Desde hace 25 años se realizan sueltas de perdices rojas - en ocasiones de hasta 12.000 ejemplares liberados-, y los últimos datos publicados por el Cabildo de Gran Canaria sobre las abundancias precaza para este año se cifran en 17.000 perdices. Se contempla que sobrevivan todas las que se han soltado, cuando los mejores augurios y en sitios muy concretos no alcanzarán el 50% de tasa de supervivencia, lo que se podría comprobar si los ejemplares estuvieran anillados.

Los expertos en la materia preguntados por este hecho aluden a una falta de mejoras de hábitat, como la instalación de bebederos y comederos, pequeños jaulones para la adaptación de las de granja a un medio natural hostil para ellas y la necesidad del control de animales asilvestrados.

Lo ideal es instalar un bebedero y comedero permanente de pequeñas capacidades; con 30 litros de volumen cada uno sería suficiente y el comedero se abastece del mismo grano usado en la granja. Con cuatro hierros y malla de gallinero se construye una pequeña estructura a modo de jaula y las diez perdices que trae cada caja se introducen en el interior. Durante al menos 24 horas las perdices reconocerán el terreno, comerán y beberán en buenas condiciones tras el estrés de la captura y traslado desde la granja, y sufrirán, sin correr peligro, los embates de los predadores desconocidos hasta ese momento. Tras ese pequeño periodo se levanta la malla para que salgan poco a poco y se mantenga el bando junto sin volar. Se retira al poco tiempo la malla y las perdices se van independizado del punto artificial de comida. El objetivo es tratar de aumentar las tasas de supervivencia mediante un pequeño procedimiento muy fácil de llevar a cabo y con pequeños costes añadidos.

A todo ello, habría que añadirle una mejor regulación de la presión cinegética mediante la orden de vedas anual para que la caza en Gran Canaria se convierta en una actividad natural y sostenible. De esa forma se podría ir disminuyendo las sueltas de especies hasta su total desaparición, que se considera lo más correcto, pues la última herramienta de gestión cinegética debería ser la liberación de especies de granja en el campo.

Al mismo tiempo, algunos representantes de las asociaciones de cazadores solicitan una mayor concienciación del colectivo con el fin de que por una parte se haga una caza sostenible y, por otra, se demande a los responsables una contribución real a la caza con la mejora en el estado general de los ecosistemas.

Otra de las cuestiones que destacan los cazadores en relación a las sueltas realizadas, es la inversión de parte de lo que ingresan por las tasas de las licencias de caza en la propia actividad, lo que hace suponer que el nuevo centro de cría de conejo promovido por el cabildo se financiará de la misma partida presupuestaría.

Sin embargo, lo que más demandan los cazadores son las mejoras de hábitat, control de predadores, la vigilancia y las jornadas formativas para el colectivo, medidas en las que la consejera de Medio Ambiente y Emergencias, María del Mar Arévalo, aseguró recientemente se está trabajando desde el Cabildo.