En el vértice noroeste de La Palma se encuentra Garafía. Antaño era la despensa de la isla, pero con el paso del tiempo fue perdiendo protagonismo y hoy en día sus vecinos viven sumidos en el aislamiento y el atraso debido fundamentalmente a las pésimas carreteras y la dependencia del sector primario. A pesar de que esta localidad acoge el Roque de los Muchachos, el punto más alto de la isla, y donde se alza el Observatorio Astrofísico-atractor de científicos de todo el mundo-, el turismo de las estrellas no incentiva la economía del municipio, el más pobre de Canarias y uno de los menos desarrollados de España.

Garafía encabeza el ranking de pobreza en el Archipiélago, al ser la localidad con menor renta media bruta. De hecho, cinco de los 14 municipios de La Palma se sitúan en el vagón de cola y entre los diez con menor actividad económica de las Islas. Aparte de Garafía, las poblaciones con menor renta en la isla son Puntagorda, Tazacorte, Tijarafe y Barlovento.

¿Qué diferencia a un habitante de Santa Brígida de otro de Garafía? Nada menos que 20.175 euros al año. Una desigualdad abismal. Cada satauteño dispone de una renta media anual de 33.236 euros, muy lejos de los 13.061 euros de ingresos de un garafiano, según la última estadística sobre la renta en los hogares, que indica que el promedio de renta por persona en Canarias asciende a 22.134 euros.

El municipio grancanario de Santa Brígida es el más rico de esta Comunidad Autónoma, seguido por El Rosario, en Tenerife, con 28.674 euros. A pesar de que se colocan en posiciones avanzadas en el ranking nacional, 45 y 130, respectivamente, estos ingresos distan bastante de las ciudades más adineradas, la mayoría ubicadas en Madrid, como es el caso de Pozuelo de Alarcón (59.279 euros) y Boadilla del Monte (48.537) y, en Barcelona, Matadepera (48.084 euros) y Sant Cugat del Vallés (45.901).

Muy distintos son los datos que se observan en Garafía, que ocupa el puesto 145 entre los sitios más pobres de España. Las cifras que maneja la Agencia Tributaria en relación con las declaraciones del IRPF de 2013 desvelan que apenas 406 garafianos presentaron la declaración y su renta media disponible asciende a 11.638 euros. Un lugareño de Garafía ingresa un salario medio 2,5 veces inferior a lo que percibe un satauteño, debido sobre todo al elevado número de jubilados. El porcentaje de mayores es muy alto en el municipio palmero, en tanto que de sus 1.590 habitantes 496 tienen 65 años o más, un tercio de la población, según el padrón del año 2015. La inmensa mayoría posee pensiones no contributivas.

No en vano Garafía es el pueblo canario con la media de edad más alta entre sus habitantes, 51,2 años. Al envejecimiento de la sociedad se une la despoblación de las zonas rurales, el traslado de familias a otros municipios, islas o a Venezuela, la emigración de los jóvenes en busca de salidas laborales y los numerosos impedimentos a la iniciativa privada, que han ido haciendo mella en la localidad, que llegó a tener hasta 5.195 vecinos en el año 1950.

La sensación de abandono inquieta a los oriundos de Garafía, que reclaman soluciones para dinamizar su tejido productivo y atraer a inversores y habitantes.

La lacra del desempleo también les golpea. Hay 195 personas en la cola del paro, en virtud de los datos de junio del Observatorio Canario del Empleo y que suponen 44 más que en el mismo mes de 2015. Un centenar de los desocupados pertenece al sector de la hostelería y 23 a la construcción. Por estudios, 115 de los desempleados acabaron la enseñanza secundaria, 51 educación primaria, 24 concluyeron Formación Profesional y sólo cinco son universitarios.

Supervivencia

¿Cómo sobreviven los garafianos? El alcalde, Martín Taño (CC), admite que el Ayuntamiento es el principal empleador en la villa a través de planes y convenios. En la institución local trabajan alrededor de 60 personas y, recientemente, el Consistorio contrató a 17 vecinos a través del Plan de Empleo Social 2016 -2017, incluido en el acuerdo entre la Federación Canaria de Municipios y el Servicio Canario de Empleo para actuaciones de mantenimiento de espacios públicos, apoyo a los servicios municipales y mejora de jardines. El próximo año la oferta de empleo se ampliará a 23 plazas para la limpieza de caminos.

