El productor y director de cine y televisión Pedro Costa falleció ayer a los 74 años, según anunció la Academia de Cine a través de su cuenta de Twitter. Costa era el productor ejecutivo de Los últimos de Filipinas, que se rueda actualmente en el municipio grancanario de Santa Lucía, revisión fílmica del célebre episodio histórico, tras haber finalizado varias escenas en localizaciones de Guinea Ecuatorial.

Costa, nacido en Barcelona en 1941 y responsable de algunos de los títulos más emblemáticos del cine y la televisión española, fallecía en Torrelodones (Madrid) tras una larga enfermedad.

Guionista, periodista y también creador de series de TVE míticas como La huella del crimen, Costa ganó dos Premios Goya por su trabajo cinematográfico como productor por Amantes (1991), de Vicente Aranda, y La buena estrella (1997), de Ricardo Franco; con Aranda firmó también Intruso (1993) y Juana la loca (2000).

Costa se estrenó como director de cine con El caso Almería, en 1984, y siguió con Redondela (1986), aunque entre una y otra hizo los seis episodios de La huella del crimen, para RTVE, que alcanzó un enorme éxito.

Siguió rodando largometrajes y películas para televisión -Una casa en las afueras (1995); El crimen del cine Oriente (1997); Mi hijo Arturo (2001), La noche del escorpión (2002)y Acosada (2003)- pero también produjo cerca de una veintena de películas de otros directores, entre ellos, Pídele cuentas al rey, que dirigió José Antonio Quirós en 1999 o Las trece rosas, de Emilio Martínez Lázaro (2007)

Igualmente, apostó en su faceta de productor por las cintas de otro catalán, Eduard Cortés, con quien trabajó en La vida de nadie (2002), Otros días vendrán (2004) y ¡Atraco! (2012).

Además de las dos temporadas de La huella del crimen, Costa realizó capítulos específicos sobre crímenes famosos para RTVE, como El caso Wanninkohof (2008), El crimen de los marqueses de Urquijo (2009) o El secuestro de Anabel (2010).

Además, en 1965, codirigió, junto a José Ramón da Cruz, el documental más conocido sobre la visita del grupo de música británico a España del 1 al 4 de julio de aquel año, ¡Que vienen los Beatles!, con imágenes históricas.

La soltura con la que Pedro Costa manejaba los códigos narrativos de la crónica negra en sus adaptaciones de célebres casos para la pantalla grande o la televisión hunde sus raíces en la prehistoria profesional del cineasta, que se inició como periodista del semanario El Caso, biblia de los sucesos en España durante varias décadas. En diciembre de 1970, escribió una crónica sobre el Proceso de Burgos que alcanzó una gran repercusión y le proporcionó un trabajo como periodista de investigación para la revista Cambio16, de gran repercusión durante la Transición y en los años previos.

En 1974 dejó su puesto en Cambio16 y se decidió a lanzar Posible, una revista de información política, que nacía al amparo de la especial situación en la que entraba España, con el vislumbre del final del franquismo. Le acompañaron en el proyecto Cuco Cerecedo, Miguel Ángel Aguilar y Alfonso Palomares. Combinó este trabajo con la creación de API, un boletín clandestino independiente.

En 1977, Antonio Asensio Pizarro le contrató para lanzar Interviú y unos años más tarde, en 1980, se trasladó a Estados Unidos como corresponsal del Grupo Zeta. Regresó a España en 1982 y con el cambio de gobierno decidió dedicarse nuevamente al cine, con excelentes resultados en su doble faceta de director y productor, que se prolongó hasta ayer mismo.

Y es que el cine había sido su amor ya desde la etapa universitaria, donde dirigió el TEU (Teatro Español Universitario) de la Facultad de Económicas. En 1962, se matriculó en Dirección en la Escualea Oficial de Cinematografía (EOC) finalizando la diplomatura en 1968. El otoño de 1967 lanzó un Manifiesto en que propone "la creación de un cine libre e independiente de cualquier grupo político o burocrático" en una Jornadas en Sitges impulsadas por él mismo. Ante la dificultad de debutar en el cine, fundamentalmente a causa de los problemas de censura, optó por dedicarse al periodismo.