Los pasados días 31 de agosto y 1 de septiembre se cumplieron cuarenta años de la celebración en Telde, concretamente en la sociedad La Fraternidad, de las 24 horas de folklore en homenaje al cantante chileno Víctor Jara, asesinado por los golpistas en su país un año antes. Muy pocos se acordarán de aquel acontecimiento y las nuevas generaciones ni habrán oído mencionar esta celebración en su vida. Pero aquella convocatoria constituyó un referente en la música popular de Canarias por dos motivos. Primero, por la experiencia vivida por músicos de distintas procedencia, es decir, los que hacían folklore canario, los que cultivaban la canción sudamericana y los que interpretaban propiamente folk o canciones de contenido social, también denominada "canción protesta"; y en segundo lugar, porque durante esas 24 horas se conquistó una pequeña parcela de libertad dentro del autoritario régimen franquista que en aquel verano de 1974 ya comenzaba a agonizar.

Este encuentro musical, como muchos otros que se celebraron en la geografía española, evidenciaba que la libertad y la democracia eran posibles y deseables para la mayoría de la sociedad. De hecho, tres años después, el 15 de junio de 1977, los españoles acudían a las urnas a votar por primera vez en libertad desde febrero de 1936. Antes, el pueblo español sufrió una terrible guerra civil y una dictadura que duró cerca de cuarenta años con todas sus consecuencias económicas, sociales y culturales. El que esto escribe, que estuvo en la organización del evento, no entiende hoy cómo llegó a celebrarse aquellas 24 horas seguidas de canción y libertad. Es lo que voy a tratar de explicar cuarenta años después.

La idea

Durante el verano de 1973, Los Sabandeños lograron un récord en la localidad tinerfeña de Bajamar: estuvieron cantando 28 horas sobre un escenario. Lo hicieron por el placer de cantar, compaginando la música canaria con la de América Latina, como lo han hecho a lo largo de su fértil trayectoria. Aquella fue una experiencia que provocó una gran movilización ciudadana y su éxito llegó a todos los rincones del archipiélago, tanto que algunos acariciaron la idea de celebrar un evento de estas características en Gran Canaria.

Apenas un mes después de este maratón musical, concretamente el 11 de septiembre, se produjo el golpe militar en Chile que derrocó al gobierno constitucional de Salvador Allende, un presidente que tuvo el valor y el gesto histórico de suicidarse con su fusil en el Palacio de La Moneda antes de entregarse a los militares que traicionaron su juramento. Días después se conoció la detención, las torturas (le machacaron literalmente sus manos) y el asesinato del cantante Víctor Jara. Pensé que un gran homenaje a su memoria podría ser la realización de 24 horas de música al cumplirse el primer año de estos trágicos sucesos. Obviamente, el motivo no se podía decir públicamente hasta que se celebrara el maratón, en el supuesto de que se llevara a cabo.

Con estas ideas cambié impresiones con Fernando Díaz Cutillas y Manolín Reyes, los dos tristemente fallecidos de forma prematura. Cutillas estaba entonces en Diario de Las Palmas y años antes había presentado y dirigido el programa televisivo Tenderete, que había sido un auténtico revulsivo en la sociedad canaria de principios de los setenta y más tarde, cuando ya llegó la democracia, el Centro Regional de TVE volvió a recuperarlo para su programación. Y aún continúa, pero ya no es lo mismo. Reyes, por su parte, era un guitarrista y cantante de grandes cualidades (por cierto, creó de muy joven un grupo de rock and roll y fue uno de sus pioneros en la isla) que tenía una gran capacidad para relacionarse y aunar voluntades.

