"De los árboles del sur , una fruta extraña / Sangre en las hojas, y sangre en la raíz / Cuerpos negros balanceándose en la brisa sureña/Extraña fruta cuelga de los álamos". Es la primera estrofa de Strange Fruit, una de las canciones más populares de Billie Holiday, quizás la que más, que la cantante estadounidense nacida en 1915 en Filadelfia con el nombre de Eleanora Fagan Gough, grabó en la primavera de 1939. Una pieza durísima, un desgarro que retrata la violencia racial que sacudía el país, y que sin quererlo su protagonista es sin lugar a duda la primera canción protesta de la historia.

Strange Fruit es una de las ocho canciones de Billie Holiday que componen la banda sonora del espectáculo teatral Lady Blue, -a su vez el sobrenombre que se ganó esta dama del jazz, cuya voz dijo basta a los 44 años- que se estrena en el Teatro Pérez Galdós el jueves 5 de octubre, a las 20.00 horas. Una producción con la que el Galdós también estrena la segunda temporada del ciclo Música y literatura, y con la que este formato donde se encuentran la palabra y la melodía se adentra el jazz tras propuestas anteriores sobre Shostakovich, Bach y Erik Satie, con dirección, textos y dramaturgia de Jorge Reyes, y un elenco que cuenta con la cantante Esther Alfonso Da Costa, acompañada de una banda de cuatro musicos, la HolidayBand, y los actores María de Vigo, Rubén Darío y Jorge Santana.

"Billie Holiday tenía todos los componentes para elaborar una dramaturgia muy completa, porque su vida fue un cúmulo de desgracias, y el hecho de que fuera un tanto inconsciente de la repercusión que iba a tener Strange Fruit en la sociedad norteamericana, fue algo que me llamó mucho la atención porque Billie, al igual que otro artistas del jazz y del rock tuvo un final terrorífico, y en eso tuvieron mucho que ver las carencias emocionales". Es la reflexión que hacía el director Jorge Reyes el pasado jueves en el Pérez Galdós en una de las salas de ensayo junto al trío de actores de Lady Blue.

Era Billie Holiday un juguete roto que por las circunstancias de la vida y el ambiente que se crió "reunía todos los elementos para ser víctima de gente más espabilada que ella. Muchos de ellos sus propios maridos, y otras veces, cuando no era el marido era el propio mánager", explica Reyes.

A juicio del director, ese componente dramático junto con su perfil de artista única, con una "extraordinaria interpretación y un bestial compromiso emocionall, y desde luego, una honestidad al cantar que la hacía sufrir a veces, otras ser feliz, y que por ejemplo, no lo pasaba nada bien cantando canciones como Strange Fruit", fueron los cimientos sobre los que ha levantado Lady Day, donde se pone el acento en retratar a "una persona con extremada sensibilidad y con unos handicaps emocionales terribles, que la convierten en víctima de las circunstancias".

La obra se centra en los últimos días, "cuando llegó al hospital, que apenas comía y lo que ingería en grandes dósis era alcohol, se pinchaba esporádicamente y consumía marihuana". Relata Jorge Reyes que aquellos días que trazaban el ocaso de la estrella son los que le han permitido armar esta pieza sin caer en las obviedades y en las distorsiones interesadas que pivotan sobre la historia de la cantante, la personal y la profesional, que van de la mano.

La abstinencia, la ingesta de metadona como medicina para soportar la ausencia del vicio, y lo que vino después cuando los medicos cortaron suministro y se manifestaron en ella "alteraciones del comportamiento que se repitieron hasta que murió". El director ha realizado un intenso ejercicio documental y sonoro para trazar la dramaturgia y elegir las ocho composiciones de Holiday que se interpretan en directo.

"Después de leer tanta bibliografía sobre ella, me quedo con la biografía colectiva de Julia Blackburn [ Con Billie Holiday, Global Rhtyhm, 2017, elaborada a partir de más de 150 entrevistas] que es la que más contrastada; las otras me parecieron bastante imparciales, y ésta es en la que más coinciden las otras", subraya Reyes. En concreto, parte de los testimonios de Alice Vrbsky, quien estuvo al lado de Billie Holiday en sus dos últimos años de vida, han sido determinantes para llevar el relato hasta la residencia hospitalaria y la presión del FBI hacia quien entonces más que una artista de leyenda tenía categoría de delincuente.

La idea de Jorge Reyes era esquivar los caminos comunes no siempre certeros en los que se ha movido la vida y obra de la cantante en las últimas décadas. En este sentido, enumera algunas de las leyendas sobre Lady Day como "la falsa creencia de que esta mujer murió de una sobredósis cuando falleció por una cirrósis hepática".

La autobiografía Lady Sign the Blues, publicada en 1956, y la película del mismo título que protagonizó Diana Ross en 1972, no le merecen respeto alguno a Jorge Reyes. "Estamos acostumbrados a creernos su pretendida autobiografía Lady Sing the Blues, que la escribió con el permiso y la presión de su marido Lovis Mckay". Es reveladora para desmontar falsedades en torno a su figura, porque como recuerda el director, empieza con el texto: "Mamá y papá eran un par de críos cuando se casaron. El tenía dieciocho años, ella dieciséis y yo tres". Según Reyes, "es mentira, porque nunca se casaron, y ella confesó que la escribió para recuperar la tarjeta [los permisos] que le permitiera actuar en los clubes".

Reyes tiene claro que el libro en cuestión y el biopic fílmico es un fraude. "Apuesto con esta obra por decir cosas que no hemos visto en una película. El biopic que hizo Diana Ross estaba basado en la autobiografía, las memorias, para las que contrataron como asesor al marido de ella, que se la tenía jurada, que aparecía en su vida como un galán cuando en realidad le pegaba, era un mafioso".

Con los condicionantes de dramaturgia y selección musical, "la obra es un drama de ficción que recoge testimonios de ella misma y de personajes que estuvieron alrededor, y ese punto de vista lo defiende ella en escena", subraya el director. "El trabajo no comenzaba muy creativo al principio, y me di cuenta que para hablar de la felicidad de Billie Holiday tenñiamos que verla cantando, y en espacios muy concretos de su vida, sobre todo en los inicios". Y fue entonces y con la premisa de diseñar "un montaje revelador para el público", se optó por llevar Lady Day al final de su vida.

"Muchos de los autores coinciden en resaltar el impacto emocional que supuso en su vida el episodio en el hospital, donde llegó a ser esposada por el FBI, que la dejó en un estado en el que no tenía ni ganas ni fuerzas de seguir viviendo".

Para la actriz María de Vigo, "es una idea maravillosa y como actriz queríamos ser lo más fiel en la obra, y se ha querido huir de lo faldo para rescatar lo que pudo ocurrir realmente en auquellos días".

La idea de combinar los últimos días y "verla igualmente en libertad en sus sueños y entrar en ellos" hizo que el director buscara a una actriz y a una cantante. "Es la gran apuesta a nivel interpretativo", señala Jorge Reyes. En Lady Day esto ese traduce que "la mujer de los últimos días está muy deteriorada y no tiene que nada que ver con la joven Billie Holiday, una mujer enorme y bella, que es como sueña, y me gustó esa dualidad, y la posibilida de ver a las dos Billie mirándose a los ojos en escena, y poder construir un poco de magia y una relación poética entre la que ella quiso ser y la que no pudo ser".

Un desdoblamiento de personalidad que le permite desmarcarse de lo biográfico, porque como bien recuerda, "los episodios de su vida son demasiado trágicos como para hacer una radiografía en una obra de teatro".