El pequeño caos sonoro que precede a todo concierto sinfónico había cesado unos minutos después de las 9 de la noche, el director alzó su batuta en un instante de respiración contenida y los músicos de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria se lanzaron con los vibrantes acordes y melodías de Yo soy aquel. Entre el público, codazos. "Es esta". Entonces, de la nada, salió él; el mito, el artista, Raphael, de negro riguroso y sonrisa perlada, en medio de una sonora ovación y un abrazo, para arrancarse a cantar como solo lo saber hacer él; en carne viva, mientras, aceptaba el cariño con los brazos extendidos.

Tras la intro, el concierto arranca con una declaración de intenciones. De primero, Promesas. "Yo prometo que estaremos siempre unidos en el gozo y en el llanto". Y de segundo Ahora: "Ahora que han pasado los años, intensamente vividos, exprimidos, sigo en forma. No estoy cansado y tengo decidido retrasar mi final", cantó la estrella, con las 3.000 personas del público en su bolsillo. Porque, por mucho que la Filarmónica ocupara espacio sobre el escenario, los ojos estaban enfocados en su figura.

El recorrido por los éxitos de Raphael continuó con La Noche, Enamorado de la vida, Provocación y el primer gran bombazo: Mi gran noche. Este tema, que cantó por primera vez en 1967, es posiblemente el más en boga en la actualidad. Lo cantan en las bodas, en las fiestas de todos los pueblos e, incluso, se populariza entre las aficiones que acudieron a la última edición de la Copa del Rey de Baloncesto. "¿Qué pasará, qué misterio habrá? Puede ser mi gran noche". Una parte del público grancanario le respondió con un "tu si que vales", a coro.

También recordó su extensa trayectoria. Poco le queda ya por demostrar después de 55 años de carrera profesional, una lista de distinciones y galardones con cerca de 90 entradas, y el cariño intergeneracional de un público enamorado de sus melodías, de su torrente de voz y de sus excesos -entendido solo desde el aspecto gestual- sobre el escenario. Con todo, el formato del concierto de ayer en el anexo del Estadio de Gran Canaria, acompañado por los músicos de la Filarmónica grancanaria, recordó a los tiempos de los grandes crooners -cuyo término en inglés procede de 'cantar con dulzura' o 'susurrar al oído'- de facturación americana y de grandes clubes. Lo han hecho todos los grandes. Cantantes como Bing Crosby, Dean Martin, Frank Sinatra, Tony Bennet o voces femeninas como la de Barbara Streisand. Tampoco le es ajeno al cantante de Linares.

Aún quedaba mucho y el público se las sabía todas. Se me va, Despertar el amor, Digan lo que digan y otro momento estelar: Yo sigo siendo aquel. "Lo ven", bromeó con el público. "Soy el Raphael de siempre", añadió el artista de 73 años.

Tras continuar con varios de los temas que componen su extenso cancionera, Raphael dedicó un apartado del concierto a cantar acompañado primero por un piano -Por una tontería y Volveré a nacer- y despues con guitarra -Gracias a la vida y Para que note enfades-. La Orquesta regreso para interpretar Un día más, Qué tal te va sin mí y Estuve enamorado.

El concierto llevaba ya más de hora y media y el público grancanario estaba convencido de estar ante una noche de altura, con muchas seguidoras maduras extasiadas ante su ídolo. Y es que el fenómeno fan no es nuevo. Nació en España, cuando The Beatles hacia lo propio, con artistas como Raphael.

Tras un segundo paréntesis con guitarra española y el turno de Que nadie sepa de mi sufrir y Cuando llora mi guitarra -una versión de los cuatro de Liverpool (While my guitar gently weeps) llegó la traca final cargada de éxitos explosivos.

No importó la hora ni el esfuerzo, Raphael se revitalizó para interpretar con su voz vigorosa sus mayores éxitos atemporales. En carne viva abrió las hostilidades, para que Escandalo dispara el delirio. Amame rebajó el ritmo cardiaco al tiempo que unió a parejas en un abrazo. Qué sabe nadie recordó a una Noche Vieja con Rocía Durcal en TVE y Frente al espejo y, de nuevo Yo soy aquel, sirvieron a modo de redoble de tambor, de explosión final y arrebato compartido. La estrella llamada Raphael acabó su recital con Como yo te amo y el convencimiento pleno de haber regalado una 'gran noche' al público grancanario.