Raquel Santiago García tiene siete años y toca el trombón, como lo hace su padre Juan Carlos; integrante de la Banda Municipal de Música de Las Palmas de Gran Canaria. En su casa suelen juntarse, con la madre al piano, para vestirse los zapatos de Dorothy, protagonista de El Mago de Oz, con los acordes y la melodía de Somewhere over the rainbow, para viajar al universo mágico de lo imaginado. Raquel es entusiasta. Quiere aprender y superarse. Pero también quiere aprovechar el verano; jugar y divertirse. Por eso, ahora vive y duerme en el Alfredo Kraus y comparte su afición con otros 199 pequeños artistas en su primera experiencia en el Curso Musical de Verano en Gran Canaria Inegale - Auditorio Alfredo Kraus.

La prioridad no es el fútbol, los scouts, o la playa. Al llegar el verano y desaparecer la dictadura de los horarios, se abre un universo de anacrusas, crescendo, armonías y arpegios; un lenguaje propio para dialogar con sus amigos. Bajo este espíritu nació en 2011 el programa estival de la Asociación Músico-Educativo de Inegale, único en el Archipiélago, a partir del interés de un colectivo de educadores por fomentar el desarrollo de la educación musical y artística en Canarias. La primera edición contó con 33 estudiantes, tres profesores y la directora, Arminda López Déniz. Este años se desarrolla entre el 18 y el 27 de julio, con 200 alumnos.

"La idea surgió como un intercambio de alumnos y profesores de distintos centros y escuelas", explicó Arminda López, presidenta de Inegale. Ella recuerda como los primeros alumnos les pedían un lugar donde dormir como hacían los compañeros los scouts en sus acampadas. "Estaban tan contentos aquí que no querían irse a casa. Al año siguiente, lo organizamos para que se pudieran quedarse a dormir en una residencia", señaló. Ahora, en su séptima edición, repiten curso con 200 alumnos, el máximo posible por motivos de seguridad y logística. Pero, la demanda es superior, con 330 solicitantes y una lista de espera considerable. "Si abrimos la inscripción a las 12 de la noche, a las pocos minutos tenemos lista de espera en muchos instrumentos", explica la directora.

El secreto está en el amor por la música, un cierto punto de locura común. "Los músicos estamos todos un poco loquillos, porque hablamos un idioma común. Por eso no importa que seas chino, árabe o canario. Una orquesta puede estar compuesta por muchas nacionalidades que todos hablan el lenguaje de la música y a partir de la batuta del director. Eso es lo bonito y lo que une. De hecho, vemos las capacidades que se pueden desarrollar a partir de la música y los niños al venir aquí, aunque no tengan amigos el primer día, vengan de diferentes centros o de otras islas, se unen en masa, comparte y se genera una energía especial alrededor de eso en común que tienen que es la música. La música nos enriquece y llegar a ser profesionales es lo de menos", expone Arminda López, antes de añadir: "Construimos un adulto que va a disfrutar toda su vida con la música, porque nadie les obliga. Lo hacen por su pasión. Y nos gusta creer que ayudamos a formar mejores personas".