Zidane da el salto del verde césped de los estadios de fútbol a la galería de arte como protagonista de una odisea contemporánea dentro de la programación cultural del Instituto Francés en Madrid. Cabilia, Marsella y Madrid forman, por otra parte, el triángulo vital de Zinedine Zidane , el genio del balón, hoy entrenador del Real Madrid, de gran discreción personal y mirada de ojos verdes a lo Clint Eastwood, que el escritor y fotógrafo galo, Philippe Bordas, presenta en Chant Furieux, un libro en el que narra el resultado de su convivencia con el astro francés durante sus últimos 100 días como futbolista.

Fueron cien días de amor hacia el ídolo, reconoció ayer Bordas en la institución francesa de la calle Marqués de la Ensenada, donde se muestran 36 imágenes inéditas de Zidane presididas por una majestuosa instantánea en la que aparece con Di Stéfano, la foto preferida del míster blanco.

Zidane siempre quiso entrar en la historia del Real Madrid y del fútbol español y esa es la imagen que mejor representa el cumplimiento de su sueño secreto, aseguró ayer Bordas, quien un día antes había acompañado a Zidane a ver la primera de las exposiciones organizadas por el Instituto Francés, dedicadas este año a las "odiseas contemporáneas". La agenda cultural gala se centra en los retos del Mediterráneo y nadie más mediterráneo que el universal Zidane, todo un modelo de éxito entre los franceses, para dar el pistoletazo de salida de la programación.

Las 36 fotografías fueron tomadas durante los últimos cien días de Zidane como jugador. Una despedida que comenzó con el último partido disputado por el francés en el Santiago Bernabéu arropado por toda su familia. El crack se retiró con un gol de cabeza al Villareal e hizo llorar a su padre, quien aparece secándose las lágrimas en otra de las fotos disparadas por Bordas en aquel encuentro de Madrid, y en las que deslumbra la belleza andaluza de Véronique Zidane, la aliada de Florentino Pérez para que su marido fichase por el Real Madrid en 1999. Véronique Fernández antes de casarse con el talentoso jugador de origen argelino nacido en los suburbios de Marsella en 1972 se ha convertido ahora en la primera dama del vestuario merengue.

"Le emocionó ver a su padre llorando", reveló ayer el escritor y fotógrafo que siguió al astro hasta la final de la Copa del Mundo de julio de 2006 cuando Italia venció a Francia y Zidane colgó definitivamente las botas.

"Tenía el encargo de realizar el libro más grandioso de fotos de un deportista", explicó el escritor galo, pero todo se fue al traste cuando inopinadamente Zidane se esfumó. El 9 de julio de 2006 fue una fecha aciaga para el futbolista y no solo por perder la final del Mundial en los penaltis ante los italianos, sino porque el jugador galo fue expulsado tras darle un cabezazo a Materazzi sin balón en disputa como respuesta a un insulto del defensa contrario. Nadie se lo esperaba de un jugador tan reservado y cerebral, pero la imagen oscureció el final de su rutilante trayectoria deportiva.

Los 10 kilos de fotos de Bordas acabaron acumulando polvo en un cajón. Un esfuerzo y trabajo perdidos hasta que un amigo ciego del escritor y fotógrafo le animó a que le contase qué se veía en esas imágenes de un futbolista tan admirado en otro tiempo.

"Me vi obligado a hacer una transposición poética para convertir las palabras en imágenes para explicarle la gestualidad" del futbolista, explicó Bordas ayer al presentar su novela, tras confesar que las fotos que a él más le gustan son las que consiguió hacerle a Zizou en el vestuario del Bernabéu con el torso desnudo.