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Natación. Entrevista a Enhamed Enhamed

"Cruzar el Estrecho ha sido mi reto más especial"

"Lo más duro fueron los últimos veinte minutos, por el oleaje avanzabas dos metros y retrocedías otros dos", afirma el cuatro veces campeón paralímpico

El nadador Enhamed, durante la presentación de su libro en una imagen de archivo. Efe

¿Por qué el Estrecho de Gibraltar para un reto personal?

No me gusta nadar en aguas abiertas, pero las cosas que no te gustan o te dan miedo hay que intentar hacerlas porque siempre se aprende algo. Cuando empecé a prepararlo con mi amigo y guía Fran Utrera, que lo hizo junto a mí, empezamos a mirar el reto y nos dimos cuenta de que no lo había hecho ningún ciego, así que me vine arriba. Es diferente porque lo genial es que no sabes qué día vas a nadar porque las condiciones climatológicas cambian constantemente y porque no sabes lo que te vas a encontrar ni cuánto tiempo vas a tardar. Te preparas, pero te preparas para la incertidumbre.

Le recomendaron que no nadara ese día.

Nos dijeron directamente que no nadáramos ese día, que no era el más recomendable. De hecho a partir de la tercera hora quisieron sacarnos del agua porque había olas de dos metros y medio. Aquello parecía más surf que natación, pero al final seguimos y lo hicimos.

Se habían dado de margen del 1 al 9 de abril, y lo hizo el día 1 a pesar de esa recomendación. ¿Por qué esa cabezonería? ¿No podía haber esperado?

Porque bajar hasta Tarifa no es un viaje cómodo y porque nos daban un 25 por ciento de posibilidades de que saliera bien. ¿Pues por qué no cogerlas? ¿Qué otra cosa tienes mejor que hacer un sábado por la tarde que nadar el Estrecho? ¿Me iba a quedar en Tarifa sentado, mirando al mar y pensando, y si lo hubiera hecho? Era mejor probar y volver para atrás que ni siquiera lanzarme al agua.

Tardó cinco horas y veinte minutos. ¿El momento más crítico fue la tercera hora?

No, lo más duro fueron los últimos veinte minutos. Se me hicieron muy largos porque me dijeron que quedaban 500 metros, así que empecé a contar y cuando pensaba que ya había recorrido 500 metros en realidad quedaba mucho más. Eso me rompió la concentración porque el oleaje daba contra las rocas, así que avanzabas dos metros pero luego retrocedías otros dos. Esos veinte últimos minutos se me hicieron más largos que las cinco horas anteriores.

¿Cómo fue la sensación de acabar el reto?

Increíble, porque de repente sales de ese estado de trance y te dices: ´Al final lo hice, me vine desde España hasta aquí nadando´.

¿Cuánto tiempo se llevaban preparando?

Menos que para otros retos. Empecé a entrenar en serio en enero. Volví a entrenar con quien fue mi seleccionador y entrenador, José Luis Vaquero. Cuando vi la planificación que me hizo para cruzar el Estrecho me dije que lo iba a hacer seguro. Era una planificación muy meditada. No era buscar rendimiento sino que aguantaran los hombros nadar durante cinco horas. Y aparte del entrenamiento en piscina, en lo que más me centré fue en la preparación mental, en no pensar en cuánto queda, en ser capaz de seguir nadando, en dar una brazada más.

¿Cómo fue el desarrollo de la prueba en temas de alimentación, comunicación y demás?

Yo iba nadando con Fran Utrera, que era mi guía. Nos atamos las rodillas y nos consultaron el día anterior cómo hacer el avituallamiento. Nos avisaron de que durante la primera hora no se podía parar porque hay una corriente que te devuelve rápidamente a la costa, a Tarifa. Entonces tenías que empezar a nadar la primera hora a una velocidad alta para alejarte lo antes posible de la costa y luego empezar a hacer paradas. A la hora hicimos una parada corta en la que bebí un poco de agua, tomé medio plátano y un gel con hidratos de carbono. Y luego hicimos pausas cada 45 minutos. Paramos a las cuatro horas y la siguiente era a las 4.45, pero estábamos tan cerca de la costa que si parábamos nos íbamos a alejar demasiado. Así que la última hora y veinte nadé sin parar. Con los desvíos por las corrientes recorrimos 18 kilómetros y medio.

El reto no era solo un asunto personal, sino también una vía para recaudar fondos para una causa solidaria.

Es una ONG de un proyecto de instalaciones deportivas en Zambia y nos comentaron hace tiempo que el proyecto lo habían dejado aparcado porque les faltaban fondos. Cruzar el Estrecho creo que estaba bastante alineado con sus valores y con lo que querían hacer. Así que hicimos un crowdfunding [financiación colectiva] en internet y hemos recaudado más de 8.000 euros, que es más de la mitad de lo que necesitan, que son 15.000 euros. Pero ya nos ha dicho la Fundación de Amancio Ortega y alguna otra empresa que ellos pondrán lo que falte, así que estamos contentos porque lo hemos conseguido. Los chicos y chicas que están en la ciudad de Livingstone, en Zambia, podrán tener una vida diferente y no estar en la calle.

¿A qué altura de los retos que ha completado pone el del Estrecho?

Sin duda el Ironman está por encima de todo lo demás porque era algo totalmente desconocido para mí, no era mi mundo. Y encima en Lanzarote, que es uno de los más duros. El Estrecho ha tenido algo especial. Está claro que en lo físico no está por encima ni del Ironman ni de otras maratones que he hecho, pero en lo mental ha sido más exigente que todo lo que había hecho anteriormente. Sobre todo por la cuestión de la incertidumbre, porque en el Ironman sabes que vas a competir tal día, que corres o nadas tantos kilómetros... o incluso como escalar el Kilimanjaro. En el caso del Estrecho no sabes en qué momento exactamente sales, ni cuánto va a durar, ni lo que te vas a encontrar.

¿Qué nuevos desafíos tiene ahora en mente?

Ahora descansar, ese es el desafío. Centrarme en mi carrera profesional y acabar el Máster de transformación digital que estoy haciendo en Madrid. No tengo ningún desafío deportivo ahora mismo. El deporte va y viene, y posiblemente se acabe, así que hay que sentar las bases de mi futuro profesional.

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