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Baloncesto Copa del Rey La Coruña 2016 (semifinales, el análisis)

Aprender de los errores

A partir de la defensa se empezó a gestar la remontada histórica - Los capitanes, Eulis Báez y Albert Oliver, se mostraron como los líderes

Aprender de los errores

La Copa del Rey está sirviendo para que el Herbalife Gran Canaria reivindique los errores que ha cometido durante la fase regular liguera. De las siete derrotas, quedó la imagen de un equipo que se rendía ante las adversidades. En Coruña, ante Valencia Basket y Bilbao Basket, el equipo claretiano ha sabido sacar su casta y tirar de orgullo para enfrentarse a los fantasmas de la Liga y terminar de vencer en sus dos enfrentamientos.

El equipo amarillo ha sabido combinar a la perfección el talento que derrochan sus jugadores con la veteranía de los líderes dentro del vestuario. Ayer, con el panorama más negro que el peor de los agoreros podía esperar, con una primera mitad en la que el equipo parecía no haber salido del vestuario y con diecinueve puntos de diferencia negativa en el marcador en el minuto 27 de partido, saltó la chispa y los claretianos abrieron el tarro de las esencias para sacar sus mejores virtudes.

Tiro exterior

Los lanzamientos desde la línea de 6,75 tienen dos lecturas en el partido de ayer. La primera, en el desacierto y el abuso de intentos de triples que dejó un registro de 2/17, en el que Albert Oliver era el único que los había transformado. Y la segunda, por ser la clave para terminar de darle la vuelta a la tortilla. De el paupérrimo porcentaje de los tres primeros cuartos se pasó a un 6 de 11 en el último tramo del encuentro. Cada acierto desde el triple suponía una losa en la mentalidad del Bilbao, que además se contagió del papel errático del principio del Granca y firmó un 1 de 8 en el último cuarto.

Circulación

La falta de ideas en los tres primeros cuartos se vio reflejado en el escaso número de asistencias del Herbalife. Kevin Pangos, el timonel amarillo, sólo pudo repartir un pase de canasta en el partido. Tal era el desacierto de ese tramo 'maldito' que hasta Seeley fallaba sólo ante canasta tras lo que hubiera sido una asistencia de Omic.

Albert Oliver, en su línea de facilitar canastas a sus compañeros, cumplió con el papel de sostener al equipo durante el partido. 4 asistencias en su haber hasta el tercer cuarto, para ceder el protagonismo a Pangos en los últimos minutos, que ayer se ganó el derecho de genio de Ontario.

Casta

Los pesos pesados del equipo dieron el paso al frente cuando más hacía falta ayer. Un enorme Albert Oliver en la mayor parte del partido y un soberbio Eulis Báez con la mejor muestra de sangre fría que se puede exhibir en los momentos críticos.

Dos triples del dominicano en el último cuarto eran el reflejo de la decisión que tomó el equipo para pasar a su primera final en competición nacional.

Báez pidió el balón, nunca se escondió y se dejó el alma para luchar cualquier balón dividido en defensa.

Aunque el Granca ganó ayer en equipo, estas dos figuras demostraron por qué son dos de los capitanes de la escuadra amarilla. Sin duda, siguen siendo dos de sus pilares más importantes.

Sufrimiento

Los nervios de los seguidores amarillos están sufriendo más de lo normal en esta Copa. La recompensa ha llegado en los dos partidos en forma de remontada. Contra el Valencia tocó levantar el partido tras ir doce abajo; y ayer contra el Bilbao la diferencia era de diecinueve en el marcador. Victorias con sufrimiento, pero victorias que llenan de alegría.

Los ánimos de los seguidores amarillos se han visto mermados durante varios momentos del torneo, pero han estado ahí cuando le ha hecho falta al conjunto claretiano. Así lo saben los jugadores y así se lo piden desde la pista cuando se les ve agitar sus brazos en dirección a la hinchada insular en busca del aliento que les ayuda a darle la vuelta a los partidos.

El desempeño de Savané como perro guardián en el último cuarto empezó a ser determinante. El gran capitán se desató en los últimos minutos y construyó un muro infranqueable para los bilbaínos en la pintura. Sumó tres tapones en el casillero y minó la mente rival, que veía cada vez más pequeño el aro.

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