La Berlinale se inclinó por una atípica historia de amor húngara para su Oso de Oro y repartió otros grandes honores entre el humor extra-seco del finlandés Akis Kaurismäki -en apoyo a un refugiado-, el retrato de una indómita congoleña -filmado por Alain Gomis- y la frescura de jóvenes como la española Carla Simón, mejor ópera prima del festival con Verano 1993 -además de gran premio especial del jurado en la sección Generation Kplus, exaequo con la coreana Becoming Who I Was, de Chang-Yong Moon-.

El máximo premio del jurado presidido por el director holandés Paul Verhoeven fue para Teströl és lélekröl (On Body and Soul, de la directora Ildiko Enyedi, una película sobre dos seres aparentemente inhabilitados para el amor, hasta que descubren que, noche a noche, comparten el mismo sueño.

La plata al mejor director fue para Kaurismäki, el preferido de la crítica con su historia de un sirio de Alepo al que las autoridades niegan el asilo, pero encuentra refugio entre una de esas constelaciones típicas en ese realizador, formada por ciudadanos de rostro impertérrito.

Otra plata, la del Gran Premio Especial del Jurado fue para Félicité, el retrato de una mujer a la que nada detiene, una opción asimismo acorde con la vocación de cine reivindicativo de ese festival.

Una mujer fantástica, dirigida por el chileno Sebastián Lelio, ganó el Oso al mejor guión, obra del director y de Gonzalo Maza, con una historia alrededor del rechazo social a una transgénero.

Lelio regresaba a la competición en Berlín apuntalado en el éxito logrado en 2013 con Gloria -Oso de Plata a su actriz, Paulina García- y se fue con otro galardón para esta valiente coproducción entre Chile, España, Alemania y Estados Unidos. La película obtuvo, asimismo, el premio Teddy a la mejor película de contenido LGBT del festival y una mención especial de los premios ecuménicos, ambos otorgados por jurados independientes.

Palmarés compensado

Los Osos de Plata a las mejores interpretaciones fueron para el austríaco Georg Friedrich, por su papel de padre atribulado en busca de vías de diálogo con un adolescente en Helle Nächte (Bright Nights), y para la de actriz coreana Kim Minhee, por Bamui Haebyun-Eoseo Honja (On the Beach at Night Alone).

La decisión a favor del actor se veía como una concesión al cine anfitrión, puesto que la película, dirigida por Thomas Arslan, no estuvo entre las mejor acogidas del festival. En lo que respecta a su colega coreana, se puede interpretar como un reconocimiento a Hong Sangsoo, quien junto con Kaurismäki acudía a la Berlinale como director de culto y un gran favorito a premio.

Fue un palmarés compensado, entre compromiso político y apuesta cinematográfica, en una ceremonia en que hubo muchas alusiones críticas al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y a otros "chicos decididos a destruir el mundo", en palabras del director de la Berlinale, Dieter Kosslick.