Tras 92 minutos con mucho ruido y pocas nueces, Thievy cerró el duelo entre la Unión Deportiva Las Palmas y el Sporting de Gijón con una obra de arte. El delantero francés, algo disperso durante el encuentro, se dejó caer por la banda izquierda cuando el rival, cautivo y desarmado, empezaba a asumir que no tenía nada que hacer, que el último tren con rumbo a Primera División ya se le había escapado. Allí, pegado a la línea de cal, superó la entrada del primer adversario con un control de la pelota que resultó sublime. La acción, dibujada en un solo movimiento, le habilitó para lanzarse en una carrera que trazó a un ritmo endiablado para dejar atrás a Bernardo, vendido por su lentitud, y plantarse ante Cuéllar, al que batió con un tiro cruzado que el portero rojiblanco no pudo alcanzar. El gol, el cuarto del conjunto amarillo, provocó un alivio tremendo y disparó la euforia entre la parroquia local tras un partido resuelto con una victoria (4-2) que, entre multitud de detalles, reveló todo lo bueno y todo lo malo que tiene esta UD.

A seis jornadas para el cierre del curso, después de los últimos tropiezos en el Estadio de Gran Canaria ante el Guadalajara (0-1) y el Hércules CF (0-0) y tras el derrape del pasado fin de semana ante e Córdoba CF (5-1), la cita ante el Sporting de Gijón había adquirido un tono de máxima trascendencia para la UD Las Palmas. Con el aliento de la SD Ponferradina en el cogote, a sólo dos puntos de distancia en la clasificación, el margen de error del conjunto entrenado por Sergio Lobera se había reducido de manera considerable y así, con ese panorama, con tanto en juego, con la responsabilidad ejerciendo como contrapeso, la prudencia se apoderó ayer de los primeros pasos del equipo amarillo.

Con Dani Castellano y Hernán de baja por sanción, el entrenador de la UD Las Palmas no tocó la alineación de su equipo más allá de la necesidad. Para sustituir al primero, en el lateral izquierdo, Sergio Lobera escogió a Timothée Atouba. El camerunés, que definitivamente le ha comido la tostada a Quique Corrales en ese puesto, firmó un partido más que digno. Se mostró seguro con la pelota, a la que siempre dio una salida coherente para lanzar el ataque amarillo, aunque le tocó sufrir los avances de Lora -protagonista en los dos goles del Sporting- por su parcela. Fue más sorprendente la elección de Vicente Gómez para acompañar a Nauzet Alemán en el doble pivote. Fuera del once titular desde hace el 26 de enero, el canterano fue todo generosidad: peleó como el que más, recorrió unos cuantos kilómetros y trató de dar verticalidad al juego local.

Precavido tras los últimos golpes encajados y desconfiado ante un rival agobiado y con bastante talento, la UD Las Palmas afrontó el pulso con más serenidad de la habitual. Frente al propósito habitual de jugar a todo ritmo, de no conceder ni un solo instante de tregua al adversario de turno, el equipo amarillo tiró por el control como método para domesticar al Sporting. Y así, sin sobresaltos, el reloj se plantó en el minuto 17 y la tranquilidad saltó por los aires. Fue Lora, con la permisividad de la zaga local que marcó al lateral derecho rojiblanco con la mirada, el encargado de romper la tregua al trazar un eslalon que interrumpió Murillo con un señor penalti.

David Rodríguez, siete años después de su paso por la UD Las Palmas, fue el encargado de ejecutar una pena máxima que acabó en gol (0-1, min. 18) y poner cuesta arriba, de nuevo, por tercera ocasión consecutiva en el Estadio de Gran Canaria, el tránsito del equipo amarillo en la carrera por el ascenso a Primera División. Por fortuna para los intereses del conjunto grancanario, el Sporting es tan talentoso como blando y, de inmediato, concedió un error que dispuso la posibilidad de que la Unión Deportiva empatara el partido. Tato, solo, libre de marca, sin Canella por los alrededores, se coló por la banda derecha y al soltar un centro provocó otro penalti al chocar el balón en la mano de Iván Hernández. Vitolo, con clase sin pestañear en la ejecución, hizo el 1-1 (min. 21).

