El baloncesto canario y la gran familia del CB Gran Canaria lamentan y lloran la pérdida de uno de los suyos. La noticia del fallecimiento repentino e inesperado de un jugador histórico del club claretiano se extendió como la espuma ayer por la mañana. Ramón Oliver dejaba de existir a los 52 años de edad en su domicilio de Tafira. Su familia está a la espera de que se le realice la autopsia durante el día de hoy para velarlo.

Nacido en Barcelona y afincando desde hace bastante tiempo en la Isla, militó durante siete temporadas en el conjunto grancanario, con el que consiguió tres ascensos a la máxima categoría. El ala- pívot, de 2.02 metros de altura, aterrizaba en el Granca en los albores de la campaña 1987-88 procedente del Tizona Burgos de Primera B, club en el que había recalado tras pasar por el Joventut y el Magia de Huesca de la ACB.

En su primer año como integrante del representativo isleño, que por aquel entonces militaba en la división de plata, se conseguía subir. Durante dos campañas, defendía la camiseta del equipo claretiano entre los grandes del baloncesto español.

Tras el descenso, Ramón Oliver jugó con el CB Gran Canaria en Primera División la temporada 1990-91, festejándose de nuevo un retorno a la máxima categoría. En el curso 1991-92 se produjo un paréntesis en la relación del catalán con el conjunto insular, ya que firmó por el Granada (ACB).

Poco tardó en retomarse ese idilio, ya que en la campaña 1992-93 regresaba a la Isla para jugar tres ejercicios más, en Primera B/EBA. En el último de ellos, el 1994-95, la entidad claretiana firmaba el que hasta el momento es su último ascenso a la ACB, donde milita desde entonces. Ese fue el logro con el que Ramón Oliver se despedía como amarillo.

El catalán, muy apegado a esta tierra, dejó huella tanto dentro como fuera de la pista. Juanra Marrero compartió muchas horas con él en su etapa como jugador. El actual coordinador deportivo e institucional del CB Gran Canaria lo definía ayer como un hombre "extraordinario, amigo de sus amigos, deportista y siempre vinculado a este mundillo".

A la hora de resaltar sus condiciones en la pista, explicaba que actuaba en las posiciones de tres y cuatro. "Era un luchador nato. Se entregaba al máximo tanto en los entrenamientos como en los partidos; se trataba de un jugador de esos considerados de equipo, que lo daba todo por el bien del grupo", recordaba bastante afectado su excompañero y amigo.

También ensalzaba la figura de Ramón Oliver otro hombre que compartió bastantes horas de entrenamiento junto a él, Fernando Jiménez, preparador físico del conjunto claretiano en la temporada en la que el catalán llegó al CB Gran Canaria. Lo califica como "uno de los mayores portentos físicos de la plantilla en la campaña que estuve trabajando con el equipo. Sin duda, era el mejor de todos los jugadores en este apartado".

Con pesar, lo recuerda como "el número uno" en todas las pruebas y en todos los tests que hacíamos". "Se trataba de un atleta de pies a cabeza, un ejemplo a seguir por sus compañeros y la excepción en cuanto a la preparación física que confirmaba la regla", relataba.