Primero fueron los robos de tarjetas de crédito; luego, los de datos bancarios (por medio de internet u otro); y más tarde, con la generalización del uso de la red de redes, surgieron los engaños para saquear las cuentas corrientes de quienes pican el anzuelo y suministran su información financiera a esa supuesta entidad detrás de la cual está, en realidad, un ciberladrón, lo que se conoce en la jerga de los hacker o piratas informáticos como phising.
En definitiva, estafas bancarias que han aumentado extraordinariamente en Canarias en los últimos años. Según los datos que acaba de publicar el Ministerio del Interior, la Policía contabilizó a lo largo de 2015 en las Islas un total de 674 estafas de este tipo, es decir, unas 56 al mes. Aunque suponen solo un 4,2% más que en 2014, cuando sumaron 647, hay que retrotraerse a un año antes, a 2013, para comprobar hasta qué punto se han disparado estos delitos en la Comunidad Autónoma. No en vano, apenas fueron entonces 187 casos, de modo que se han cuadruplicado, aproximadamente, en tan solo dos años.
Este tipo de delito incluye el tradicional robo de tarjetas de crédito, ese que existía antes de que internet cambiara el mundo y que los ladrones perpetran aprovechando los descuidos de los usuarios de los cajeros. La Policía insiste en que no debe llevarse anotada en la cartera la contraseña de la tarjeta, razón esta por la que los delincuentes suelen tener entre sus víctimas predilectas a, por ejemplo, los ancianos. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad hacen hincapié en que para evitar males mayores si se sufre el robo de una tarjeta hay que anularla cuanto antes y, de inmediato, poner la correspondiente denuncia. Denunciar rápidamente es fundamental para facilitar a los agentes la identificación y posterior detención del ladrón, ya que las imágenes de las cámaras de seguridad de los cajeros, en el caso de que el robo haya tenido lugar en uno, se borran cada cierto tiempo. Con todo, lo que verdaderamente da más quebraderos de cabeza a los policías son las estafas por medio de internet.
A pesar de que tanto los cuerpos de seguridad como los organismos dedicados a la lucha contra el ciberdelito no se cansan de repetir que hay que ignorar los correos electrónicos en los que supuestas entidades bancarias o empresas de electricidad, gas o telefonía piden datos personales (en el phising, los ciberdelincuentes suplantan la identidad de estas empresas), lo cierto es que no precisamente son pocos quienes siguen tragando el anzuelo. Además, los ciberladrones emplean métodos cada vez más sofisticados, lo que complica sobremanera la resolución de estos casos, algo que las cifras de Interior permiten adivinar.
Pese a que el número de estafas vía internet se ha incrementado en los últimos años, no lo han hecho, cuando menos no en la misma medida, ni la cantidad de casos esclarecidos ni la cantidad de imputados o detenidos. Siempre según las estadísticas del Ministerio que dirige en funciones Jorge Fernández Díaz, las 187 estafas y ciberestafas contabilizadas en el Archipiélago en 2013 dieron lugar a 55 detenciones.
Un año después hubo 460 casos más, los susodichos 647, y, sin embargo, cinco detenidos o imputados menos (50). Y esta tendencia de más sucesos de este tipo y menos detenciones continuó en 2015: las 674 estafas bancarias solamente motivaron 38 detenciones. Los casos resueltos en 2014 y 2015 oscilan entre 100 y 120.
En todo el territorio nacional se perpetraron el año pasado 32.837 estafas bancarias, cerca de 7.300 más que en 2014, cuando se contabilizaron 25.554. El incremento es, por tanto, de un 28,5%. De esos prácticamente 33.000 casos, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado esclarecieron poco menos de 3.100. Hubo un total de 844 detenidos.