"Hay catorce barrios diseminados y tenemos que intentar prestar todos los servicios y mantener los senderos porque nos visitan muchos senderistas", apunta el regidor, que al mismo tiempo reconoce el peso de la economía sumergida en el pueblo, algo que, a su juicio, propicia "el Estado por el sablazo" en impuestos a los autónomos, una "carga" que hace que quienes quieran trabajar lo hagan de forma irregular para subsistir.

Si bien recela del informe de Hacienda que señala a Garafía como el territorio más empobrecido de las Islas, el político local apunta que entre los posibles factores influyen las "penosas" carreteras tras "los recortes de fondos del Gobierno central" y que "no se puede estimular la inversión privada cuando el 70% del espacio natural está protegido". "Estamos intentando desbloquear el uso del suelo, eso sí, sería compatible con la protección del entorno", alega Taño, que precisa que hay unas 30 granjas que venden queso al 100% y se podrían construir más, pero los proyectos se ven frenados por la normativa territorial.

"Es más difícil construir una cuadra para criar cabras y hacer queso que rehabilitar una vivienda", protesta Anselmo García, de 51 años, que critica que "no hay buenas comunicaciones que lleguen al pueblo" y eso conlleva "retroceso". "Con la agricultura pasa lo mismo, no puedes cultivar porque cuando hay cosecha de papas traen papas de fuera y las de aquí las quieren regaladas o te las llevas", se queja este vecino, que demanda mayor implicación de las administraciones para reactivar el municipio.

Turismo rural

En ello coincide Clemente Barreto, de 66 años, que en 1994 restauró un inmueble en ruinas de su familia para convertirlo en la Casa Rural Los Cardones, establecimiento alojativo que ha logrado altos índices de ocupación en los últimos años. En este sentido, cree que Garafía debe girar su economía hacia el turismo rural. "Hay muchas casas antiguas que se pueden rehabilitar para atraer a los turistas", destaca Barreto, convencido de que hay que aprovechar esta opción y potenciar la gastronomía y restauración y acciones encaminadas a captar a emprendedores.

A sus 53 años, Mario Brito, también aprovechó hace dos décadas subvenciones europeas para transformar su hogar en la Casa Rural El Jaral, cuyos ingresos sirven de complemento para la economía doméstica y lo compagina con su labor en el campo. Lamenta que "la gente ha ido abandonando el pueblo, la juventud no tiene ni trabajo ni motivaciones para quedarse". "Hay demasiado terreno protegido y encima hay muchas trabas para quienes quieren dedicarse a la agricultura o ganadería", denuncia.

Mientras que desde su bodega Eufrosina Pérez, de 52 años, demanda a las instituciones un plan para integrar las nuevas tecnologías en las empresas y adaptarse, así, a las exigencias del mercado; O promover los atractivos turísticos del municipio y no reducirlo sólo a su amplia red de senderos.

De hecho, por ejemplo, en abril se inauguró el Museo de Interpretación del Gofio en el antiguo molino de Las Tricias y en junio se colocó la primera piedra del Centro de Visitantes del Roque de Los Muchachos, en el que se invertirán más de cinco millones de euros e incluirá un restaurante, una tienda y jardines. Prácticamente el 100% de los excursionistas de La Palma visitan el observatorio, que pertenece al Instituto de Astrofísica de Canarias y es un referente mundial, pero van directos por la carretera desde la capital y por el lado oriental de la isla, por lo que la presencia de turistas no tiene impacto económico real en Garafía. El objetivo es revertir esta situación. Como primer paso el Ayuntamiento obtendrá ingresos al llevar el 33% de la gestión de la nueva infraestructura. El reto es que aquellos cautivados por el mejor cielo del hemisferio norte aviven la economía local, actualmente estancada.