Formada en el club de su localidad, el Balonmano Tejina, y labrada profesionalmente en el CB Perdoma, María González se ha convertido en estos últimos años en pieza clave en el Rocasa Gran Canaria. No es de los faros que más brillan, pero sí es pieza indispensable, por tesón y liderazgo (en su condición de capitana), y con la que se entienden mejor los recientes éxitos del conjunto de Las Remudas. El último de ellos hace apenas una semana, cuando las teldenses se hicieron con la Supercopa de España. Una deuda pendiente menos y que deja la liga como objetivo número uno de las isleñas. "A eso no nos acostumbramos", contesta mientras ríe la pequeña central tinerfeña cuando se le pregunta a si ya es rutina el ganar títulos. Y su argumento tiene sentido. "Habíamos perdido muchas finales, entre ellas dos Supercopas, y ahora estamos recogiendo el fruto del trabajo en el que han participado muchas jugadoras en estos últimos años", explica.

El galardón conquistado hace una semana en tierras gallegas se une a las Copas de la Reina de 2015 y 2017 y la EHF Challenge Cup de 2016. Cuatro títulos en poco más de tres años. Algo casi imposible hace una década para un humilde club de barrio. "De todos estos recuerdos me quedo con dos, la primera Copa de la Reina y la final de la Challenge". El título copero "porque fue el premio al trabajo de mucho, mucho tiempo, de un grupo de jugadoras que luchamos un montón, que lo pasamos muy mal y que tras perder muchas finales, por fin vieron recompensado el trabajo del club y el de una entidad que había trabajado durante muchos años el balonmano femenino en Canarias", cuenta mientras se emociona. Y lo hace con razón toda vez que ha vivido en primera persona y al completo esa década de sufrimiento y a la vez de pasión que se viene viviendo en el Remudas. En su retina queda guardada también "la final de la Challenge". "Ver el Rita Hernández totalmente lleno, saber que el partido era emitido por televisión y además ganar... Ha sido uno de los momentos más bonitos de mi carrera deportiva", apunta la tejinera. Solo Melania Falcón y Tiddara Trajaola pueden presumir de haber padecido y disfrutado tanto como ella.

Todavía con la resaca por la consecución de la Supercopa, hoy María y el resto del Rocasa Gran Canaria arranca la Liga Loterías. El imposible que las grancanarias se han propuesto abordar en los próximos meses. "Es la espinita que nos queda, sí", comenta. "Cualquier trofeo es muy importante, pero para ello necesitamos ese plus de regularidad que quizá no hemos tenido en los últimos años para traernos la liga para casa", reconoce González, más convencida que en temporadas anteriores ya que su equipo "cuenta con una plantilla más larga y eso puede ser clave en las rotaciones". Más fondo de armario para evitar los inesperados resbalones del pasado curso, cuando "varias derrotas con los equipos de la zona media y baja resultaron decisivas. "Debemos afrontar cada partido como el más importante".

Un curso, el que arranca esta tarde, "más exigente" si cabe y en el que María González, a sus 30 años, espera ser partícipe activa. "Estoy totalmente recuperada de mi última lesión de mano y físicamente me encuentro bastante bien", comenta, si bien admite que después de tanto tiempo "psicológicamente lo notas, los viajes cansan, también los entrenamientos y cuesta un poco más recuperar". Necesidad de mayor sufrimiento, pero que no puede con el confort que ha encontrado la central en Las Remudas.

"Siempre tienes en la cabeza la opción de volver a casa y jugar al menos un año, pero hoy por hoy, deportiva y económicamente, el Rocasa es mi sitio, y además soy la capitana. No sé dónde acabaré, pero seguramente lo haga aquí", añade. Ya sea dentro de tres, cuatro o más años, María merece retirarse con una liga. El último trofeo que le falta por abrazar.