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Polideportivo

Esgrima, un estilo de vida

La tiradora hispanocubana Dianicely Marín es un referente de la disciplina deportiva en Canarias

La tiradora Dianicely Marín empuña su espada en uno de los parques de la capital grancanaria. QUIQUE CURBELO

Iba para atleta, pero la esgrima era el destino que le aguardaba desde pequeña. La tiradora hispanocubana Dianicely Marín, de 45 años, es todo un referente en esta disciplina deportiva en Canarias. Imparte clases a todas las edades, desde niños hasta adultos en el pabellón de San Fernando de Maspalomas, con el propósito de transmitirles sus casi cuatro décadas de experiencia y dominio de la espada. Los títulos que contienen sus vitrinas le avalan: campeona de España de Veteranos en Madrid el pasado año y numerosos trofeos regionales, como campeona absoluta de Canarias de Espada individual en 2011 y 2012, y también por equipos en 2010 y 2011.

Pero sus triunfos han traspasado fronteras. Natural de Camagüey (centro-este de Cuba), pero canariona de adopción, la profesora del Club Deportivo San Bartolomé de Tirajana consiguió la presea de plata en espada absoluta por equipos en los Juegos Panamericanos de La Habana en 1991, y dos bronces en el Mundial de Espada absoluta individual celebrado en la capital cubana en 1992 y 1993, entre otros trofeos. Además fue miembro de la selección nacional de Cuba entre 1991 y 1995.

Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92’ es la espinita clavada en su larga trayectoria. “Iba a entrar con la selección cubana, pero la espada femenina no entró como olímpica ese año y nos mandaron al mundial de Budapest. Eso dolió mucho, estuvimos llorando una semana”, afirma la deportista de Camagüey afincada en Maspalomas.

Asimismo, Dianicely siente que podía haber seguido muchos años más en la esgrima de alto nivel, pero su maternidad, su temprana salida del equipo nacional de Cuba y su llegada a España significaron un parón en su carrera. Cuando la retomó, su estado de forma ya no era el mismo que en su cénit deportivo, pero se está entrenando para recuperarlo. Sus próximos retos en el calendario son el Internacional de Veteranos en Gran Canaria en marzo, el absoluto de España y el Europeo.

Genes deportistas

Para Dianicely es ya un estilo de vida. “Ya no puedo dejar la esgrima, llevo tantos años en ella que si la dejara, sería como si me faltase algo. Es lo que más he perfeccionado”, explica. Cuando vivía en Cuba, entrenaba ocho horas diarias, pero ahora su ritmo frenético ha bajado hasta las dos horas de cardio y pesas de lunes a viernes.

El apoyo de los suyos también le anima a seguir empuñando la espada. “Cuando tienes casa, niños y trabajo cuesta, pero cuando tienes un marido al lado que te empuja, ‘venga, que tú sí puedes, que tienes que seguir’, tienes una estimulación ahí. Entre toda la familia todos me ayudan muchísimo con el deporte, en casa no [entre risas]. Es una broma”, comenta Dianicely. Sus genes llevan inscrito el deporte: de madre baloncestista, de tíos boxeadores y de hermano waterpolista. También su descendencia ha heredado esa pasión, pero por otras disciplinas. Su hija Jéssica Rivero, de 20 años, juega en el equipo de voleibol de Módena (Italia) y en la selección española absoluta, mientras que su hijo Antonio, de 14, prefirió el rugby, en el Club Las Palmas Maspalomas.

Sin más espejo que el de su entrenador cubano Ramón Luis Hernández, Dianicely es una atleta que se ha hecho a sí misma. Fue él quien la sacó del florete -otra de las modalidades de la esgrima- para meterla en la espada, por las cualidades físicas que atesoraba. Dianicely fue partícipe de la creación de la espada femenina en Cuba y formó parte de su élite entre 1980 y 1995.

Cuando sólo tenía 7 añitos, su madre, Diana, escuchó por la radio que se estaban haciendo pruebas deportivas en un parque de su barrio. Coincidió que el cupo de atletismo ya estaba cubierto y probó en la esgrima, la única disciplina donde quedaban vacantes. Aprobó e ingresó como interna en la Escuela de Deporte. Desde entonces ya forma parte de su día a día. Su especialidad: los impactos certeros en las manos y pies de su adversario, y la parada de cuarta -un tipo de defensa-.

La esgrima, nacida en la Alemania y la Italia de los siglos XIV y XV, exige mucha concentración para tomar decisiones en milésimas de segundo. “Requiere mucha concentración y autonomía, tienes que tomar muchas decisiones rápidas. Los asaltos tienen un tiempo, en el que tienes que tomar todas las decisiones de cómo ganar al contrario, pero también pensar cómo no dejar que te toque, y más la espada, que vale en todo el cuerpo”, apunta la tiradora.

Además, se rige por un reglamento muy estricto, donde la disciplina y el respeto hacia el adversario es un deber. “Aunque pierdas, tienes que dar siempre la mano al contrario y saludar al árbitro. No puedes perder y tirar una máscara o una espada por coraje o rabia, porque está sancionado”, señala.

Según la espadista hispanocubana, no importa tener unas grandes condiciones físicas para llegar lejos, sino el entrenamiento, la concentración, una buena disciplina y buen entrenador. No basta con tocar al contrario con la punta de la espada, sino que hay que presionarla lo suficiente contra su cuerpo para activar el dispositivo que incorpora (una bolita metálica con un muelle) y así el punto pueda subir al marcador.

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