Una herencia al lector y un exorcismo propio. Quizás un poco de ambas cosas es lo que se puede encontrar en Testamento, el último título de la obra poética de Lidia Machado, que se presenta al público mañana a partir de las 20.00 horas en el patio de la Casa Museo Pérez Galdós de la capital grancanaria.

Machado no va explicar su nueva propuesta desde de una mesa y un micrófono; lo hará como un sincretismo en el que el blanco y el negro son a la vez notas y poemas, música y sentidos. Esa es la mejor definición de Testamento.

Dice el autor del prólogo, el historiador Julio César González, que Testamento es “un escrito en forma de poemas que nos alerta a no dejar fuera lo esencial resumido en nuestros propios sentidos”. Y sí, puede ser eso, una especie de cuaderno de bitácoras de la esencia, de paseo por lo cada quien tiene de junco sin llegar nunca a romperse.

En este trabajo, con el sello de la Editorial Bilenio, Machado ha contado con la colaboración del diseñador gráfico Cristian Melián, un talento al que acompañan Sofiel del Pino, Mónica Campodarve y Nayra Jiménez, en la musicalización e interpretación de los poemas, y Javier Betancor en la fotografía, convertida aquí en seña de identidad.