La igualada impuso el orden inicial y los dos equipos se permitieron pocas alegrías. Y así, entre tanta tensión, los sobresaltos sólo se presentaron por alguna genialidad individual o por algún error ajeno. Trejo, un futbolista sobrado de clase pero con la intermitencia como marca, probó en el minuto 26 desde la frontal del área a Barbosa, que sacó una mano para enviar el balón a córner. Al rato, casi un cuarto de hora después (min. 39), un despiste de Deivid casi permite a Nacho Cases poner de nuevo por delante a un Sporting que, con más corazón que sentido común, intentaba aprovechar su última bala en Gran Canaria.

Entre ambas jugadas, Pino Zamorano firmó uno de sus habituales disparates, un error que pone de relieve que el árbitro madrileño no está para imponer justicia en el fútbol profesional. En el minuto 29 debió expulsar a Iván Hernández. El central del Sporting, que ya contaba con una cartulina amarilla por la mano que provocó el penalti del 1-1, frenó una carrera de Thievy sin intención de disputar la pelota y el colegiado, en lugar de mostrarle la segunda tarjeta, amonestó a Bernardo, que pasaba por allí.

Desenfreno

El horizonte, después de un primer acto de tono espeso, se despejó en la segunda mitad. El Sporting confundió la ambición con el desmadre, se partió por la mitad -con muchos efectivos pululando cerca de la portería de Barbosa y pocos en el repliegue defensivo- y la UD Las Palmas encontró el mejor escenario posible para lucir todas sus virtudes. Con espacios para lanzar la pelota y correr, el equipo de Sergio Lobera desplegó su potencia de fuego. A los diez minutos de la reanudación, Thievy encontró -con un pase algo largo- el desmarque de Chrisantus que, sin hueco por la salida de Cuéllar, no fue capaz de batir al guardameta del cuadro asturiano.

No falló Vitolo dos minutos después. Tras una conexión entre Chrisantus y Thievy, el extremo, por primera vez en mucho tiempo sin Lora encima, ajustó un disparo desde fuera del área para hacer el 2-1 (min. 57) y despejar un camino que parecía libre de cualquier obstáculo. El Sporting, incapaz de contener a la UD Las Palmas, sufría para aguantar en pie y Chrisantus, dos minutos después de la segunda diana, volvió a disfrutar de un duelo cara a cara con Cuéllar, que sacó una mano tremenda para evitar el descalabro definitivo del Sporting (min. 59).

El asunto aún se le puso más de cara a la UD Las Palmas cuando Pino Zamorano, esta vez sí, expulsó a Iván Hernández a falta de 24 minutos para el final (min. 66). Pero con todo a favor, como si el miedo a ganar le atrapara, el equipo de Sergio Lobera encogió. El Sporting se quedó con la pelota, impuso su ley en el centro del campo y, como si fuera una broma de mal a gusto, hasta dispuso de superioridad numérica en algunas partes del campo. Crecido, con algo de orgullo en la reserva, el equipo rojiblanco llegó a empatar en el minuto 79 (2-2) tras rematar Carmona otra buena acción de Lora.

El palo, a esas alturas y en esas condiciones, parecía una broma de mal gusto cuando, de inmediato, apareció Chrisantus con su buena estrella. Siempre sonriente, inasequible al desaliento, el delantero nigeriano pescó un balón colgado por Nauzet Alemán en un libre directo y, de cabeza, esta vez sí, se cobró todas las cuentas pendientes que tenía con Cuéllar (3-2, min. 82) y dio un respiro a la UD Las Palmas antes de que Thievy sellara el triunfo con una genialidad.

Así se las gasta esta UD, tan genial como imprudente.