El ministerio de Fomento da su brazo a torcer y finalmente claudica ante las compañías aéreas que reclaman, desde el pasado año, una renegociación de las tasas aéreas. La caída que registra la red que gestiona el ente Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) ha sido el acicate para que el departamento que dirige Ana Pastor reconsidere su postura.

La previsión del ente, según adelantó su director de Navegación Aérea, Ignacio González, es cerrar 2013 con una reducción de operaciones del 6%, un punto menos que el año anterior, que fue del 7%. Sólo en el aeropuerto de Gran Canaria el tráfico está a niveles del año 2003 tras caer un 12% en operaciones y un 15% en el movimiento de mercancías.

La solución a la que se aviene ahora Fomento es moderar la presión, tal y como han pedido turoperadores, hoteleros, aerolíneas -llevaron a los tribunales la subida de 2012- y, de forma insistente, el Gobierno de Canarias que ve cómo la principal industria del Archipiélago, el turismo, se resiente. Por eso AENA, según publica El Mundo, estudia que la imposición de las tasas se fije con un calendario quinquenal en vez de anual que permita a las compañías aéreas hacer previsiones a largo plazo.

AENA deberá tomar la decisión a lo largo del próximo mes, que es cuando Fomento tiene que sentar las bases de su presupuesto para el próximo ejercicio.

No obstante, un cambio en la política de Navegación Aérea no garantiza que las compañías vayan cambiar de postura y España recupere los vuelos que han sido desviados en los últimos meses a otros destinos más baratos. Ninguna de las compañías que se han manifestado públicamente en contra del alza del 8% que aprobó el Ejecutivo en 2012 y que han optado por reducir su presencia en los aeropuertos españoles -Ryanair o Easyjet- se comprometen a incrementar sus operaciones en España si el Ejecutivo decide finalmente congelar las tasas.

El debate sobre el reajuste de las tasas coincide con la apertura del proceso de privatización de un parte de la red de AENA. Bajar precisamente ahora los precios no conviene si lo que se pretende es presentar al inversor un producto rentable.