Tanto Nanino Díaz Cutillas como Manolín Reyes acogen la idea con entusiasmo, aunque con dudas de que pueda celebrarse. Están dispuestos a que los músicos que eran asiduos del programa televisivo (lo que más tarde se conocería como Los Viejos Tendereteros) cubran las horas que los grupos dejan libres. Las formaciones que acogen la idea y muestran su deseo de participar son Los Sancochos, Los Granjeros de Montaña Cardones y Magma-12. Y todos ellos lo hacen de forma altruista, sin cobrar siquiera las dietas de transporte, lo que da una idea del sentimiento de solidaridad de la época.

Los permisos

Ya teníamos apalabrado a los músicos y paradójicamente había sido lo más fácil. Quedaba lo más difícil: los complicados permisos gubernativos. Recuerdo que hice una primera consulta al censor de turno en la Delegación de Información y Turismo, que dependía del Gobierno Civil, y cuando se hizo una idea de lo sospechosa que era mi petición me contestó que para firmar el permiso tenía que llevarle, "escritos a máquina", el texto de todas las canciones que se iban a interpretar. Como es obvio, esto era imposible. ¿Cómo saber las canciones que se iban a cantar en 24 horas y donde encontrar todas las letras en una época en que ni se soñaba con Internet? Había que tomar otros caminos.

Me entero por un contacto que tenía en el edificio de la plaza de La Feria que el gobernador civil de entonces, Martínez Cañavate, iba a disfrutar de sus vacaciones en el mes de agosto y dejaba su cargo en una persona más tolerante o más ingenua, según como se mire. Se decide retrasar dos semanas el maratón musical y la fecha queda fijada para el sábado 31 de agosto, a las siete de la tarde, que se prolongaría hasta el domingo 1 de septiembre a la misma hora.

El permiso como tal no se solicita a Información y Turismo (allí estaba el censor, aunque me imagino que habría salido también de vacaciones), sino que se le envía una carta al gobernador civil provisional invitándole al "maratón folklórico", dando la sensación de parecerse más a un evento de la Sección Femenina del Movimiento, que todavía existía, que el homenaje a un cantante de izquierdas asesinado por unos militares en Chile. A los tres días recibimos una respuesta que decía más o menos así: "Me es imposible estar presente en tan magno festival folklórico, pero deseo que sea una fiesta divertida y que los asistentes lo pasen bien". Firmado, el gobernador civil provisional (el nombre me lo reservo porque sigue vivito y coleando en Gran Canaria). Todavía no me explico cómo fue posible que con esta tarjeta manuscrita y el permiso verbal de un funcionario de turno del Ayuntamiento de Telde se afrontara la celebración de las 24 horas de folklore.

La expectación

La difusión del evento fue como una bola de nieve. Los periódicos, incluido El Eco de Canarias que dependía del Movimiento, le dieron amplia cobertura en sus páginas y de boca en boca, entre los jóvenes progresistas, se fue transmitiendo el verdadero sentido de aquellas 24 horas de música popular. Cuando llegó el gran momento, el último día de aquel caluroso mes de agosto, buena parte de los que se dieron cita en Telde sabían que el recital era algo más que música, que de lo que en realidad se trataba era de conquistar "parcelas de libertad" en un régimen a punto de fenecer.

Hay que tener en cuenta que un mes antes de la fecha de las 24 horas de música, exactamente el 30 de julio de 1974, se había presentado públicamente en París la Junta Democrática de España, de la mano de Rafael Calvo Serer y Santiago Carrillo. Era la primera plataforma que aglutinaba a la mayor parte de la oposición política al régimen. Eventos como el de Telde significaban, a muy pequeña escala, la situación de cambio que ya se vivía en el país. También ese mismo año, en abril, se había producido la Revolución de los Claveles en Portugal, que fue como un soplo de esperanza para el futuro de España.

Todo estaba a punto. Los músicos comenzaban a llegar y en seguida me di cuenta de la dimensión que tomaba el largo recital que, en principio, parecía que iba a desarrollarse "en familia". Tony Benítez había trabajado intensamente toda la mañana para que el decorado, que reproducía la primera construcción del convento del barrio histórico de San Francisco, quedara a punto. Cuando parecía que todo era inevitable me llaman de la conserjería de la sociedad.

