Expedientes de regulación de empleo (ERE), despidos, paro, cierre de empresas, pérdidas económicas... El mundo de los negocios está sufriendo un verdadero bombardeo de noticias negativas, que está acentuando el miedo de los trabajadores a perder su empleo. El resultado palpable es una drástica disminución del absentismo laboral y, de forma paralela, el cambio de hábitos de muchos trabajadores, temerosos de encontrarse en cualquier momento con el finiquito de su jefe.

Las bajas en el trabajo cayeron durante el primer trimestre de este año un 23% en Canarias respecto al mismo periodo del año pasado, cuando el empleo sólo disminuyó un 10%. Detrás de esta cifra se esconde la transformación de un mercado económico y laboral, que pasó de generar riqueza y alternativas de empleo, a concentrar a 246.000 personas en las listas de demandantes de trabajo.

Flexibilidad, ésta es la palabra más empleada por los empresarios cuando hablan de nuevos hábitos laborales entre sus asalariados. Y no sólo desde el punto de vista de su remuneración, sino en las jornadas de trabajo. En este sentido, un constructor resalta una experiencia reciente en la que sus trabajadores aceptaron extender su jornada reglamentaria de trabajo una hora más, ya que tenían una maquinaria alquilada por días y hubiese tenido que desembolsar más dinero. "Antes ponían pegas cuando se les planteaba alargar la jornada, pero aceptaron y luego se les compensó".

Ése no es el único caso en el mundo de la construcción que, sin duda, es uno de los más damnificados por la falta de empleo, como lo demuestra que representa cerca del 20% del total de desempleados en las Islas. Distintos empresarios coinciden en que era habitual que los trabajadores "racanearan" para reincorporase a su labor en los tiempos muertos, sobre todo durante el desayuno, pero que, en momentos como el actual, la colaboración entre ambas partes es mucho mayor.

Además, también se pone sobre la mesa que se está negociando más las medias jornadas de trabajo, cuando antes sólo se aceptaban jornadas completas. Y, si no era así, se iban a otra puerta a pedir un contrato bien remunerado.

"El absentismo es uno de los males de la agricultura, y podía afectar a una cuarta parte de los trabajadores", señala un patrón del sector, que entiende que el rendimiento ha aumentado.

En el ámbito comercial, la reducción de las plantillas ha propiciado que el personal que queda activo tenga más tareas y responsabilidades. "Hay un cambio de actitud, porque los que quedan son los más responsables. Antes había muchos jóvenes a los que les daba igual llegar tarde o no ir ese día cuando había salido la noche anterior de fiesta. La plantilla que queda es estable y seria, y antes el absentismo nos hacía mucho daño", asegura un empresario del sector.

En una línea muy similar se manifiesta en la banca, donde se apunta que la plantilla está formada por personal fijo y de confianza, "y sensible con la empresa. Desde hace años apenas han variado los índices de absentismo laboral".

Y también de un centro comercial, que defiende la actitud de los trabajadores. "Yo creo que no es que haya miedo, sino que son más conscientes de la realidad en la que está la empresa, y de que hay que arrimar el hombro. Para eso también hay que generar ilusión, para que se sientan más implicados y responsables en sus tareas".