"Queremos transmitir exactamente lo que quisieron expresar sus autores". Bajo este mandamiento, expresado por la productora Tatiana Solovieva, construye su propuesta el Ballet Clásico de San Petersburgo, una compañía que bebe de la mejor tradición de la danza rusa y que este fin de semana, con El lago de los cisnes y Giselle, convierte el Teatro Cuyás en el Bolshoi moscovita de 1877, fecha en que se estrenó la obra de Chaikovski.

Las dos funciones -ayer y hoy- de El lago de los cisnes, con música de Chaikovsky, coreografía de Lev Ivanov y Marius Petiba y adaptada por el director artístico de la compañía, Andrey Batalov, colgaron el cartel de no hay entradas. Mientras, apenas quedan unas cuentas para los dos pases -sábado (20.30 horas) y domingo (19.00 horas)- de Giselle, con música de Adolphe Adam, libreto de Thèophile Gautier y Jules-Henri Vernoy y coreografías de Perrot y Coralli.

"Son dos obras con 150 años de antigüedad que se han mantenido puras a lo largo del tiempo y si lo han logrado es precisamente porque nacieron maravillosas", valoró Solovieva, productora del Ballet de San Petersburgo. Por este motivo, la propuesta de Batalov intenta ser fiel a la versión original además de respetar la estética de la época. "No hemos cambiado la estructura principal. Solo hemos retocado detalles de algunos fragmentos pequeños", aseguró este director y primer bailarín del Mariinsky Ballet, conocido como el ballet imperial hasta principios del siglo XX.

El Lago de los cisnes, es la obra más representada en el mundo. Esto es un reto para bailarines, coreógrafos y directores. Más si cabe teniendo en cuenta "la enorme competitividad que existe entre las compañías y los solistas por ser los mejores", apuntó Balatov.

El Ballet Clásico de San Petersburgo, una de las agrupaciones estables que goza de mayor prestigio internacional, actúa por primera vez en las Islas Canarias. Lo hacen después de iniciar su recorrido por España el 8 de diciembre, pasar tres semanas en Barcelona y antes de su visita al madrileño teatro Luz Phillips de Gran Vía. Esta compañía privada, instalada en una constante gira internacional, se fundó hace cuatro años, por el director artístico Andrey Batalov y el director general Andrey Scharaev. El primero de estos es al mismo tiempo coreógrafo de la compañía, su primer bailarín y protagonista en las funciones del Teatro Cuyás junto a la bailarina Nadezhda Schepachiova. Su repertorio incluye títulos como Don Quijote, El Cascanueces o Chopiniana entre otras obras y junto a las dos que presentan en Gran Canaria este fin de semana y coreografías contemporáneas de Miroshnichenko o Faski.

El director de la compañía reiteró su empeño y determinación por el formato clásico. Este señaló que a finales del siglo XX se impuso una tendencia por un ballet más atlético y técnico, una suerte de concurso por ver quién hacía el mayor número de giros o lograba ángulos extremos. El espíritu de esta compañía, acorde con la tradición rusa, huye de este concepto, que entienden ligado a la danza moderna, para imbuirse en la expresión original basado en el sentimiento.

La solista Schepachiova, que interpreta el papel principal en las dos obras programadas, apuntó que cuando interpreta sus papeles intenta dejar una huella en el espectador. "No me importa tanto impresionar con los elementos técnicos sino que el público se vaya feliz porque se le ha tocado el corazón y ha visto algo importante".

La bailarina señaló que Giselle es su espectáculo preferido, por su componente dramático y el peso interpretativo de su papel. Sobre El lago de los cisnes destacó la lucha entre el bien y el mal y el elemento del amor verdadero de su trama universal:"En la vida no todo es fácil o sale como nos gustaría y muchas veces, hasta en el amor más puro, hay engaños y traiciones; es la disputa entre le bien y el mal".