-Está aquí un señor que habla de permisos y dice que está dispuesto a suspender las 24 horas.

Pensé de inmediato que se trataba de un policía de la Brigada Político-Social y lancé a los que me acompañan una expresión de desconcierto: "Me parece que esto se fue al traste". Cuando llego a la conserjería me encuentro a un individuo que tenía más pinta de cobrador de seguros que de policía secreta:

-Es que tienen que pagar 300 pesetas a la Sociedad de Autores, porque si no...

Me eché a reír. El susto había pasado. Con una hora de retraso sobre la que estaba programada comenzó, sin problemas administrativos y con un paupérrimo equipo de sonido, las 24 horas de música popular.

Día inolvidable

Fernando Díaz Cutillas sube al escenario y tras referirse a la importancia de la canción popular y "a todos aquellos intérpretes que han muerto por ella", sin referirse a Víctor Jara como habíamos quedado, presenta a Los Sancochos. Son los primeros en actuar con Isas de la Isleta y con Tino Curbelo como solista. Tras el grupo, que dirigía entonces y lo sigue haciendo en la actualidad José Bolaños, suben los solistas que intervenían semanalmente en el programa Tenderete. Manuel Luis Medina ´El Minuto´, que se desplazó desde Tenerife para estar en Telde, Eduardo Moreno ´Chachón´, Orlando García, Manolín Reyes, Juan Socas, Nano Doreste, Paco Pérez, Juan A. Martín ´El Primo´, Pepe Monzón, Manolo Domínguez, Pipo Hernández, Arturo Coll, Lorenzo Barbuzano y Nanino Díaz Cutillas cubren las primeras horas de la noche y la madrugada a veces como cuartetos y en otras ocasiones como quintetos o sextetos.

El relevo lo toman cuatro componentes de Magma-12: Javier Moreno, Tini Talavera y las hermanas Pilar y Dulce Gil, que cantarían la canción número 100 del recital a las 3.55 de la madrugada: Al viejo río Paraná, bella zamba de Eladia Blázquez que popularizó el grupo Los Fronterizos. Tras ellos hay que destacar la actuación de tres músicos excepcionales: el argentino Alberto Chahín, Manuel Luis Medina y Manolín Reyes, a los que se une posteriormente Díaz Cutillas. El público masivo ya había abandonado el salón de actos de La Fraternidad y solo quedaba un grupo selecto que guardaba un respetuoso silencio que impresionaba. Estos intérpretes cantan quince canciones entre las 4.20 y las 5.35 de la madrugada, algunas de gran belleza como Si se calla el cantor o Disculpen, con Chahín en la guitarra solista y Manuel Luis Medina haciendo los solos de voz. Fue sin duda de los momentos más emotivos del maratón.

Las mañanitas

Eran las 7.45 de la mañana y los primeros rayos del sol atraviesan las cristaleras del edificio. Manolín Reyes y Orlando García, verdaderos héroes de la madrugada, junto a los componentes de Magma-12, proponen que todo el público cante a coro Las mañanitas, la vieja melodía que se pierde en la noche de los tiempos. Fue también un momento entrañable de las 24 horas porque algunos de los asistentes se encontraban dormidos en sus asientos y se despertaban oyendo las coplas "que cantaba el rey David".

La canción número 200, un vals peruano, la interpreta Orlando García a las 10.35 de la mañana. Es cuando llegan a la sede de La Fraternidad los componentes de Los Granjeros y el relevo está prácticamente asegurado. Nanino Díaz Cutillas ya no puede más y tras presentar al grupo de Montaña Cardones es despedido con grandes aplausos. El primer tema que interpretan es Puerto de La Luz, pero cuando cantan Sombra del Nublo, la mítica canción de Néstor Álamo, se llevan la ovación de la mañana. El salón vuelve a estar hasta la bandera de un público que ya no lo abandonaría hasta finalizar el recital.

