Devolver la mirada a Lucy con una veintena de discursos contemporáneos que comparten un mismo territorio. El iris de Lucy desembarca en el CAAM y Casa África como una puerta abierta a todas las realidades de un continente cuya historia está surcada de contradicciones. Un mayúsculo proyecto que comparten las dos instituciones, comisariado por Orlando Britto, director del CAAM, que trae a la capital grancanaria a 25 artistas africanas, entre ellas dos canarias, para restituir a Lucy "su auténtico iris y mirada", desde las distintas y múltiples ópticas de todas y cada una de las creadoras procedentes de los 14 países africanos representados.

Un generoso mosaico, espejo de las distintas culturas del continente vecino, que ocupa la totalidad del edificio de Balcones 11 y dos de las salas de Casa África. Es la tercera escala internacional de El iris de Lucy, desde que Orlando Britto consiguiera aunar voluntades en torno al motivo de la exposición, que no es otro que el de reescribir el relato de la madre de la humanidad desde el gesto de sus propios vástagos, los que tienen derecho por razones de arraigo y procedencia.

Ahora llega a la capital grancanaria tras su exhibición en 2016 en el MUSAC de León y en el Museo Departamental de Arte Contemporáneo de Rochechuart, Francia, que entran en coproducción junto al CAAM y Casa África, y la colaboración de la firma JTI. El presupuesto es de 122.000 euros.

La pintura, escultura, fotografía, vídeo, instalación y performance, son los medios que posibilitan amplificar un mundo quebrado en lo social y político, al que el occidental despojó de la identidad que ahora se reclama en colectividad a partir del desarrollo de conceptos como los orígenes, la memoria, la identidad, las emociones, la violencia, la religión, la historia, las tradiciones y el territorio. En definitiva, una "construcción metafórica que alude a los sistemas impositivos del pensamiento colonial, a la necesidad de la superación de los mismos y a la restitución de una mirada que nunca debió de ser sustraída", según detalló ayer Orlando Britto en la presentación de la muestra junto a una notable representación de las artistas.

Ayer, el comisario y director del CAAM estaba especialmente emocionado porque la expedición de Lucy se podía mostrar al público en la capital grancanaria, y reiteró en varias ocasiones el agradecimiento " a todas y cada una de las artistas" que hacen suyo El iris de Lucy. Pero por encima de todas ellas, "un especial y sentido recuerdo a Amal Kenawy , artista y amiga con quien compartí el sueño de El iris de Lucy desde hace más de una década, y que desgraciadamente nos dejó en 2012. A ella, su memoria y legado esta dedicado este proyecto, subrayó Britto."

Geografías como Argelia, Benin, República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Gabón, Kenia, Malawi, Marruecos, Nigeria, Senegal, Sudáfrica, Túnez y Zimbabwe, además de Canarias con Teresa Correa y Yapci Ramos, están presentes en este homenaje a la madre, la Australopithecus Afarensis, localizada en Afar, Etiopía, en 1974. Y en su nombre artistas cuyo rol muta hacia el activismo, porque se antoja como condición inherente a la de ser artista en África.

Así, el CAAM, desde hoy jueves -la exposición se inaugura a las 20.30 horas- y hasta el 4 de junio de 2017, está ocupado con el pulso y discurso de Jane Alexander, Ghada Amer, Berry Bickle, Zoulikha Bouabdellah, Loulou Cherinet,, Safaa Erruas, Pélagie Gbaguidi, Kapwani Kiwanga, Nicène Kossentini, Mwangi Hutter, Michèle Magema, Fatima Mazmouz, Julie Mehretu, Myriam Mihindou, Aida Muluneh, Wangechi Mutu, Otobong Nkanga, Tracey Rose, Berni Searle, Sue Williamson, Billie Zangewa y Amina Zoubir, además de Amal Kenawy, Teresa Correa y Yapci Ramos.

Ocho de estas artistas se desdoblan en Casa África: Zoulikha Bouabdellah, Pélagie Gbaguidi, Michèle Magema, Fatima Mazmouz, Myriam Mihindou, Otobong Nkanga, Sue Williamson y Billie Zangewa. Esta segunda cabeza de El iris de Lucy se abre al público mañana viernes, a las 20.00 horas, y permanecerá en la sede Alfonso XIII hasta el 26 de mayo.

Ayer Luis Padrón, director general de Casa África, agradecía igualmente que se active la colaboración del CAAM en la línea de dar visibilidad a la cultura contemporánea del continente, tal como se hizo anteriormente con una muestra del fotógrafo sudafricano Pieter Hugo. "Tenemos un camino en común", dijo Acosta, para recordar que la artista Pélagie Gbaguidi (Benin, 1965) ya había expuesto en Casa África hace casi diez años, en la colectiva África Plural: 3 + 3 que descubría obra de seis creadores del continente.

Entre las propuestas de Teresa Correa, en la planta sótano de Los Balcones 11, con Díptico de la especulación y la vídeo acción Desmesurada-mente; a las fotografías y vídeo de Yapci Ramos, en la última planta con Brumas , Perras y Perra 2, se expande un universo plástico que revela al espectador un discurso crítico alrededor de los distintos conceptos a que se presta la identidad de la que fue despojada Lucy, y que es oportuna para reivindicar el papel de la mujer en el arte.

El tránsito de El iris de Lucy hasta este 2017 obliga a girar la cabeza atrás en el tiempo hasta 1981, cuando Orlando Britto, tal como recordaba ayer, se cruzó con el nombre de Lucy cuando estudiaba en Granada. "Su nombre esta rodeada de una leyenda por cuanto que el antropólogo que la encontró le puso este nombre como parte de la canción de The Beatles que escuchaba en el reproductor de casete, Lucy in the Sky with Diamonds".

Decía ayer Britto que aunque fuera un "hecho anecdótico", este gesto hacia la mujer que "fue considerada la abuela de la humanidad" es reflejo del "sistema de pensamiento occidental, con su carácter dominante y excluyente, incapaz de ponerse en el lugar del espacio que visita y en el lugar del otro. ¿Por qué no haber dado a Lucy un nombre etíope o africano, que hubiese sido lo correcto?", se cuestionaba el director del CAAM.

A Lucy se la renombró como Dinknesh, "que significa eres maravillosa, la más bella", y este fue el punto de partida que hizo aflorar estas múltiples interpretaciones ligadas al territorio y al ideario de cada una de las artistas aquí presentes en este homenaje. El iris de Lucy no solo permite recuperar el eje tricontinental que preside el CAAM, esta vez con la generosa mirada al continente vecino, sino que aporta numerosos elementos para el debate sobre el desarrollo de África, sus gentes y las perspectivas de un futuro que nadie se atreve a dibujar.

Un proyecto que no deja a nadie indiferente, y que a cada nueva escala realimenta a los propios artistas. "Es una exposición que está creando sinergias que nos ha hecho crecer", explicaba ayer Safaa Erruas (Tetuán, 1976), que descubre la instalación Invisibles, con hilos de los que cuelgan los ojos de una treintena de mujeres, y que se prestó a ejercer de portavoz del conjunto de artistas que se encuentran en la Islas en estos días con motivo de la invitación del CAAM y Casa África. "Volver a las obras otra vez es darles una nueva vida", asegura.

Destacar, las instalaciones de Fatima Mazmouz, con siluetas de tela de lo que denomina súper madre; y la realizada en el CAAM por Pélagie Gbaguidi, un mural entre la pintura y la performance que invita al público a borrar y renombrar la "cuna de la humanidad".