George Michael, su legado discográfico y su huella en los escenarios de medio mundo son ya historia. El deceso del británico certifica el final de toda una era en el pop. El andamiaje industrial de esta música y el propio estilo nada tienen ya que ver con lo que reinaba en 1981, cuando comenzó a abrirse camino como la mitad rubia del dúo de adolescentes Wham. Algunos de estos drásticos cambios estuvieron capitaneados por el propio George, feroz reivindicador de la libertad creativa del artista y de su amplia participación en las estructuras de beneficio del negocio del espectáculo.

El locutor radiofónico Juan Carlos Santomé, coordinador de Inolvidable FM, es una verdadera institución de las ondas en las Islas, con más de tres décadas frente a los micrófonos. Su pasión por los vinilos le ha llevado a completar una opulenta colección que ya va por los 40.000 discos. No faltan unos cuantos de George Michael, entre LPs y maxis y singles, de quien valora especialmente su trabajo más rítmico y transgresor de la segunda mitad de los años noventa. "Es un artista mundial, aunque sea inglés traspasó las barreras de Europa. Además, constituye una imagen muy icónica de los ochenta, pero su evolución fue importante. A mí me gusta más el de los noventa", comienza señalando.

En aquellos años George Michael había cerrado bajo siete llaves al ídolo de jovencitas que una vez fue para lanzarse con alevosía a las pistas de baile, pertrechado con un repertorio de cadencias setenteras y arreglos de sonido Philadelphia. Acababa de salir del armario, pero eso no le bastaba: pretendía derrumbar el armario a golpe de cadera.

"Su voz había madurado muchísimo. Se metió más con la música discotequera, con guiños a los setenta. Su propuesta era más arriesgada, dejó atrás la imagen de la barba de tres días y sacó el single Outside. A mí me interesa más este George Michael que el otro, que era más como un ídolo popero", añade.

Madurez

Santomé destaca de él "la tesitura de su voz y la madurez que fue adquiriendo con el tiempo a pesar de sus problemas de adicciones. Su último disco era más clásico, con una orquesta sinfónica, estaba cantando clásicos del soul y el pop, era un homenaje a artistas como Roberta Flack, muy al estilo de lo que hizo Robbie Williams. Ha tocado todos los palos". Este melómano recuerda la participación de George Michael en el concierto de homenaje a Freddie Mercury en 1992, liderando a los huérfanos Queen y a un coro gospel en una impecable lectura de Somebody to love, lo que desató los rumores de su probable incorporación al mítico grupo: "Eso era un poco disparate. La fórmula no habría funcionado porque ambos, Freddie Mercury y George Michael, eran muy icónicos cada uno a su forma. No habría sido Queen".

Otro episodio importante evocado por Santomé es el contencioso que el cantante mantuvo con su compañía discográfica y que acabó mellando su exitosa carrera. "En eso estaban él, Mariah Carey y Michael Jackson, que eran de Sony. Fue en la época de Tommy Mottola al frente de la compañía. A George Michael le costó que los discos no se promocionaran. Todo vino para atrás. A Michael Jackson le ocurrió algo parecido con su disco Invincible, toda la promoción se vino abajo. A partir de ahí fue cuando George se encerró más en las drogas".

Santomé lamenta que las circunstancias personales de George Michael fueran conquistando más y más terreno mediático en detrimento de su quehacer musical y su talento. "Pudo más el personaje que la música, en los últimos años de hablaba más de su vida desorganizada, sus problemas de adicciones y su homosexualidad".

Tras enfatizar que "aquí se le recuerda por los discos de los años ochenta y por su imagen de entonces", señala que la muerte de George Michael el día de Navidad ha venido a completar una especie de broma macabra o chiste fácil, porque él fue el compositor e intérprete con Wham del célebre villancico Last Christmas, que bien puede ser traducido como "la última navidad". Esta canción, lanzada en 1986, ha sido una de las últimas incorporaciones notables por parte del pop al repertorio navideño, sólo superada por la ubicua All I want for christmas is you, de Mariah Carey.

Treinta años después del éxito de ese desamorado villancico arropado en tules de sintetizadores, George Michael fallecía y se llevaba con él el delicado cristal de su voz.