Tras Los Granjeros vuelve a subir al escenario, esta vez en solitario, Manuel Luis Medina que deja al público boquiabierto. Interpreta once canciones, entre ellas Zamba de amor y trigo, Grito de protesta, Vamos para Mendoza, El guerrillero y, sobre todo, Tus ojos, que hace poner al público en pie. Su prematuro fallecimiento nos privó de una de las voces más singulares de Canarias.

Magma-12

A las tres de la tarde del domingo, ya en la recta final de las 24 horas, sube al escenario Magma-12 con su formación al completo. Sería una de las últimas actuaciones del grupo, pues los estudios universitarios con desplazamientos a La Laguna y la Península iban a dividir a parte de sus miembros. Estuvieron cantando sin descansar desde las 15.00 horas a las 17.40, con un total de 44 canciones interpretadas. Mientras el grupo actuaba, Manolín Reyes tuvo un gesto que todos recordaran para siempre. Recorrió ese primer domingo de septiembre todo el municipio de Telde en busca de flores para regalar a los jóvenes componentes de Magma-12. Llegó hasta la floristería del Aeropuerto de Gando, donde compró ramos de claveles rojos. Cuando subió al escenario y se los entregó al grupo todos los que estábamos presentes recordamos que el 25 de abril anterior la libertad llegó a Portugal con la Revolución de los Claveles.

La canción número 300 fue interpretada a las 18.10 por Orlando García y Manuel Luis Medina: Zamba para usted, de Raly Barrionuevo, que comienza así: "Yo no sé si podrá / esta zamba llegar a usted / bajo los luceros va por la noche / buscando el pueblito donde la dejé". Tras ellos actuó, de forma espontánea, una joven catalana que se encontraba de paso por Gran Canaria. Su nombre era Claudia e interpretó dos temas: Soldado universal, de Donovan, y La estaca, de Lluis Llach.

Quedaba apenas media hora y Magma-12 volvió al escenario. Tras interpretar el fragmento final de la Cantata de Santa María de Iquique del grupo Quilapayún, uno de los organizadores sube al escenario y afirma, por primera vez, que estas 24 horas de música habían sido en homenaje a Víctor Jara y condena la dictadura militar chilena: "Ya será la historia la que se encargue de juzgar al general Pinochet y a todos los golpistas".

El final

Tras estas palabras todo el público se puso en pie con las manos unidas en alto y se cantó en versión española We shall overcome (Juntos venceremos), de Pete Seeger. Fue un momento emocionante y después los músicos que quedaban en el salón tras cumplirse las 24 horas de música (recuerdo a José Bolaños y al propio Manolín Reyes) subieron al escenario para cantar unas folías parranderas. Inenarrable.

Cuando se dio por finalizado el maratón casi no lo podía creer. Se había estado cantado un día completo y siempre con público. Se interpretaron un total de 322 canciones que fueron anotadas pacientemente por Tuto Parrilla. Cuando en los días posteriores numerosas plumas de la prensa regional le dedicaron comentarios elogiosos y el escritor Ángel Sánchez lo calificaría en diciembre como uno de los acontecimientos culturales del año, me di cuenta de la trascendencia que había tenido. Para Telde también fue importante, pues a partir de entonces se celebraron tres encuentros de música popular (en 1976, 1978 y 1980) que tuvieron amplia repercusión regional con la presencia de los mejores grupos y solistas del archipiélago. Y hubieran seguido celebrándose si no llega a ser porque llegó el sectarismo y mandó a parar.

Esto fue, a grandes rasgos, las 24 horas de folklore de Telde. Posiblemente no se repetirán nunca más porque las condiciones políticas de aquellos momentos fueron excepcionales y ya forman parte de nuestra historia contemporánea. Queda, eso sí, el recuerdo de una etapa en donde la libertad había que ganarla a pulso.