El Atlético de Madrid no supo o no pudo desmontar el acertado planteamiento de un rocoso Leganés y, como sucedió la temporada anterior, se marchó de Butarque anulado en sus pretensiones, sin marcar y con tan solo un punto (0-0).

Pero frente a un contrario de la entidad del Atlético, resistir y aguantar el paso de los minutos no parecía la opción más acertada para sumar puntos. Era necesario un poco de descaro.

Rubén Pérez probó fortuna con un tiro lejano que se marchó fuera pero fue Beauvue quien más problemas planteó. Rápido y en constante movimiento por la zona de ataque su presencia era clave para generar cierta inquietud a la contra, ya fuese en el papel de catalizador o en el de finalizador.

Al verde tras el intermedio volvieron los blanquiazules luciendo una cara nueva, la de Nabil El Zhar. El franco-marroquí cumplió de sobra. Dispuso de dos peligrosos acercamientos, sendos lanzamientos desde la frontal que demostraron la importancia de contar con un portero como Oblak.

Si vital fue la aportación del esloveno, con dos paradas salvadoras, no lo fue menos la del otro arquero. En los minutos de mayor desconcierto rojiblanco apareció una clara opción para los de Simeone. Llevó la firma de Godín, que cabeceó a la base del palo para lucimiento de Cuéllar.

Los rojiblancos vieron cómo se iban dos puntos más fuera de casa ante un rival que sigue entrando en la madurez con el paso de las jornadas, en estado de gracia y dando continuidad a un arranque de curso casi de ensueño.