La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Ya ni sé cuánto tiempo llevo parado"

Los vecinos de Tamaraceite afirman que aún hay "bloques de paro" pese al descenso del desempleo

Ignacio García, ayer, en la calle San Pablo de Tamaraceite. JOSÉ CARLOS GUERRA

Las manecillas del reloj sobrepasan las doce y cuarto del mediodía y apenas hay gente en las calles de Tamaraceite. Quienes ayer acudían al centro de salud y comercios de la zona, o simplemente paseaban a esa hora junto a familiares y amigos, no conversaban sobre el descenso del 7,77% del desempleo en Canarias. Es una noticia que no cala en este barrio capitalino porque ahí, tal y como señalan los propios vecinos, existen "bloques de paro". La Encuesta de Población Activa (EPA), publicadas ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), refleja que el Archipiélago cerró el pasado año con 23.100 parados menos. Una caída en forma de suerte que no sonrió a todos por igual.

Si hay algo peor que perder el empleo, es perder la esperanza. Y, por desgracia, son muchos los vecinos de este núcleo urbano que ya no creen un futuro mejor. Las dificultades para encontrar una buena oportunidad, de un lado, y la alta temporalidad que presentan los nuevos contratos, de otro, son los principales frenos que los residentes de esta zona encuentran para prosperar.

Por eso, aunque los datos apunten a una leve mejora, muchas personas muestran en Tamaraceite hartazgo y desconfianza. Los colectivos más vulnerables, jóvenes o mayores de 45 años desempleados, son los que más complicado tienen acceder a un puesto de trabajo. La edad, aunque parezca un dato banal, se impone en numerosas ocasiones a la formación y experiencia.

Ignacio García

Desempleado

"Aunque baje el paro ahora solo te ofrecen contratos basura"

Ignacio García tiene 47 años y la mayoría de ellos dedicados a la albañilería. Su dilatada experiencia, sin embargo, no le ha servido para contar ahora con un empleo estable. Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el sector de la construcción cayó en picado y con él las ilusiones de muchos empleados que se vieron con una carta de despido en la mano. Y aunque la economía se recupera ahora ligeramente, la situación no es mucho más alentadora que la que se inició en 2008 con el declive del boom de la vivienda.

"Ahora solo te ofrecen contratos basura", cuenta a su paso por la calle San Pablo. Se define como un "4x4" porque ha trabajado de "casi todo" en la construcción o en actividades relacionadas con ella. Por eso lamenta que la creación de puestos de trabajo esté ligada a la temporalidad en los nuevos contratos. García volvió a trabajar en octubre del año anterior después de encadenar doce meses sin empleo, pero desde el pasado día doce volvió al punto de partida. Suscribió con una constructora un acuerdo de final de obras y ahora está a la espera de que esa misma empresa consiga otro permiso para volver a firmar un contrato nuevo. Esta vez, además, cree que podrá ser por más tiempo.

Con García vive su hijo de 28 años. Él tampoco tiene trabajo y ambos salen adelante con sus ahorros o ayudas que recibe el padre. ¿Pero cómo salir adelante día tras día? Apretando el cinturón para estar preparado en las peores rachas. "Aveces tenemos algo de esperanza", apunta apo-yado en un muro, "y me daría con un canto en los dientes si logro un trabajo de un año o, aunque sea, de seis meses".

José M. Hernández

Desempleado

"Antes salías de una obra y entrabas en otra; ahora no"

Haga frío o calor, llueva o amanezca con viento, José Manuel Hernández Delgado lleva cada día a sus hijos al Colegio de Educación Infantil y Primaria Adán del Castillo, situado en el paseo Los Mártires, a pie. De lunes a viernes, Hernández acompaña a los pequeños desde Ciudad del Campo, lugar en el que viven. Tras el término de la jornada escolar, este padre acude de nuevo a las puertas del centro para, en esta ocasión en taxi, ir de vuelta a casa con sus hijos.

Toda su familia, compuesta de seis miembros, vive con la ayuda que le concede el Estado por tener hijos a cargo. El subsidio apenas asciende a 319 euros mensuales y el gasto, por ende, tiene que estar muy controlado.

Al igual que muchos canarios, Hernández trabajó en la construcción como peón de la albañilería. "Antes salías de una obra y entrabas en otra", relata rememorando los mejores años del sector del ladrillo. Ahora, en cambio, lleva tanto tiempo registrado en el paro que ya ni se acuerda de cuánto ha pasado desde que empezó a engrosar las listas de desempleados del Archipiélago.

En estos casos, además, es complicado salir del círculo que cerca sus vidas. Hernández lamenta que para lograr ahora un trabajo las empresas exijan carnés que acrediten un determinado adiestramiento. Y no porque no por el hecho de que las compañías requieran formación, sino porque los escasos ingresos con los que cuenta la familia no puede destinarlos a ella, sino a lo esencial: "comida, comida y comida".

M. Rita Montesdeoca

Desempleada

"Con situaciones así hay que elegir: o comes o pagas"

Monserrat Rita Montesdeoca, como esposa de Hernández, sabe muy bien de lo que habla su marido. La última vez que trabajó fue en 2013, pero por tan solo un periodo de quince días como limpiadora. ¿Pero cómo se puede vivir así? Con "angustia", asegura, porque con el poco dinero que entra en el hogar tiene que buscar, aunque en muchas ocasiones sea complicado, el equilibrio.

Sus cuatro hijos tienen edades comprendidas entre los catorce y tres años y ellos son, apunta, "los que peor lo pasan". La familia trata con todas sus fuerzas y ganas salir del pozo en el que aún están atrapados 274.000 canarios. "Estamos todos igual", insiste, porque es consciente de que hay muchas personas intentando cambiar el rumbo de sus vidas.

Montesdeoca señala que tienen que escoger entre saldar las facturas de la luz, el agua y la comunidad o comprar alimentos para su familia. "Con situaciones así hay que elegir: o comes o pagas", sentencia.

Compartir el artículo

stats