Brad Pitt, convertido en un espía aliado conocido como Max Vatan, subió a un coche antiguo de color gris ataviado con un elegante traje de tonos claros, un sombrero tipo fedora y unas gafas de sol. Abrió la puerta con la mano derecha, se introdujo en el habitáculo y lo puso en marcha. Circuló por la arena de la calle Doctor Antonio Jorge Aguilar del barrio capitalino del Puerto. Avanzó apenas cincuenta metros, en los que realizó un pequeño giro a la izquierda y aparcó el vehículo frente a la antigua Fábrica del Hielo, conquistada por el ejército alemán nazi que hizo de ella su particular cuartel. Con disimulo, bajó del automóvil, cruzó la carretera y, con las manos en los bolsillos y la mirada perdida, caminó por la acera como uno más junto a un grupo de árabes. Lo que ocurrió después se descubrirá en la sala de los cines el próximo mes de noviembre, pero las llamaradas que anoche cubrieron uno de los automóviles dejan entrever el desenlace de la escena que en la tarde de ayer el equipo de Allied grabó entre las plazas Belén María y Manuel Becerra.

Los técnicos del film se encargaron de convertir esta zona del Puerto en territorio hostil. Los nazis se adueñaron del vetusto inmueble situado en las faldas de La Isleta, en cuya fachada ondean desde el pasado viernes banderas con esvásticas . Las calles se llenaron de comerciantes árabes, que paseaban por una supuesta vía de la ciudad marroquí de Casablanca en el año 1942, en plena II Guerra Mundial. A su lado, los soldados del ejército germano, perfectamente caracterizados, vigilaban desde las garitas el acceso al plató. Uniformados, firmes en todo momento, vigilaban lo que ocurría a su alrededor, por donde también caminaban ciudadanos europeos vestidos de la época y algún que otro gendarme. Por allí pasaban camiones de la marca Mercedes, motos, sidecars y vehículos clásicos como un impecable Rolls-Royce, que se entremezclaban con los carruajes cargados con alimentos y redes o las tartanas que llevaban a los figurantes.

Aquel espectáculo que retrotrajo a la capital grancanaria más de seis décadas duró toda la tarde-noche. Durante horas, el director del largometraje, Robert Zemeckis, instruía a decenas de personas que iban de un lado para otro por los alrededores del estación de guaguas de Manuel Becerra, donde ayer numerosos curiosos descubrieron cómo es el cine detrás de las cámaras con esta superproducción, que está llamada a convertirse en la más importantes de las que se han llevado a cabo en el Archipiélago.

Entre ellos estaba Noemí Cruz, que el día anterior había podido vislumbrar a Pitt por las calles de Arenales en la primera jornada de grabación. Volvía a intentarlo porque sus amigas Dácil y Elena querían también dejar grabadas en sus retinas la silueta del afamado actor. "Fue muy emocionante", decía Cruz cuando rememoraba el momento en el que le vio aparecer. "Se le notaba el maquillaje", agregaba Noemí, que destacaba la deferencia que tuvo al acercarse y saludar a quienes llevaban horas esperando para poder tomar alguna foto del actor.

Las tres se apostaron junto a las vallas instaladas en Manuel Becerra desde el mediodía con la esperanza puesta en que durante la tarde la figura de Brad Pitt apareciera frente a la Fábrica del Hielo junto a su inseparable Jeep blanco. Y lo hizo pasadas las cuatro de la tarde, cuando dio sus primeros pasos con unos impolutos zapatos blancos por la tierra que cubría el empedrado de la calle Doctor Antonio Jorge Aguilar. Primero charló con Zemeckis sobre la escena que grabarían minutos después. Luego realizó varios ensayos. Y por último se dirigió hacia las autocaravanas, pasando por delante de las decenas de personas que esperaban poder al menos verle.

Y repitió la acción que había realizado horas antes en la calle Canalejas, después de que sobre las once de la noche finalizara la primera jornada de grabación. Al grito de "¡Brad, Brad!", el actor dirigió su mirada hacia los allí presentes y respondió con un saludo que tuvo como respuesta el clamor de quienes móvil en mano capturaban la escena. La algarabía fue incluso mayor cuando momentos después el estadounidense se paseó por delante de todo aquel gentío para que pudieran retratarlo de cerca. Y es que la amabilidad que está mostrado esta estrella de Hollywood está dejando encantados a quienes acuden a las grabaciones.

Pero ayer no sólo los ciudadanos tenían como objetivo contemplar cómo se hacía una producción como esta. Representantes del Cabildo de Gran Canaria y del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria también quisieron conocer por dentro cómo este tramo de la ciudad se había trasladado hasta la mitad del siglo XX. Lo hicieron a última hora, ya con la noche, cuando la grabación estaba finalizando. Se adentraron entre los trailers llegados desde Europa con todo el equipo técnico utilizado para grabar una película cuyo presupuesto aún no se ha dado a conocer.

El rodaje de Allied continuará esta tarde. Todos los bártulos se trasladarán hasta el barrio de Triana, que ha sufrido una transformación absoluta durante los últimos días. Ya durante este sábado los vecinos y curiosos se retrataron junto a los carteles en árabe y francés que han sustituido a los anuncios de los comercios de la calle Malteses. Y la Alameda de Colón, que dará vida a un zoco marroquí en el que los puestos callejeros inundarán la calle General Bravo.

Ahora falta por conocer si la actriz Marion Cotillard, quien interpreta a la espía Marianne Beausejour, volverá a aparecer en escena después de que el viernes grabara un romántico beso con Pitt, con el que mantiene un romance durante la película hasta que este último descubre que la francesa es un agente doble que trabaja para el ejército nazi. Será una nueva oportunidad para que la capital demuestre que es un escenario ideal para todo tipo de películas.