No hubo milagro en esta ocasión. Al contrario que el pasado lunes, San Andrés no oyó en esta ocasión las rogativas de los hombres del campo y no trajo la tan deseada lluvia. Lo que sí existió fue un sol radiante y cientos de peregrinos que se dieron cita en el pueblo de Tetir para participar en la tradicional romería.

Aunque la estancia de varios días del patrón en la ermita de la montaña no surtió efecto, ello no fue impedimento para que la alegría se apoderara de los peregrinos que disfrutaron a tope durante el retorno del santo hasta su camerino en la iglesia de la localidad de Tetir. Tampoco se llevó a cabo lo que manda la tradición, que no era otra cosa que despeñar la imagen por un barranco si no llovía.

Cientos de vecinos llegados desde todos los rincones de la geografía majorera ataviados con la indumentaria tradicional tocaron y cantaron a San Andrés, mientras que las carretas, muchas de ellas tiradas por burros de raza majorera, descendieron cargadas de productos de la tierra: queso, dulces, gofio, papas y vino. Durante todo el camino sonaron los cánticos tradicionales al son de los timples y guitarras, donde no faltaron las rondallas y agrupaciones folclóricas de la isla, entre ellas la de Tetir, o el grupo de danza de El Hierro que se sumó una vez más a la fiesta majorera.

Juana Rodríguez, una vecina de La Oliva, no quiso perderse la fiesta. "Vengo todos los años con todos mis hijos. Somos unos devotos de San Andrés y unos defensores de las romerías y aquí nos ve ataviados porque esto es lo nuestro y está muy claro hay que mantenerlo".

Salvadora Gil también acudió con su pequeña de tan solo un año. "Quiero que desde pequeña ya sienta las tradiciones. El año pasado no pude asistir pero desde hace meses vengo preparando la romería de hoy. Es fenomenal", manifestó Gil.

Los romeros llegaron a la plaza del pueblo tras varias horas de recorrido, mientras que numerosas personas esperaban la llegada del santo, que fue colocado en un lugar destacado para recibir los cánticos de la rondalla de Tetir que tributó su tradicional homenaje con su habitual repertorio y con numerosos vivas al patrón. Posteriormente siguieron actuando otras agrupaciones musicales.

Tras el regreso de San Andrés, la fiesta continuó en las inmediaciones de la plaza. El humo de apoderó del ambiente por los asaderos de carne de cochino y chuletas que se realizaban en las carrozas, mientras las parrandas improvisadas comenzaban a convertirse en las protagonistas de la noche. No había prisa, sino el deseo de prolongar la velada. Ni siquiera el intenso frío y el rocío fueron capaces de hacer desistir a los romeros que continuaron la fiesta hasta bien entrada la madrugada. San Andrés no trajo la lluvia, pero la devoción sigue intacta.