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Patrimonio

El guardián de Tombuctú

Abdel Kader Haidara salvó de la amenaza yihadista cerca de 400.000 documentos manuscritos durante la guerra civil en Malí

El guardián de Tombuctú YAIZA SOCORRO

Filósofos de la talla de Hegel y Kant proclamaron que África no podía tener historia al carecer de un patrimonio documental propio con el que conservar su identidad y pensamiento. Sin este legado no existe la civilización moderna y con argumentos como este se justificó en su momento el negocio de la esclavitud. "Se podía pensar incluso que África no existe al no tener una historia manuscrita. Esto lo hemos oído decir muchas veces y en muchos lugares, cuando la realidad apunta a todo lo contrario", expuso ayer Abdel Kader Haidara, el valiente bibliotecario y héroe nacional que, durante el conflicto en Malí entre 2012 y 2013, salvó de la quema yihadista cerca de 400.000 documentos originales de las míticas Bibliotecas de Tombuctú. "Es un símbolo para los africanos. En sus archivos se documenta su historia y su desarrollo científico, cultural y religioso. Pero también hay textos extranjeros como una parte importante del patrimonio andalusí. Su contenido tiene un enorme valor. Por eso decimos que es una herencia para todo la humanidad", explicó ayer en el VIII Encuentro de Biblioteconomía y Documentación de Casa África.

Haidara se encontraba en Burkina Faso cuando los rebeldes entraron en Tombuctú en marzo de 2012. Esta ciudad de leyenda en el nacimiento del Níger contaba entonces con 45 bibliotecas -muchos de los cuales Haidara había ayudado a construir- con un patrimonio histórico formado por 600.000 manuscritos. Este archivo está compuesto por frágiles documentos, escritos entre el siglo XIII y el XX con una caligrafía llena de ornamentos. Estos recogen desde antiguos tratados sobre los más diversos temas hasta viejos documentos comerciales. Representan un compendio del saber humano en leyes, ciencias, medicina, historia y política. Algunos expertos incluso comparan su importancia con las de los rollos del Mar Muerto. Y al regresar a su ciudad, Haidara se encontró con la antigua perla del Níger sumida en la peor de las pesadillas: la policía, el ejército y los mandos gubernamentales habían desaparecido; los bancos quebraron y las tiendas y hoteles eran asaltados a diario. Haidara se recluyó en su hogar durante una semana. Comenzó entonces la destrucción de los mausoleos y los monumentos. Presente estaba el ejemplo de la demolición en 2001 de los Budas de Bamiyan, en Afganistán, por el gobierno talibán. En las calles, se imponía la matanza de personas, las manos cortadas a los sublevados, la violación de mujeres y, por supuesto, la destrucción de un valioso patrimonio artístico. Haidara comprendió la amenaza y aceptó el riesgo que implicaba. La prioridad es el archivo que tantos años de esfuerzo había dedicado.

Trabajo de recuperación

Abdel Kader Haidara pertenece a una familia de intelectuales y participó activamente, desde los años 60, en la recuperación del legado manuscrito de un territorio que vivió su mayor apogeo entre los siglos XV y XVI al establecerse como centro neurálgico del comercio en el Níger. Tombuctú llegó a contar con 150 centros de estudios en su periodo mayor esplendor. Pero sus textos de referencia se encontraban ocultos, perdidos o enterrados como consecuencia del saqueo francés durante la colonización. "Por este motivo, los misioneros escriben que no existía una base documental, cuando en realidad estaba escondido", explicó Haidara. Tras la independencia de 1960, la Unesco inició una campaña para su recuperación, con la inauguración de la Biblioteca Nacional y el Instituto Ahmed Baba, para la conservación de manuscritos, que se inauguró en 1973. Pero no fue hasta la llegada de Haidara, como director de este centro, que se empezó a actuar.

Se inició una campaña para sensibilizar a la población sobre la importancia de recuperar los manuscritos escondidos y poco a poco el gran archivo fue tomando forma. En 1991 llegó el cambio democrático y se crearon asociaciones como la que derivó en la ONG Savama -dirigida por Haidara- para la recuperación de manuscritos y su trabajo de puesta en valor. Se construyeron bibliotecas, exposiciones como la celebrada en el Congreso de Estados Unidos. El mundo posó su mirada en este bibliotecario. Muchos visitantes, investigadores, estudiantes se acercaron a sus archivos, que se convirtieron en un sector prioritario para la investigación y el desarrollo del país.

"Todo iba bien hasta que llegó la ocupación", revivió Haidara. El saqueo se produjo en el marco de la revuelta Tuareg de 2012, para la secesión de la zona norte del país, perpetrado con el apoyo de grupos islamistas radicales como Anser Dine, Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental y Boko Haram, con presencia interrumpida de la facción de Al Qaeda en el Magreb. Además, el golpe de Estado desposeyó del poder al presidente Amadou Toumani Touré.

Traslado a la capital

Durante nueve meses, el equipo de Haidara rescató más de 370.000 manuscritos de las 45 bibliotecas del entorno de Tombuctú, para trasladarlo a la ciudad de Bamako, a 27 casas diferentes y seguras, una zona próxima a la frontera con Guinea y a 650 kilómetros de distancia de la zona Norte controlada por los extremistas. Su propio sobrino fue juzgado por la ley de la Sharia y casi le cuesta una mano, castigo reservado a los ladrones. Se sucedieron los arrestos, el asalto de bandidos y el secuestro de cargamentos que intentaron transportar por el río Níger, con la excusa de buscar armas escondidas entre las piezas manuscritas. "Al principio no sabíamos qué hacer. El peligro al que estuvimos expuesto fue enorme pero teníamos que hacer algo y decidimos tomar este riesgo", señaló ayer Haidara. Este asegura haber recibido ayuda de Dubai, Alemania, Países Bajos y la Fundación Ford de Estados Unidos, para costear una operación clandestina que ejecutó con un equipo reducido de allegados y la ayuda de personas desinteresadas para salvar un patrimonio cultural "que pertenece a la humanidad".

La Unesco cifra el volumen total del archivo en 600.000 piezas manuscritas. "Nosotros calculamos que hemos desplazado 377.491 de ellas", explica Haidara. Ahora el proceso conservador se encuentra en otra etapa. Hay que mejorar las condiciones de humedad del nuevo emplazamiento, debemos recuperar lo dañado e investigar. Pero su prioridad pasa ahora por un proceso de digitalización para que no exista el riesgo de que el contenido de los manuscritos desaparezca. Haidara calcula que conserva el 70 % de su catálogo física y el 20 % está digitalizado. Pero eso sí; la Biblioteca de Tombuctú está ahora en Bamako.

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