No hace tanto que aún se escuchaba un eco sobre la poca fiabilidad de Jonathan Viera ante el gol. Sin ir más lejos, frente al Barcelona B, el mediapunta salía del terreno de juego con una media sonrisa, con un gesto amargo, por haber fallado tres ocasiones nítidas ante la portería blaugrana. "No se puede errar tanto en la delantera", recalcó su entrenador en la sala de prensa. La afición, que venera cada ademán del 21, también se disgustó por su impericia realizadora aquella tarde. Por todo fue declarado sospechoso frente al arco adversario, y más aún cuando ayer, ante el Guadalajara, estaba rubricando un encuentro que no pasaba de discreto en el apartado ofensivo, después de su turbulenta semana, que lo llevó y trajo de Granada en un pis pas. Es evidente, Jonathan Viera no es de los que rinden fácil y hoy puede disfrutar de un gol que lo transporta al siguiente nivel.

Ante los alcarreños, que ofrecieron una resistencia inopinada, el talento de La Feria fue tan puntual como un reloj suizo para embocar a ultimísima hora la carambola que puso patas arriba al Gran Canaria. Bien organizado y con descaro, el Guadalajara encorsetó a la Unión Deportiva de salida. Le hizo un nudo en el medio campo y plantó su defensa a varias cuadras de su portero. No midió el riesgo de los contragolpes de los amarillos, por eso le llegó el primero de Vitolo en una jugada que fue un brindis a la ocupación racional de espacios en ataque.

Rompió filas

Después, con el 1-0 en el tanteador, la Unión Deportiva rompió filas y derritió sus galones en la contienda. Aunque el grupo de Juan Manuel avanzaba hacia Saizar con una facilidad pasmosa, a toda pastilla, perdió el hambre con la ventaja en el luminoso. Entonces, el partido fue un monocultivo alcarreño, con el rectorado de Jonan García y la percusión del peleón Aníbal Zurdo, ex jugador del Lanzarote. Las Palmas continuó llegando y teniendo más oportunidades, claro que las tuvo, pero las arribadas al área ya no fluían. No era un partido confortable, aunque nadie dijo que lo fuera a ser.

Cuando David González no funciona, Las Palmas se atasca en el estadio. El 10 amarillo no estaba ingenioso para el último pase y se mostraba poco templado para desenredar las jugadas sin hilo, aunque sí tuvo la sangre de hielo cuando, pasados los noventa minutos, tomó la responsabilidad desde los 11 metros.

David González tiene un ADN especial. En su madurez futbo- lística -ya tiene más de 30 años- ha encontrado un sitio en el fút- bol que se le estaba resistiendo desde la primera etapa de Juan Manuel. Tiene fe ciega en sus posibilidades y, por eso, los errores no le corrompen a la hora de tomar responsabilidades superiores. Es un jugador de extremos, para lo bueno y lo malo. Como todo inventor ingenioso, algunas veces sale chamuscado del laboratorio y, por eso, cuando la grada estaba a punto de silbarle, de reprocharle una de tantas pérdidas de balón, de tantas pelotas hacia ninguna parte, saca un toque de genialidad y decisión que lo devuelve al universo de los favoritos para la fanaticada.

Eso ocurrió en el desenlace de la función porque lo más crudo para los amarillos estuvo en el nudo del relato. Sobre todo cuando el Guadalajara, antes y después del descanso, encontró oro en los fallos de la zaga grancanaria. Primero en un error común durante esta temporada en una acción a balón parado de Ernesto, y después en una semicantada de Barbosa, a quien había embarrado una torpeza de Corrales.

Los alcarreños, con diferencia, han sido el equipo que más ocasiones le ha creado a la Unión Deportiva en el Gran Canaria. Hacía muchos meses que ningún adversario se le subía a las barbas del portero argentino como hizo ayer el conjunto de Carlos Terrazas, quien tuvo que resignarse ante un final caótico para sus intereses. Inmerecido si se repasa la película del encuentro.

Equipo gaseoso

A pesar de que el equipo de Juan Manuel tuvo una puesta en escena vigorosa, los chicos de Terrazas le hicieron pagar durante muchos minutos su tendencia a comportarse como un conjunto demasiado gaseoso, explosivo por momentos y disperso durante muchos otros. Pero en los truenos reside la victoria en el deporte. Y la magia es cara, anárquica y se muestra en un parpadeo. Por eso, Jonathan Viera marcó su gol de carambola, se dirigió a la grada con la camiseta embadurnada en sudor, buscó la complicidad de la multitud y gritó que nadie lo mueve de aquí.

Y la Unión Deportiva, al menos, salvó los puntos, aupada por su público y aliviada por una actuación arbitral que ofrece puntos controvertidos para la discusión. El balear Sureda Cuenca, que en Gerona fue tomado como el mismísimo demonio vestido de negro, ayer se convirtió en un tipo de ley. En un tipo justo que se inhibió de la segunda amarilla a Juanpe, pero que decretó un penalti discutido para Las Palmas y alargó el tiempo suficiente para que un relámpago cayera sobre el Guadalajara.