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Los jóvenes vuelven al campo Recuperación de viñas en Lanzarote

La pasión de infundir vida a la vid

Alberto Perdomo, de 30 años, se dedica a la recuperación de viñas en Lanzarote - Su primera vocación fue la música, pero el contacto con un lagar le empujó al sector vinícola

Alberto Perdomo, de 30 años, en una de las fincas de Lanzarote donde se dedica a la recuperación de las viñas. LA PROVINCIA / DLP

"La vitivinicultura fue una vocación que se estuvo incubando en mi interior casi sin darme cuenta". A sus 30 años, el lanzaroteño Alberto Perdomo no se arrepiente del vuelco que le dio a su vida. Durante muchos años tuvo claro que su objetivo era ser profesor de música y comenzó a formarse para ello. Sin embargo, cuando un amigo le invitó a hacer la vendimia con su familia decidió dar un golpe de timón. "Cuando llegamos al lagar y pisamos la uva quedé prendado con la mística de la elaboración de los vinos", expone. Perdomo no se lo pensó dos veces. Dejó la universidad, hizo las maletas y se fue a Madrid a estudiar en la Escuela de la Vid e Industrias Lácteas. "A partir de ahí, mi vida gira en torno a este mundo", confiesa.

El joven trabaja actualmente como bodeguero en La Geria, en Lanzarote. Cuando termina su labor allí, su jornada continúa en la viña. Entre vinos y parras está una media de doce horas diarias, un sacrificio que para nada le hace renegar de la decisión que adoptó en el pasado. Es más, empuja a los jóvenes a sumarse a su pasión porque, a su juicio, es el momento de que las nuevas generaciones releven el trabajo realizado por los mayores.

En la bodega se encarga de todo el proceso de vitivinificación, desde la entrada de la uva hasta el embotellado. A su cargo tiene, además, tres hectáreas repartidas en tres fincas y reestructura, en dos de ellas, los viñedos. La limpieza de aulagas, vinagreras o malas hierbas, la reconstrucción de muros de piedra, el nivelado de los terrenos o el desenterrado de las parras forman parte de su pesada tarea diaria. Hacerse un hueco en este mundo "no es un camino de rosas", ya que tal y comenta el conejero, "hay que trabajar mucho y ser perseverante para conseguir metas".

Como buen lanzaroteño, defiende las características propias que ofrece la isla conejera para elaborar vinos. La cultura tradicionalista, el clima y el suelo volcánico son los tres elementos que para Perdomo elevan los caldos a su "máxima expresión". No obstante, reconoce que no todo son ventajas ya que la práctica ausencia de inviernos suele acarrear algunos problemas de maduración en la uva.

Mientras mima al sector vinícola, Perdomo teje sus sueños y apunta alto. Le encantaría tener su propia bogeda en el futuro, pero es consciente de que se trata de una meta difícil aunque no imposible. De momento, al menos, no descarta elaborar su propio vino en poco tiempo.

Con su labor contribuye a evitar el abandono de la viña lanzaroteña. En su opinión, no solo deben comprometerse en esta tarea la sociedad, sino también las instituciones. Perdomo considera que es necesario potenciar el Consejo Regulador que actúa de nexo entre viticultores y bodegas e impulsar las subvenciones, ya que, reitera, la viña en Lanzarote deja de ser rentable solo por el esfuerzo que requiere, por lo que los viticultores, ante tal desamparo, acaban tirando la toalla. Por eso vaticina que el sector del vino podría tener los días contados, una circunstancia que desea que no suceda. "Sería una pena que otra de las pocas industrias que tenemos en Lanzarote desaparezca por una mala gestión de los recursos", lamenta.

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