siempre dotadas de la humanidad que transmiten todas las imágenes de personas que han sido tomadas en medio de los conflictos bélicos más deshumanizados.

A veces las imágenes que contemplamos aquí nos recuerdan a otras que vemos a diario y que suceden en otros escenarios como Siria, Iraq o Ucrania y que demuestran que a pesar del drama que supone cada guerra, la humanidad no aprende nunca de sus errores, sino que sigue tropezando una y otra vez con la misma piedra.

Como recordó José Medina Jiménez, presidente de la Fundación, la existencia de este archivo muestra la voluntad de Juan Negrín, de que la República continuara existiendo, porque él fue Presidente del Gobierno de la II República hasta 1945, todavía en el exilio. Debemos recordar que dijo en septiembre de 1938: "La guerra se pierde cuando uno da la guerra por perdida. Al vencedor le proclama el vencido, no es él quien se erige en vencedor, y mientas haya espíritu de resistencia, hay posibilidades de triunfo". Como presidente del gobierno Juan Negrín recibió esta colección y la guardó como parte de esa voluntad de que el archivo visual de los republicanos continuara existiendo como muestra de que la República seguía con vida. Ante la pregunta de que alguna de esas fotos pudiera ser obra suya, sólo podemos reconocer que se sabe a ciencia cierta que además de político, debido a su condición de científico estaba a la vanguardia de toda la ciencia y la tecnología, y por supuesto la fotografía era un arte que cada vez gozaba de un desarrollo mayor, por lo que no le era ajena. Juan Negrín fue el padre de la fisiología española, lo que demuestra su gran capacidad intelectual y su interés por todos los adelantos tecnológicos. Fue un bibliófilo impenitente que convirtió su casa de París en una biblioteca al llenarla de libros del sótano hasta el ático. Como prueba de que no es únicamente la fotografía lo que Juan Negrín legó en sus archivos para la posteridad es que sus libros no están catalogados y la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas se ha comprometido a inventariarla. Por ello afínales de otoño tendrá lugar en el Instituto Cervantes de París una exposición de la biblioteca de Juan Negrín. La fotografía del archivo de Juan Negrín es sólo una parte de un tesoro de incalculable valor histórico que nos ha logrado legar esta grancanario universal, a pesar de los esfuerzos de los vencedores de la Guerra Civil por relegarlo al olvido.

La visión de esta exposición suscita al espectador toda una serie de preguntas que todavía se hallan sin respuesta. Fotografías de autores anónimos que retrataron a personajes desconocidos en una muestra que nos puede ayudar por medio de todos estos fragmentos a reconstruir el espejo roto de la memoria.