Premio Guruceta en 2015 y escarapela FIFA desde hace dos años. En total, Alejandro Hernández lleva cuatro campañas en la máxima categoría. Su próximo reto internacional, la fase final del Campeonato de Europa Sub-19 que se disputará en Alemania del 11 al 24 de julio.
¿Soñaba, cuando con once años de edad empezó su carrera arbitral, en contar con un currículo tan relevante a estas alturas?
Para nada pensaba en alcanzar cotas tan altas cuando me iniciaba pitando partidos en aquellos campos de tierra, porque soy de la época de cuando aún se jugaba en tierra, no como ahora que existe el césped artificial. Ha pasado de ser un sueño a un objetivo y, luego, a una realidad. Pero para nada soñaba en aquellos comienzos llegar hasta donde estoy ahora mismo.
¿Y qué supone?
Pues un premio a los malos momentos que uno ha vivido, lesiones, viajes, partidos muy difíciles en categorías inferiores. Llegar a dirigir encuentros en la mejor liga del mundo supone una gran recompensa. Tengo la enorme suerte de dedicarme profesionalmente a una de tus aficiones.
Es paradójico que el arbitraje español, que tan buena reputación tiene en el exterior, luego en casa sea vilipendiado a veces...
Como se suele decir, nadie es profeta en su tierra. Fuera, los árbitros españoles estamos muy bien valorados. Arbitrar en la mejor liga del mundo es un escaparate muy exigente, requiere de colegiados bien preparados. Está claro que se comenten errores, pero como en todas las competiciones del mundo. Lo que ocurre es que estamos expuestos al análisis mediático.
¿Y qué le parece que exista tanto seguimiento a las actuaciones arbitrales, que se miran con lupa jornada tras jornada?
Se analiza todo. Si cuatro o cinco personas no logran ponerse de acuerdo en una jugada después de verla cuatro o cinco veces en televisión a cámara lenta, imagínese lo que debe ser para un árbitro juzgarla en décimas de segundo. Esto pone todavía más en valor nuestro trabajo, demuestra lo complicado que es arbitrar.
Dirigir un Barcelona-Real Madrid, en el Nou Camp, o un Granada-Barça donde se decide el título de liga, qué responsabilidad...
Indudablemente estoy muy contento por ello, porque supone dar un paso al frente en Primera División. Estoy viendo recompensado mi esfuerzo en forma de partidos claves. Esto me da confianza, supone que estoy trabajando en la buena línea.
¿Qué sintió cuando vio que era el elegido para dirigir ese clásico que ganó el Real Madrid por 1-2? ¿Tuvo una preparación especial?
Formar parte de un encuentro de tanta trascendencia es el sueño para cualquier futbolista, entrenador o árbitro. No cambié mi rutina de preparación por el Barça-Madrid, simplemente hice lo normal, lo mismo que hasta ese momento, porque eso fue lo que me llevó hasta allí. Estar cien por cien concentrado, relativizar la presión externa y, sobre todo, disfrutarlo.
En ese momento del partido, con tal constelación de estrellas sobre el césped, a uno le da tiempo de disfrutar de las cualidades futbolísticas de un tal Messi o un tal Cristiano Ronaldo...
Desde luego que no, sólo te centras en estar pendiente de tu trabajo, únicamente de acertar en tus decisiones, no disfrutas de lo que puedan hacer esas estrellas.
¿Qué árbitros tenía como referencia en sus comienzos?
En principio, Medina Cantalejo. De los actuales, cualquiera de los colegiados internacionales españoles con más experiencia.
Y ahora un nuevo reto ante usted, el Campeonato de Europa Sub-19 que tendrá lugar en Alemania del 11 al 24 de julio...
Se trata de una competición muy bonita y que afronto con mucha ilusión. Supone un honor estar entre los seis árbitros que ha seleccionado la UEFA para esta fase final del Europeo Sub-19.
¿Sueña con verse algún día dirigiendo en un futuro cercano en una Eurocopa absoluta o, quizás, un Mundial?
Ojalá, pero es muy difícil. Ya poder tener la escarapela FIFA supone un orgullo. De momento, esas competiciones como Eurocopas o Mundiales las veo un poquito lejos, lo tengo aún todo por conseguir y no es tarea fácil, pero claro que sería un sueño llegar algún día a estar ahí.
