"El club está ahora en buenas manos; todo lo demás no tiene mucho sentido". La afirmación se repite como un dogma entre la mayoría de los accionistas de la Unión Deportiva Las Palmas que, de pleno, rechazan el plan de Manuel García Navarro para formar un consejo de administración de consenso y, así, forzar la salida del club de Miguel Ángel Ramírez. "Por primera vez en muchos años, la entidad tiene estabilidad tanto a nivel económico como deportivo. Y así debe continuar", apuntaba ayer un empresario que posee un considerable paquete accionarial.

Ni siquiera el fallo de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Las Palmas, en la que advierte que la ampliación de capital que el club puso en marcha en 2005 se cerró de forma irregular -error que podría modificar el mapa accionarial de la Sociedad Anónima Deportiva-, condiciona el apoyo de la mayoría para que Ramírez se mantenga como máximo dirigente de la entidad de Pío XII frente a la alternativa de García Navarro.

Presidente desde 2005, Ramírez controla el 8,9% de las acciones de la Unión Deportiva en base a la ampliación de capital de 2005, una operación que está pendiente de ratificación o anulación por parte del Juzgado de lo Mercantil Número Uno de Las Palmas de Gran Canaria. Ese porcentaje representa 1.580 títulos de un total de 17.661, de los que 82 están a su nombre y 1.498 a través de Seguridad Integral Canaria -empresa de la que también es presidente-.

Además, Ramírez cuenta con el apoyo de accionistas como Germán Suárez -expresidente del club- y Nicolás Ortega -actual vicepresidente del consejo de administración de la UD Las Palmas-. Cada uno de ellos controla el 8,5% de los títulos (1.498 acciones), porcentajes que refuerzan la posición del actual mandatario frente a la oposición de García Navarro, que también posee un 8,5% del capital pero que no cuenta con alianzas para hacer frente a esta situación.

Más allá de Ramírez, García Navarro, Suárez y Ortega, entre los principales accionistas de la UD Las Palmas figuran la sociedad Gestión y Asesoramiento 3000 -grupo de empresarios que tiene la titularidad de un 8,5% y que apoya a Ramírez-; el exconsejero Armando Fuentes Falero, que posee 648 acciones; Tecnología Atlántica Inversores (250); Emalsa (150), Aguas de Teror (105); Saneamientos Aguiar (60) o Café Ortega (43).

Esa distribución de las acciones, según el reparto de los títulos a partir de la ampliación de capital de 2005, obstaculiza el plan de García Navarro para derrocar a Ramírez. En los últimos días, el expresidente de la UD Las Palmas ha solicitado la dimisión de Ramírez y la formación de un consejo de administración de consenso. Incluso, de concretarse esa aspiración, García Navarro ha apuntado que estaría dispuesto a ser flexible a la hora de cobrar el dinero que considera que el club le adeuda y por el que mantiene varios pleitos. "Si hay otra directiva, ya me plantearía cómo y cuánto cobro, no voy a reventar a la Unión Deportiva", afirmó.

El panorama tampoco variaría en exceso si el Juzgado de lo Mercantil Número Uno de Las Palmas de Gran Canaria decidiera anular la ampliación de capital de 2005 -operación que ese mismo tribunal avaló en una sentencia de 2011-. En ese caso, aunque García Navarro se convirtiera en el accionista con más títulos, no le alcanzaría para controlar el 51% de las unidades.

Antes de la reducción de capital a cero de 2005 -movimiento previo a la posterior ampliación de 3,5 millones de euros-, las 449.520 acciones de la Unión Deportiva estaban bajo control de García Navarro y de Gerencia Deportiva -una sociedad ya disuelta en la que estaban alineados Germán Suárez, Eustasio López, Ángel Luis Tadeo -ya fallecido- y los hermanos Domínguez).

Si se diera esa situación, si el reparto accionarial legal fuera el anterior a julio de 2005, Ramírez contaría con el apoyo de los socios que formaban Gerencia Deportiva, aunque García Navarro -por el número de títulos que posee- podría formar parte del consejo de administración -o delegar en alguien-.

Ante un escenario hostil para sus intereses, García Navarro no duda en plantarse como oposición. "Me tendrán en su contra, y habrá división. Y no es lo que quiero, defiendo el consenso. Sería como revivir Gerencia Deportiva y no puede ocurrir. Si los accionistas respaldan a Ramírez, me encontrarán enfrente por el bien de la sociedad", expone el empresario, que ya dirigió la UD en dos etapas: entre 1999 y 2001 y entre 2003 y 2004.