Canteranos en el punto de mira. ¿Traidores o víctimas de un mercado que pone contra las cuerdas a los clubes artesanos y catedráticos de cantera? Es la crónica de un desencuentro. En los dos últimos meses, cuatro activos de la cadena amarilla, con enorme proyección y destinados a ocupar un papel estelar en el primer equipo de Lobera, han desfilado por la puerta de salida. El último, el atómico Cristian Herrera (Las Palmas de Gran Canaria, 1991), que inicia la pretemporada con el filial del Elche, tras desechar la posibilidad de ganarse un sitio en la UD. Tras diez años en la base del club, Cristian antepone el salario del club ilicitano a su palabra -ya se había comprometido con seguir en la Isla-.

El artillero jugará la primera campaña en Segunda B y pasará desde la 2014-15 a la dinámica del primer equipo, recién ascendido a Primera. Y de esta manera, pasaría a beneficiarse del salario mínimo con el contrato profesional en la liga de las estrellas [en torno a 100.000 euros anuales, según la publicación del BOE del año 2011].

El pistolero no está solo en su huida. El 5 de mayo, el también delantero Héctor Hernández (Las Palmas de Gran Canaria, 1995) fue apartado del Juvenil de la UD, en la previa del duelo de cuartos de final de la Copa de Campeones ante el FC Barcelona. El club destapó que la perla, estandarte de la última generación de magia del técnico Mingo Oramas, se había comprometido con el Atlético de Madrid [una operación a espaldas de la entidad de Pío XII]. Héctor no volvería a jugar de amarillo. Fue traspasado al Calderón, por 250.000 euros y tres cláusulas atractivas para la UD [750.000 euros si debuta en el primer equipo colchonero, un partido amistoso, este verano en el Gran Canaria, y el 12% de un hipotético segundo traspaso].

Estas dos salidas, la del pichichi del filial y el talentoso mimbre del Juvenil, provocaron un cisma en las oficinas de Pío XII. En el caso de Cristian Herrera, el futbolista iba a formar parte del primer equipo amarillo de Lobera -su ascenso a la UD sería similar al del atacante del filial Asdrúbal Padrón, y pasaría a cobrar 36.000 euros anuales-. Sin embargo, y pese a su compromiso dialéctico, Cristian se decantó por los cuatro años de contrato del Elche, y la atractiva opción de formar parte de un Primera. "Estoy feliz; esta es la mejor opción", repite el atacante de Tamaraceite, que llegó a la cantera amarilla en 2003.

A Héctor, que despuntaba en el Juvenil, también se le ofreció brillar en el primer equipo. Dentro de las posibilidades económicas de la entidad, que se ha doctorado en exportador de magia tras las ventas de Viera (2,5 millones de euros) y Vitolo (3 millones), la UD apostó fuerte por un valor, en la órbita de la selección nacional sub 19.

Otra manera de decir adiós

¿Llegar a la UD es el verdadero sueño de una perla? ¿O vale más un buen contrato lejos de la Isla? ¿Qué papel juegan los agentes? El caso de Néstor Gordillo (Guía, 1989) y Omar Fleitas (Moya, 1991) vale para dinamitar interrogantes y tópicos. Es un adiós señorial, sin dar portazos y al no sentirse apreciados ni valorados por la UD. Situación antagónica a la de Cristian y Héctor, teñida de polémica.

Manuel Rodríguez, Tonono, responsable del departamento de formación y captación, aplaude el punto y final de Néstor -que pasó por el Viera, fue fichado por Germán Dévora, cuando el Maestro llevaba el área técnica del cuadro rojinegro, Tenerife B y Huracán-. "Vino para jugar en el Regional C de la UD y no se le cayeron los anillos. Me dijo que estaba convencido de que llegaría al primer equipo. Su humildad me conmovió", sentencia Tonono, sobre el talentoso mediapunta, que no pudo brillar en la pasada pretemporada por una lesión. En la 2012-13, dejó su firma de elegancia en el filial. La UD le ofreció a Néstor completar la pretemporada con el primer equipo y valorar su futuro, a tenor de su rendimiento. Además, sobre la mesa contaba con la opción de quedarse en el filial. El de La Atalaya de Guía, al no ser sub 23, si formaba parte del Segunda B se le cerraba la puerta del primer equipo. Al final, comunicó que no seguía.

En el caso de Omar, capitán y emblema del filial, se le ofertó una campaña más en Las Palmas Atlético -no se le planteó hacer la pretemporada con Lobera-. Se le propuso el contrato anual de 7.200 euros, según el jugador, pero el de Moya rechazó la propuesto y puso punto y final a su ciclo amarillo.

La UD es la mejor plataforma para generar valor. Un escaparate envidiado en la Liga de Fútbol Profesional, que sin embargo, no puede retener a todas sus joyas. Una misión imposible. Barça o Atlético también sufren el expolio de talento. Pero queda el rigor. En Pío XII, la palabra del club, sí vale oro.